lunes, 21 de junio de 2021

¿Cuál es la probabilidad de que exista vida en Encélado?

Teniendo en cuenta que la misión Cassini de la NASA no consideró originalmente a Encélado como un objetivo de particular interés, esta luna de Saturno no lo ha hecho nada mal. Hoy, Encélado es visto como uno de los lugares más prometedores del sistema solar donde buscar indicios de actividad biológica. Ello se debe a que, al sobrevolar el satélite, Cassini observó que en la zona cercana al polo sur emergían chorros de vapor de agua y cristales de hielo con hidrógeno, metano y otros gases. Ahora, un equipo de investigadores ha calculado la probabilidad de que ese metano pueda tener un origen biológico. Los resultados se publican en Nature Astronomy.

Encélado se encuentra cubierto por una gruesa capa de hielo de kilómetros de espesor. Sin embargo, esa escarpada superficie helada resulta engañosa. Los expertos creen que bajo ella se esconde un océano de agua líquida, y las plumas de vapor detectadas en su día por Cassini han sido interpretadas como un indicio de que ese lecho oceánico podría albergar actividad hidrotermal. En la Tierra, las fuentes hidrotermales son un preciado objeto de investigación por dos razones: por un lado, en ellas habitan microorganismos que necesitan calor pero no oxígeno para vivir, lo que demuestra que constituyen un entorno adecuado para la vida. Más aún, tales ambientes se han postulado como uno de los posibles lugares donde pudo originarse la vida en la Tierra.

Los microorganismos que viven en esos entornos no metabolizan oxígeno libre, ya que este no existe allí, sino hidrógeno y carbono. Y esos procesos biológicos generan metano, un proceso conocido como metanogénesis. No obstante, y como bien saben quienes se dedican a estudiar Marte, la presencia de metano no constituye por sí sola un indicio de actividad biológica, ya que este compuesto puede también generarse por medio de procesos abióticos. En este contexto, uno de los procesos relevantes es la serpentinización, cierto mecanismo de formación de minerales en entornos hidrotermales.


La estadística bayesiana es un método que permite asociar probabilidades a diferentes hipótesis cuando las observaciones son limitadas. Gracias a ello, pueden extraerse conclusiones en aquellos casos en los que no se conocen todas las condiciones iniciales. En su trabajo, los investigadores concluyen que las cantidades y proporciones observadas de hidrógeno y metano en Encélado no podrían explicarse únicamente por serpentinización abiótica, y que de hecho resultarían compatibles con la existencia de formas de vida metanogénicas. Es más, dicho escenario sería el más favorable si la probabilidad de que la vida emerja en tales entornos habitables es lo suficientemente alta: según el modelo, mayor del 35 por ciento.Antonin Affholder, del Instituto de Mecánica Celeste y Cálculo de Efemérides del Observatorio de Paris, y sus colaboradores han abordado ahora la pregunta de la metanogénesis en Encélado con métodos bayesianos. En concreto, su objetivo ha sido cuantificar la probabilidad de que la detección de metano por parte de Cassini pueda explicarse por medio de actividad biológica. En otras palabras, ¿es posible que el metano de Encélado se deba a la existencia de vida, o resulta mucho más probable un origen abiótico?

Por supuesto, esa condición no es más que un juego de adivinanzas: hoy por hoy, nadie sabe cuál es la probabilidad de que emerja la vida en un entorno habitable dado, ni si Encélado ofrece o no condiciones apropiadas para tales microorganismos. Tal y como escriben los autores, Encélado podría ofrecer un entorno habitable pero inhabitado, y el metano observado podría deberse a otros procesos abióticos desconocidos y no incluidos en el modelo. En todo caso, lo que sí cabe decir es que, a partir de los datos disponibles en estos momentos, la existencia de formas de vida metanogénicas en Encélado sigue siendo una posibilidad, lo que hace que esta pequeña luna de Saturno siga siendo un candidato prometedor en la búsqueda de entornos habitables en el sistema solar.

Franziska Konitzer

Referencia: «Bayesian analysis of Enceladus’s plume data to assess methanogenesis»; Antonin Affholder et al. en Nature Astronomy, 7 de junio de 2021. 

Recreación artística de la sonda Cassini sobrevolando las plumas de vapor de Encélado,

 la luna de Saturno, en 2015. [NASA/JPL-Caltech]

La NASA vuelve a Venus

 La mañana del 2 de junio, empezaron a circular rumores de que la NASA estaba a punto de anunciar sus próximas misiones interplanetarias, tras seleccionar a los esperados ganadores de la última convocatoria de su Programa Discovery, destinado a naves espaciales de coste relativamente modesto. Cuatro equipos candidatos esperaban con ansiedad los resultados: uno pretendía enviar una misión a Ío, la hipervolcánica luna de Júpiter. Otro deseaba visitar Tritón, una luna criovolcánica de Neptuno. Y los otros dos querían ir a Venus, un destino del que la agencia espacial se había olvidado durante décadas.

Esa misma tarde Bill Nelson, el administrador de la NASA, dio una rueda de prensa. Tras un largo preámbulo que versó sobre los esfuerzos de la agencia para combatir el cambio climático, así como sobre sus planes para explorar Marte y la Luna, y que incluyó un inesperado cameo de William Shatner [el actor que interpretó al capitán Kirk en la serie Star Trek], Nelson pasó a centrarse en el programa Discovery.

Mientras hablaba, las pantallas cercanas comenzaron a mostrar un vídeo de producción impecable, donde se veían remolinos de nubes de un color amarillo enfermizo y un paisaje desolado y salpicado de volcanes. Para el contingente de científicos planetarios expertos en Venus que asistían a la teleconferencia, la vista infernal resultaba agradablemente familiar. ¿Quizás la NASA estaba dando luz verde a una de las dos misiones propuestas a Venus?. Entonces aparecieron dos siglas en la pantalla, «DAVINCI+ y VERITAS», que arrancaron los vítores del público presente en el auditorio y en Internet.

Por primera vez en tres décadas, la NASA ha decidido volver a Venus... y no una, sino dos veces. VERITAS (Emisividad, Radiociencia, Interferometría SAR, Topografía y Espectroscopía de Venus) orbitará en torno al planeta mientras estudia su superficie e interior a través de mediciones gravitatorias y de radar. DAVINCI+ (Investigación de Gases Nobles, Química e Imágenes de la Atmósfera Profunda de Venus) incluirá un orbitador y una sonda diseñada para sumergirse en la atmósfera hasta alcanzar la misteriosa superficie del planeta, permanentemente envuelta en nubes. Si todo va según lo previsto, ambas misiones deberían lanzarse antes del final de esta década.

La última vez que la NASA envió una nave rumbo a Venus fue en 1989, cuando su orbitador Magallanes partió en una misión de cinco años para elaborar un mapa de radar del planeta. Desde entonces, el mundo hermano de la Tierra (casi idéntico a nuestro planeta en cuanto a tamaño, masa y composición) había quedado relegado al olvido en la exploración espacial estadounidense. Para la comunidad científica dedicada a Venus, que había trabajado, hecho campaña y porfiado durante el último cuarto de siglo para elevar el perfil tristemente bajo del planeta, el momento decisivo constituyó una verdadera catarsis.

«No sé qué más podríamos haber hecho para conseguir que esta fuera la misión idónea para el momento actual», señala Sue Smrekar, geofísica planetaria del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA e investigadora principal de VERITAS. «Creo que eso es lo que hemos hecho. Y creo que la NASA se ha dado cuenta.»«Hacía años que no daba tantos saltos de alegría», asegura Martha Gilmore, geóloga planetaria de la Universidad Wesleyana que participa en ambas misiones. «¡Nos vamos a Venus!», exclama por su parte Jim Garvin, científico jefe del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA e investigador principal de DAVINCI+.

Magallanes fue la primera misión en la que trabajó Smrekar, cuando aún era investigadora postdoctoral. Su intención es que VERITAS sea la última, y la culminación de toda su vida científica. «Será la guinda a mi carrera», afirma. «Estoy deseando ver qué descubrimos.»

Los investigadores desean resolver multitud de misterios distintos sobre Venus, pero todos ellos apuntan a un único enigma común: ¿Por qué la Tierra y Venus, dos planetas formados al mismo tiempo y con el mismo material, tuvieron destinos tan divergentes? ¿Por qué uno es un acogedor oasis biológico y el otro un pandemonio infernal?

«¿Cómo se forma un planeta habitable? Esa es nuestra principal pregunta, y de momento solo tenemos una respuesta: la Tierra», comenta Gilmore. «Ahora dispondremos de un segundo laboratorio para entender esa cuestión.»

Equipada con un sofisticado sistema de radar, la misión VERITAS es, en la práctica, la sucesora de Magallanes. Su objetivo es elaborar mapas topográficos y geológicos detallados de Venus, al tiempo que lanza una mirada profunda al interior del planeta mediante minuciosas mediciones de su campo gravitatorio.

El orbitador de DAVINCI+ no tiene tantas posibilidades, pero su sonda aportará valiosos datos sobre la atmósfera de Venus, obtenidos in situ. Para ello, muestreará y analizará el aire del planeta durante una inmersión sin retorno hacia su superficie, letal para las naves espaciales. Además, ambas misiones llevarán a cabo demostraciones técnicas para impulsar las capacidades interplanetarias de la NASA: VERITAS transportará un reloj atómico ultrapreciso que mejorará la navegación espacial y DAVINCI+ contará con un novedoso instrumento para tomar imágenes de alta resolución en el ultravioleta.

Una única misión a Venus aportaría innumerables revelaciones. El hecho de que dos vayan a visitar el planeta casi al mismo tiempo es especialmente emocionante. En la conferencia, Nelson se refirió a ellas como «misiones hermanas», una descripción acertada porque ambas estudiarán dos aspectos muy distintos de Venus a fin de abordar las mismas cuestiones fundamentales sobre la habitabilidad planetaria. Ambas se complementan a la perfección, como la mantequilla y la mermelada.

«Los resultados conjuntos de estas misiones nos darán información sobre el planeta, desde las nubes de su cielo hasta su núcleo, pasando por los volcanes de su superficie», señaló Tom Wagner, científico del Programa Discovery de la NASA, en un comunicado tras el anuncio. «Será como si hubiéramos redescubierto el planeta.»

El hecho de que se hayan seleccionado ambas misiones demuestra que la NASA no se conforma con echar un vistazo superficial al planeta, celebra Paul Byrne, planetólogo de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y firme defensor de las misiones a Venus. En cambio, la agencia espacial está siguiendo una estrategia diseñada para revelar cómo funciona el planeta por dentro y por fuera. Y quizá estas misiones duales sean el comienzo de algo aún mayor: los revolucionarios datos que obtendrán podrían convertirse en la base de un futuro programa de misiones a Venus, similar al Programa de Exploración de Marte de la NASA, que ha transformado nuestra comprensión del planeta rojo.

Es, sin duda, un día decepcionante para los otros dos equipos que aspiraban a una de las codiciadas vacantes del Programa Discovery. El equipo del Observador de los Volcanes de Ío quería entender las inmensas fuerzas gravitatorias responsables de conservar el océano de magma de la luna joviana. Eso ayudaría a comprender el modo en que las mismas fuerzas logran mantener calientes, y con la posibilidad de sustentar vida, los océanos de agua de otros mundos (como la luna Europa de Júpiter, vecina de Ío) durante miles de millones de años.

Por su parte, el equipo que propuso la misión Trident pretendía averiguar cómo una forma extraña e increíble de vulcanismo helado consigue mantener la luna Tritón de Neptuno (una antigua reliquia de los albores del sistema solar) con un aspecto extraordinariamente joven durante eones.

El vulcanismo también es la causa más probable de la transformación de Venus, que hace mucho pasó de ser un supuesto mundo oceánico a convertirse en un páramo hostil, un proceso que tanto VERITAS como DAVINCI+ estudiarán a su manera. Según Jacob Richardson, vulcanólogo planetario del Centro de Vuelos Espaciales Goddard, los volcanes iban a salir ganando independientemente de cuál de las cuatro misiones candidatas saliera elegida. Pero, a ese respecto, la elección de Venus parecía evidente, ya que podría permitirnos entender la manera en que los volcanes destruyen planetas enteros.

Para los derrotados, la inevitable tristeza viene teñida de optimismo. Los partidarios de una misión a Ío esperan cantar victoria en la próxima convocatoria del Programa Discovery, o incluso triunfar en el siguiente peldaño, el de las misiones más caras y avanzadas del programa Nuevas Fronteras de la NASA. Quienes desean volver a los tantas veces olvidados mundos de Urano y Neptuno, que no contemplan una nave espacial desde finales de los años 80, tienen en mente una futura misión «insignia»: uno de los monumentales proyectos de más de 1000 millones de dólares que constituyen la cúspide de la flota robótica de exploración espacial de la NASA en términos de tamaño, coste y capacidad.

Sin embargo, esta década pertenece al segundo planeta más cercano al Sol. Al igual que sus compañeros de DAVINCI+, Smrekar y sus colaboradores de VERITAS están emocionados, agotados e incrédulos, todo al mismo tiempo. La noche anterior al anuncio, Smrekar había tomado una fotografía de Venus, apenas un punto brillante en el cielo oscuro. Tras el comunicado de la NASA, a la luz de un nuevo día, esa mota diamantina tenía de pronto un aspecto muy distinto. Ya no era una isla inalcanzable, sino el destino del próximo gran salto de la NASA en sus esfuerzos de exploración interplanetaria.

Robin George Andrews

Más información en la página web de la NASA.

Imagen compuesta de Venus, basada en datos tomados por la nave espacial Magallanes y el orbitador Pioneer de la NASA. Ahora, la agencia espacial estadounidense está desarrollando dos nuevas misiones a Venus, que revelarán detalles de su atmósfera y superficie, y podrían revolucionar nuestra comprensión de la habitabilidad planetaria. [NASA y JPL-Caltech]

El océano de Europa podría albergar volcanes

 

Recreación artística de Júpiter visto desde la superficie de Europa. Hace tiempo que los expertos creen que bajo la superficie helada de este satélite joviano se esconde un océano de agua líquida. [NASA/JPL-Caltech]


l interior de Europa, la luna de Júpiter, probablemente haya sido lo bastante cálido para albergar volcanes submarinos. Tal es la conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores dirigido por Marie Běhounková, de la Universidad Carolina de Praga, a partir de un modelo numérico del interior del satélite joviano. Los resultados, publicados en Geophysical Research Letters, apuntarían así a un requisito clave para la posible existencia de vida en este mundo del sistema solar.

Europa podría haber generado grandes cantidades de magma debido las fuerzas de marea ejercidas por Júpiter, las cuales habrían causado el rozamiento necesario para que el fenómeno tuviera lugar, especialmente en aquellos períodos históricos en que la órbita del satélite haya sido más elíptica. En tales casos, la roca fundida podría haber acabado vertida al océano que, según se cree, alberga esta luna bajo su gruesa superficie helada.

Según los autores, la actividad volcánica de Europa se asemejaría a las inundaciones de basalto terrestres, las cuales han arrojado enormes cantidades de lava en episodios relativamente breves. Y al igual que ocurre en nuestro planeta, el fenómeno podría haber alimentado fuentes hidrotermales en el fondo oceánico, cuyos homólogos terrestres se han postulado como posibles lugares donde se originó la vida.


Es cierto que Ío, otro satélite de Júpiter, sí presenta actividad volcánica debido al calor que generan en su interior las fuerzas de marea ejercidas por el gigante gaseoso. Sin embargo, esto es más cuestionable en el caso de Europa, ya que esta luna no solo se encuentra más lejos de Júpiter que Ío, sino que es también significativamente menor. Ello implica que las fuerzas de deformación son menores y también que se disipan con mayor rapidez.La superficie de Europa se encuentra formada por una corteza helada surcada por grietas oscuras. Son varios los indicios que apuntan a que bajo esa capa helada existiría un océano de agua líquida de kilómetros de profundidad. Sin embargo, para que esa masa de agua pudiera albergar vida, la mayoría de los expertos cree necesaria la existencia de volcanes, los cuales proporcionarían la energía y los compuestos químicos necesarios. Hace tiempo que la existencia de tales volcanes es objeto de especulación entre los científicos.

Ahora, el trabajo de Běhounková y sus colaboradores argumenta que también el interior de Europa pudo haberse calentado lo suficiente para fundir la roca, al menos en aquellos períodos caracterizados por fuerzas de marea más intensas. Los autores infieren además que la actividad volcánica debería concentrarse en los polos, donde la deformación es mayor. En caso de confirmarse, ello convertiría a Europa en el único cuerpo celeste conocido además de la Tierra que no solo tendría un océano, sino también volcanes que podrían haber permanecido activos durante miles de años

Lars Fischer

Referencia: «Tidally induced magmatic pulses on the oceanic floor of Jupiter's moon Europa»; Marie Běhounková et al. en Geophysical Research Letters, vol. 48, art. e2020GL090077, febrero de 2021.

La Voyager 1 y el zumbido entre las estrellas

La Voyager 1 fue la primera sonda que abandonó la esfera de influencia del viento solar y se adentró en el espacio interestelar. Ahora, 44 años después de su lanzamiento, la nave ha registrado un persistente zumbido que inunda esa región del espacio. Las mediciones aportan información sobre la densidad del plasma interestelar, el enrarecido medio que llena el espacio entre las estrellas, y revelan un ruido de fondo débil pero constante en una banda estrecha de frecuencias. Los resultados se publican en Nature Astronomy.

Desde que abandonara nuestro planeta, se calcula que la Voyager 1 ha recorrido unos 23.000 millones de kilómetros, más que cualquier otro ingenio fabricado por el ser humano. Hoy avanza por el espacio a algo más de más de 61.000 kilómetros por hora.

En su camino sin destino, la nave ha medido ahora las oscilaciones del plasma interestelar gracias a las fluctuaciones del campo eléctrico registradas durante su vuelo. Según refieren los autores del nuevo trabajo, cuya primera autora es Stella Koch Ocker, de la Universidad Cornell, tales oscilaciones se deben al desplazamiento relativo de los dos componentes del plasma: electrones, de carga negativa, e iones con carga eléctrica positiva.


La Voyager 1 abandonó la Tierra en septiembre de 1977, pocos días después de que lo hiciera su sonda gemela, la Voyager 2. Su objetivo inicial fue estudiar Júpiter, Saturno y sus lunas. Sin embargo, la nave demostró ser más resistente de lo previsto y continuó su viaje más allá de Urano y Neptuno hasta que, hace unos años, se adentró en el medio interestelar.Aunque en el pasado ya se habían efectuado mediciones similares, las oscilaciones registradas en tales ocasiones habían sido causadas por eventos concretos debidos a la actividad solar. La novedad del trabajo de Ocker y sus colaboradores radica en que se trata de la primera vez que tales fluctuaciones se han medido de manera continua. Según indican los autores, la distancia media del muestreo efectuado por la sonda asciende a unas 0,03 unidades astronómicas.

Si desea saber dónde se encuentra la sonda ahora mismo, puede seguir su trayectoria en tiempo real gracias a esta animación tridimensional de la NASA. Desde que usted comenzó a leer este artículo, la nave ha avanzado otros 2000 kilómetros. De modo que, antes de que su suministro energético se agote para siempre en 2025, aún podrá recorrer una vasta distancia.

Alina Schadwinkel

Referencia: «Persistent plasma waves in interstellar space detected by Voyager 1»; Stella Koch Ocker et al. en Nature Astronomy, 10 de mayo de 2021.

Lluvia de plutonio extraterrestre

 La corteza del océano Pacífico ha dado lugar a un raro hallazgo: una roca con unas docenas de átomos de plutonio-244 (244Pu). Los científicos saben que este isótopo no se da de forma natural en nuestro planeta y que tampoco se crea en los procesos de fabricación de armas nucleares, por lo que tuvo que haber llegado a la Tierra desde el espacio. Los resultados, obtenidos por un equipo dirigido por Anton Wallner, de la Universidad Nacional de Australia y el Centro Centro Helmholtz de Dresde-Rossendorf, se publican en Science.

A excepción del hidrógeno, el helio y algunas trazas de litio, todos los elementos químicos se crean en las estrellas. Cuanto más pesado es un elemento, más extremas han de ser las condiciones para que se sintetice. En lo que respecta al origen del plutonio, los expertos consideran dos tipos de fuentes: explosiones de supernova y colisiones de estrellas de neutrones. En ambos casos, los átomos de los elementos allí creados son expulsados después al espacio interestelar, desde donde pueden acabar incorporándose a los planetas.

En su trabajo, Wallner y sus colaboradores han considerado cuánto plutonio podría generar cada tipo de proceso. Las muestras oceánicas analizadas por los investigadores incluían también hierro-60 (60Fe), un isótopo que los científicos saben que se produce en explosiones de supernova. Según la datación de las muestras, este habría llegado a la Tierra en al menos dos «lluvias» distintas: una acontecida hace unos siete millones de años, y otra ocurrida hace entre cuatro y un millón de años. Y al menos en principio, el plutonio podría haber llegado con él.

Sin embargo, Wallner cree que el plutonio probablemente se crease en fusiones de estrellas de neutrones, un fenómeno más extremo aunque menos habitual. La razón es que las explosiones de supernova son eventos relativamente frecuentes (según los modelos, en la Vía Láctea se producirían entre una y dos cada siglo), por lo que, si el plutonio se hubiera sintetizado en ellas, las cantidades detectadas de este elemento deberían haber sido mayores.

Además, el período de semidesintegración del 244Pu asciende a 80,6 millones de años, por lo que puede persistir durante mucho más tiempo que el 60Fe, cuya semivida es de 2,6 millones de años. Por tanto, el plutonio hallado ahora en la corteza oceánica pudo haber llegado a la Tierra mucho antes que el hierro. Según Wallner, varias consideraciones teóricas apoyan esta hipótesis.

El hallazgo ha sido posible gracias al Acelerador de Iones Pesados (HIAF) de la Universidad Nacional de Australia en Canberra. Este no solo permitió identificar los átomos de plutonio, sino también distinguirlos de su variante terrestre. En las capas externas de la roca, los investigadores hallaron también plutonio-239, el cual habría sido liberado en pruebas atómicas antes de acabar en las profundidades del Pacífico.

Jan Dönges

Referencia: «60Fe and 244Pu deposited on Earth constrain the r-process yields of recent nearby supernovae»; Anton Wallner et al. en Science, vol. 372, págs. 742-745, 14 de mayo de 2021.

Los volcanes de Marte podrían seguir activos

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR Marte Marte MÁS INFORMACIÓN Marte podría haber experimentado erupciones volcánicas en los últimos 50.000 años. Así al menos parece indicarlo el hallazgo de ciertos depósitos oscuros que un equipo dirigido por David G. Horvath, de la Universidad de Arizona, ha interpretado como ceniza volcánica fresca. Los depósitos en cuestión han sido identificados en torno a una fisura volcánica situada en la región de Elysium Planitia. Tal y como escriben los investigadores en la revista Icarus, sus propiedades coinciden con las que cabría esperar de una erupción piroclástica. Lo llamativo es que el recuento de cráteres en la superficie indica que esta tendría una edad de entre 46.000 y 222.000 años, lo que la convertiría en el depósito volcánico de Marte más joven conocido. Sumado a otras consideraciones, los autores argumentan que una erupción volcánica tan reciente en términos geológicos podría indicar que algunos volcanes de la región siguen activos. Los restos analizados se hallan en la zona conocida como Cerberus Fossae, un sistema de fisuras volcánicas de Elysium Planitia que se sabe que estuvo produciendo flujos de lava hasta hace 2,5 millones de años. No obstante, los depósitos descubiertos ahora se diferencian de los otros hallados en la zona. Su distribución es aproximadamente simétrica con respecto a la fisura central y forman una capa de varias decenas de centímetros de espesor. Según explican los autores, tales depósitos no solo se asemejan a otros de origen volcánico observados en la Luna y Mercurio, sino también a algunos terrestres, como los que sepultaron Pompeya. CONTENIDOS RELACIONADOS Los seísmos revelan la geología de Marte El agua de Marte podría estar atrapada en su corteza ¿Tuvo Marte un océano en el pasado? VER MÁS Pero los indicios de vulcanismo en la zona no acaban ahí. La misión InSight, de la NASA, lleva desde finales de 2018 explorando la actividad sísmica del planeta rojo. Y, en dos ocasiones, sus sismómetros han registrado temblores en la región de Cerberus Fossae. Por ahora los expertos solo pueden especular sobre la causa de la supuesta erupción. Es posible que el magma de las profundidades entrara en contacto con agua situada bajo la corteza marciana y desencadenara una explosión, según explica el investigador de la Universidad de Arizona y coautor del artículo Pranabendu Moitra. Por último, el lugar de la erupción se encuentra a tan solo diez kilómetros del cráter Zunil, el cráter de impacto de gran tamaño más reciente de Marte. Dicho impacto sería tan antiguo como la erupción y podría haberla provocado.

jueves, 3 de junio de 2021

Las franjas blancas del pez payaso


Aspecto de las rayas blancas distintivas del pez payaso depende de la especie de anémona de mar en la que crecen los juveniles, y podría desarrollarse como respuesta a las condiciones que ofrece la anémona en cuestión.


El llamativo patrón de rayas blancas de los peces payaso está relacionado con los niveles de hormona tiroidea y la identidad de sus anfitrionas, las anémonas de mar. [iStock-fototrav]


Vincent Laudet, del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa, y sus colaboradores han estudiado el pez payaso Amphiprion percula en la bahía de Kimbe, en Papúa Nueva Guinea, y han descubierto que los peces jóvenes que residen en anémonas de la especie Stichodactyla gigantea presentan más franjas blancas, y las desarrollan antes, que los que viven en la anémona Heteractis magnifica.

Los investigadores han llegado a esta conclusión tras realizar en el laboratorio varios experimentos en los que seguían el crecimiento de larvas de pez payaso. Tras exponerlas a distintas concentraciones de la hormona tiroidea, se dieron cuenta de que las franjas blancas aparecían antes en los peces que habían recibido la dosis más alta. Por otro lado, analizaron muestras de peces que vivían en distintas especies de anémonas. Los datos revelaron que los que habitaban en la anémona S. gigantea exhibían niveles más altos de la hormona tiroidea que los que lo hacían en H. magnifica, lo que explicaría, según los autores, por qué las franjas blancas se desarrollan con mayor rapidez en esos peces. El análisis genético puso de manifiesto que los peces que vivían en S. gigantea presentaban de hecho una sobreexpresión de duox, un gen importante en la producción de la hormona tiroidea.

Nature Research Highlights

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Nature Resarch Group.

Referencia: «Thyroid hormones regulate the formation and environmental plasticity of white bars in clownfishes». Pauline Salis et al. en PNAS, vol. 118, e2101634118, junio de 2021.

martes, 1 de junio de 2021

Intolerancia a la Lactosa: Diagnóstic, tractament i incidencia

 DIAGNÒSTIC

Hi ha diferents mètodes de identificar la hipolactàsia. Aquests diagnòstics posen ser realitzades mitjançant mesures directes i indirectes.

      Directa. Aquest mètode serveix per estudiar l’activitat de la lactasa intestinal que implica una biòpsia intestinal, però el mètode és insensible, invasiu i proporciona informació de l’activitat lactasa només del lloc de la mostra.

      Indirecte. Les mesures indirectes no són invasives i el metabolisme de la carga de lactosa ve determinada per pels canvis en l’orina, l’alè i la sang. El test de l’hidrogen espirat són les proves més utilitzades, consisteixen en la determinació d’hidrogen o metà abans i després d’aplicar la sobrecàrrega oral de lactosa. És el més fiable, rendible, no invasiu, sensible i específic que el test de tolerància a la lactosa, i és positiu en el 90% dels pacients amb intolerància.

 

INCIDÈNCIA

S’estima que la hipolactàsia afecta a un 75% de la població mundial, però amb importants diferències geogràfiques i ètniques. A Espanya afecta aproximadament al 30% de la població, que és un valor aplicable a la majoria de països europeus. En canvi, la incidència és especialment elevada a l’Àfrica austral (gairebé el 100%), l’Àsia oriental (90%), la població aborigen d’Austràlia (85%) i la comunitat afroamericana dels estats Units (75%). És molt menys freqüent entre les poblacions del nord d’Europa (5%) [Figura 1]. Aquesta distribució geogràfica sembla estar relacionada amb el consum habitual de llet i de productes làctics, afavorint la selecció del gen responsable de la persistència de la lactasa entre aquelles poblacions on la tradició en el consum d’aquests aliments és més freqüent. Malgrat s’han realitzat pocs estudis sobre el tema, no semblen existir diferències significatives en la prevalencia de la hipolactàsia en funció del gènere.

Mapa

Descripción generada automáticamente

Figura 1: Prevalença de la intolerància a la lactosa al mon

TRACTAMENT

Hi ha tres estratègies principals per tractar aquesta malaltia:

      Reducció o eliminació de la ingestió de llet i de productes làctics. El consum de quantitats moderades d’aquests aliments durant els àpats pot reduir considerablement els símptomes en comparació a fer-ho de manera separada. La major part de les persones afectades poden tolerar l’equivalent a 5 grams de lactosa.

      Administració de suplements de lactasa. Existeix al mercat un gran nombre de productes que contenen lactasa d’origen bacterià o fúngic per tal que les persones afectades per la hipolactàsia els prenguin abans de consumir productes làctics per poder així digerir la lactosa present en aquests aliments, o que alternativament es poden afegir directament a la llet.

      Utilització de probiòtics. Segons l’Organització Mundial de la Salut, els probiòtics són organismes vius que, quan s’ingereixen en quantitats correctes, tenen efectes beneficiosos sobre la salut de les persones.


David López, 1er Batxillerat IB Maristes SLC