miércoles, 30 de marzo de 2016

Sigue la disputa sobre el "Hobbit" de las Isla de Flores


La disputa científica sobre el hobbit de la isla de Flores no ha terminado
Ryan Somma (Flickr)
No todos los días se encuentran restos correspondientes a una nueva especie de homínido. Pero en el año 2004, el hallazgo de un posible "hobbit" humano fue un auténtico bombazo mediático. Bautizado como Homo floresiensis, los huesos descubiertos en la cueva Liang Bua de la isla de Flores marcaron un punto de inflexión en paleontología. Aquella especie era diferente a las demás y, por primera vez, planteaba que el mítico personaje de J.R.R. Tolkien podría haber existido. Al menos, en un territorio de Indonesia.
La polémica en torno a los restos encontrados en la isla de Flores fue enorme. No en vano la especie, que habría contado con una estatura de apenas un metro de altura, presentado la capacidad craneal de un australopiteco y tenido la suficiente inteligencia como para fabricar herramientas, desconcertaba a los investigadores. El descubrimiento del hobbit humano era una pieza difícil de encajar en el gran puzzle de la evolución humana.

Un homínido de un metro de altura

"El asunto es delicado porque se inscribe en una disputa científica", explica a Hipertextual el Dr. Daniel Turbón, catedrático de Antropología Física de la Universitat de Barcelona. En la actualidad existen cuatro hipótesis sobre los restos LB1 encontrados en la isla de Flores. Además de la idea de que se trate de una especie nueva, denominada inicialmente Sundanthropus floresianusaunque luego adquiriría el nombre de Homo floresiensis, en la última década surgieron tres teorías alternativas. Por un lado, podría ser un enano afectado de cretinismo; por otro, que fuera un individuo con síndrome de Down, según se publicó en la revista PNAS; y por último, que los restos correspondieran a un pigmeo Australo-Melanesio.
El trabajo refuerza la idea de que se trate de una especie nueva, señala el antropólogo Daniel TurbónUn nuevo trabajo, difundido en la revista Nature, aporta más luz sobre el misterioso caso del hobbit de la isla de Flores. El estudio, según señala Turbón, "aporta una nueva datación de los restos LB1, remontándolos a unos 40.000 años". El resultado es importante, ya que confiere más credibilidad a la versión de que pertenezcan a una nueva especie, la de Homo floresiensis, comenta el experto a este medio.
"Es la fecha en la que aparecen en la Isla de Timor industrias de piedra similares a las de la Isla de Flores. Así, Homo floresiensis sería el autor de las mencionadas herramientas de piedra, hasta ahora anteriores a la datación del LB1", sostiene Turbón. Las conclusiones del trabajo, por tanto, refuerzan la idea de que el hobbit humano fuera el autor de las herramientas de piedra, que tienen núcleos de Homo sapiens. Esta idea fue apoyada inicialmente por el estudio del craneal, del molde endocraneal, del anormalmente corto fémur y del pie plano de LB1, los restos que parecían sugerir que, en efecto, nos encontrábamos ante una nueva especie de homínido.
hobbit
Gerbil (Wikimedia)
"Pero, también es cierto que, desde el primer momento, otros autores, igualmente prestigiosos, cuestionaron esta atribución", dice el catedrático de la Universitat de Barcelona. El científico R.D. Martin, autor de una escala de coeficientes de encefalización utilizados en primatología, por ejemplo, diagnosticó los restos LB1 como un "enano microcefálico" en sendos artículos publicados en The Anatomical Record y en Science.
Las tres hipótesis sobre los restos de la isla de Flores, sin embargo, no son descartables. La polémica continúaSegún Turbón, la investigación presentada "es un episodio más de la construcción del conocimiento con datos insuficientes y choque entre científicos prestigiosos". En su opinión, la cuestión se resolverá con el tiempo, cuando aparezca más información. Pero lo cierto es que la nueva datación, que da marcha atrás en el tiempo a la desaparición del hobbit de la isla de Flores, no termina con la disputa. "No es descartable que, más que una especie humana extinguida, Homo floresiensis sea un versión pigmea, de Australo-Melanesios actuales; afectados de cretinismo, Síndrome de Down, o no", añade.
La polémica en torno al hobbit humano de Indonesia, por tanto, continúa. Los humanos enanos de la isla de Flores, asociados a un sorprendente proceso de insularización, siguen siendo una caja de sorpresas. Pero el hallazgo de estos restos, que destacan por su pigmeización, también encierran otra importante lección. "El ser humano no está sujeto a una evolución solamente, la biológica, sino a otra adicional: la cultural. Esta le permite transmitir conocimientos para la supervivencia de generación en generación y evitar, así, la presión de la selección natural y, en consecuencia, de la insularidad", concluye Turbón.
Angela Bernardo para Hypertextual.com

¿Por qué desaparecían barcos y aviones en el Triángulo de las Bermudas?


El Triángulo de las Bermudas constituye un área geográfica con forma de triángulo equilátero situado en el océano Atlántico entre las islas Bermudas, Puerto Rico y la ciudad de Miami (EEUU).  Sus puntos forman un triángulo con una superficie de más de un millón de kilómetros cuadrados aproximadamente, protagonista de un misterio que lleva rondando décadas en los medios de comunicación.
El término 'Triángulo de las Bermudas' fue creado en 1953 por varios escritores que alertaban sobre la presunta peligrosidad de la zona debido a las múltiples desapariciones de barcos y aviones en esta época. Con el paso de los años su fama no cesó y la publicación del libro “El triángulo de las Bermudas” en 1974 por el escritor estadounidense de ciencia ficción, Charles Berlitz, hizo disparar aún más su popularidad.
Pero, ¿por qué desaparecían los barcos y los aviones exactamente?
Un grupo de científicos de la Universidad del Ártico, en Noruega, acaba de anunciar que un descubrimiento hecho en el mar de Barents, frente a las costas noruegas, podría poner un punto y final al misterio de las Bermudas. Los expertos hallaron varios cráteres de hasta 800 metros de ancho y 50 metros de profundidad que podrían haberse formado por explosiones causadas por acumulación de gas metano. Estos grandes estallidos, producto de la fuga de gas metano, serían los responsables del hundimiento y desaparición de tantos barcos y aviones durante una época en la que había muchísimo tránsito marítimo. Numerosos aviones y barcos desaparecían sin dejar ningún rastro y jamás se han encontrado ni restos ni supervivientes.
“Existen múltiples cráteres gigantes en el fondo del mar en una zona en el Mar de Barents el centro-oeste y son probablemente la causa de enormes explosiones de gas. Es probable que el área del cráter represente uno de los puntos calientes más grandes para la liberación de metano marino poco profundo en el Ártico”, exponen los autores del estudio que publicarán sus conclusiones en el mes de abril durante la conferencia anual de la Unión Europea de Geociencias.
El Triángulo de las Bermudas también es popularmente conocido como el Triángulo del Diablo y el Limbo de los Perdidos. Entre los barcos más conocidos que desaparecieron como por “arte de magia” fueron: el Rosalie, el Mary Celeste, el Atlanta, el Cyclops, el Rubicon, el Sandra o el Marine Sulphur Queen y aviones como un DC-3, un Globemaster, un C-54 o un avión de transporte York.
¿Por qué desaparecían barcos y aviones en el Triángulo de las Bermudas?
¿Por qué desaparecían barcos y aviones en el Triángulo de las Bermudas? | Foto: G+J

Las lunas de Saturno, más recientes que los dinosaurios

Una nueva investigación del Instituto SETI, la organización dedicada a buscar cualquier atisbo de vida fuera de la Tierra, sugiere que algunas de las lunas heladas de Saturno, así como sus famosos anillos, pueden ser mucho modernos de lo que se creía. Los autores del estudio, que publica la revista Astrophysical Journal y que puede consultarse en Arxiv.org, creen que el nacimiento de estos enigmáticos satélites sucedió hace apenas cien o unos pocos cientos de millones de años, más reciente que el reinado de muchos dinosaurios y una «nadería» si se tienen el cuenta las dimensiones temporales en el Universo.
«Las lunas siempre están cambiando sus órbitas. Eso es inevitable, explica Matija Cuk, investigador principal en el SETI. «Sin embargo, este hecho nos permite utilizar simulaciones por ordenador para desentrañar la historia de las lunas interiores de Saturno. Y descubrimos que muy probablemente nacieron durante el último 2% de la historia del planeta»
Mientras que los anillos de Saturno se conocen desde el siglo XVII, todavía hay debate sobre cuál es su verdadera edad. La asunción directa es que son primordiales, tan antiguos como el propio planeta, que tiene más de 4.000 millones de años. Sin embargo, en 2012, astrónomos franceses descubrieron algo que podía cambiar esta idea: los efectos de las mareas, la interacción gravitatoria de las lunas interiores con los líquidos en las profundidades de Saturno, están causando que se muevan con radios orbitales de mayor tamaño con relativa rapidez. La consecuencia, teniendo en cuenta sus posiciones actuales, es que estas lunas, y presumiblemente los anillos, son fenómenos recientes
Esa es la hipótesis que mantiene Cuk, junto con investigadores del Instituto de Investigación del Suroeste, que utilizan modelos informáticos para inferir el comportamiento dinámico del hielo en el interior de las lunas. 
Mientras que nuestra propia luna mantiene su órbita alrededor de la Tierra, muchos satélites de Saturno tienen que compartir el espacio entre sí. Todas sus órbitas crecen lentamente debido a los efectos de marea, pero a un ritmo diferente. Esto da lugar a pares de lunas que de vez en cuando entran en las llamadas resonancias orbitales. Estas se producen cuando el período orbital de una luna es una fracción simple (por ejemplo, la mitad o dos tercios) del período de otra luna. En estas configuraciones especiales, incluso las pequeñas lunas con débil gravedad pueden afectar fuertemente a las órbitas de las otras, haciéndolas más alargadas y con inclinaciones que salen de sus planos orbitales originales. 
Las lunas y anillos cerca de Saturno pueden tener solo 100 millones de años
Las lunas y anillos cerca de Saturno pueden tener solo 100 millones de años- NASA/JPL
Al comparar presentes inclinaciones orbitales y las predichas por simulaciones por ordenador, los investigadores pudieron aprender mucho sobre cómo crecieron las órbitas de las lunas de Saturno. Resulta que para algunos de los satélites más importantes -Tetis, Dione y Rea- las órbitas se alteran de forma menos drástica de lo que se pensaba. Las relativamente pequeñas inclinaciones orbitales indican que no han cruzado muchas resonancias orbitales, lo que significa que deben haberse formado no muy lejos de donde están ahora.
Pero, ¿cuánto tiempo hace de su nacimiento? Cuk y su equipo utilizaron los resultados de la misión Cassini de la NASA para ayudar a responder a esta pregunta. La nave espacial Cassini ha observado géiseres de hielo en la luna de Saturno Encelado. Suponiendo que la energía para encender estos géiseres viene directamente de las interacciones de marea, y que el nivel de actividad geotérmica de Encelado es más o menos constante, las mareas dentro de Saturno son bastante fuertes. 
De acuerdo con el análisis del equipo, estas mareas moverían el satélite por la pequeña cantidad indicada por las simulaciones en sólo unos 100 millones de años. Esto dataría la formación de las grandes lunas de Saturno, con la excepción de las más distantes Titán y Jápeto, al relativamente reciente período cretáceo, la era de los dinosaurios. 
Entonces, ¿qué causó el nacimiento de estas lunas? «Nuestra mejor estimación es que Saturno tenía una colección similar de lunas antes, pero sus órbitas fueron perturbados por un tipo especial de resonancia orbital que implica el movimiento de Saturno alrededor del Sol. Con el tiempo, las órbitas de las lunas vecinas se cruzaron, y estos objetos colisionaron. A partir de estos escombros, se formaron la presente serie de lunas y anillos», explica Cuk. Si este resultado es correcto, los brillantes anillos de Saturno pueden ser más jóvenes que el apogeo de los dinosaurios, y tenemos la suerte de ser testigos de los mismos hoy en día.
J de J para ABC.es

domingo, 27 de marzo de 2016

Montañas de más de 3.000 metros en Titán

Tres mil trescientos treinta y siete metros. Esa es la altura de la montaña más alta de Titán, la mayor luna del planeta Saturno, según los científicos de la NASA. Una cifra sorprendentemente precisa teniendo en cuenta que la estimación se ha realizado con los datos recogidos por el radar de una sonda espacial, la Cassini, que desde 2004 explora Saturno y sus satélites. 
Los investigadores de la misión Cassini han identificado el pico más alto entre los detectados en Titán por esta nave espacial gracias a su radar, con el que puede atravesar la niebla de su atmósfera y ver con detalle la superficie de esta luna, considerada una de las más interesantes del Sistema Solar. Los resultados han sido presentados esta semana durante la 47 Conferencia de Ciencia Lunar y Planetaria celebrada en Texas (EEUU). 
El pico de 3.337 metros se encuentra en un sistema denominado Montes Mithrim, un trío de crestas montañosas que alberga varios picos de unos 3.000 metros de altura. Otras regiones de Titán tienen montañas de esa altitud, como una zona denominada Xanadu o el área en la que en enero de 2005 aterrizó la sonda Huygens, de la Agencia Espacial Europea (ESA), que viajó a Saturno junto con Cassini. La mayor parte de las montañas más elevadas de Titán están cerca de su ecuador. 
Esta investigación, explica la NASA, tuvo su origen en la búsqueda de zonas activas en la corteza de Titán, es decir, lugares en los que las fuerzas dinámicas han modelado el paisaje, posiblemente en un pasado relativamente reciente. 
En la Tierra, las montañas y los acantilados suelen encontrarse en lugares que han sufrido la acción de la erosión. Han sido modelados por la acción del viento, la lluvia o las corrientes de agua durante largos periodos de tiempo. La sonda Cassini ha revelado que también el paisaje de Titán ha sido modelado por la acción de la lluvia y los ríos, aunque los autores de este estudio creen que esos procesos han sido mucho más lentos en Titán que en nuestro planeta. La explicación que ofrecen es que, al encontrarse diez veces más lejos del Sol que la Tierra, recibe de nuestra estrella menos energía para alimentar esos procesos de erosión. 
Asimismo, creen que la corteza helada de Titán se asienta sobre un océano de agua líquida que probablemente actúa de forma parecida a como lo hace el manto superior terrestre, la capa de material fluido y caliente y sometido a alta presión que hay bajo la corteza. Se desplaza muy lentamente y provoca deformaciones. 
Para los científicos, la altitud de las montañas de Titán es significativa (pese a que quedan lejos de los casi 9.000 m. que alcanzan en la Tierra) y sugiere que en la actualidad hay fuerzas tectónicas activas que podrían estar afectando a su superficie. 
Aunque inicialmente estaba previsto que la sonda Cassini trabajara durante cuatro años, la buena salud de sus instrumentos ha hecho que la NASA prorrogue varias veces su misión y siga en funcionamiento en la actualidad. 
Los montes Mithrim según la sonda Cassini
 TERESA GUERRERO para elmundo.es

Las teorias en Ciencia

En el lenguaje ordinario, la palabra teoría es equivalente a "suposición". 
"Mantengo la teoría de que ...", es equivalente a decir "Supongo que..."
En el lenguaje científico, la palabra teoría tiene un significado muy diferente al que se utiliza en el lenguaje ordinario: 

"Una teoría científica es un conjunto de conocimientos que pueden abarcar varias leyes"



Así, una teoría científica es una explicación o descripción científica a un conjunto relacionado de observaciones o experimentos que han sido verificados. Se basa en una hipótesis sometida a experimentos por un grupo de científicos. Para que una hipótesis se convierta en teoría tiene que pasar un riguroso proceso de experimentación.
Una teoría, una vez respaldada condebidamente, nos permite hacer predicciones sobre ella. También lo permiten las leyes, y por ejemplo la ley de gravitación fue lo que permitió el descubrimiento de Neptuno cuando los aparatos de la época no era lo suficientemente potentes para visualizarlo. Además, una teoría es indemostrable matemáticamente; eso no quiere decir que sea necesariamente falsa. No nos dejemos engañar por sus nombres: una ley tampoco es infalible. De hecho con la llegada de Einstein aprendimos que Newton estaba equivocado, y con la llegada de la mecánica cuántica supimos que a su vez Einstein también lo estaba. O, para ser exactos, las leyes de Newton y Einstein se demostraron imprecisas o incompletas bajo algunas condiciones.
Pensemos en la teoría de la evolución, en todas las hipótesis que la conforman y que han sido contrastadas empíricamente a lo largo de muchos años. Nunca ha emergido un indicio que vaya absolutamente en su contra. Así que la próxima vez que oigas aquello de “es sólo una teoría“, ya sabes de lo que están hablando.

Nacho Padró

martes, 22 de marzo de 2016

Minerales mucho más raros que los diamantes

Algo parecido pasa con la ichnusaíta, creada por la mezcla en el interior de la Tierra del elemento radiactivo torio y el molibdeno. Solo se conoce un 'ejemplar' encontrado en Cerdeña hace pocos años. Como estos, los minerales más raros de la Tierra, los más extraordinarios, no son los más valiosos, como los diamantes u otras gemas preciosas, ni los más solicitados por la industria: son miles de compuestos que existen en muy pocos lugares y normalmente se han formado en condiciones muy poco frecuentes. Muchos de ellos están todavía por descubrir, son testigos de la historia terrestre y representan lo que distingue a la Tierra de otros planetas, indican los científicos que han realizado el más completo inventario de minerales raros, que comprende 2.550 especies que únicamente se han encontrado en cinco o menos lugares en el mundo. 

Como en biología, las especies minerales se descubren, se caracterizan, se presentan en los foros apropiados y se aceptan o rechazan. Si son aceptadas, reciben un nombre científico y pasan a las bases de datos. Sus descubridores también pasan a formar parte de la historia, geológica en este caso. El trabajo que ahora se presenta incluye un marco para la clasificación de estas rarezas minerales. "Los diamantes, rubíes, esmeraldas y otras piedras preciosas se encuentran en numerosos lugares y se venden en cantidades comerciales, por lo que no son raras en el sentido de extraordinarias, escasas o poco frecuentes", señala el artículo que presenta la investigación y se publica en la revista. 

Una especie mineral se define como un compuesto cristalino natural que tiene una composición química única y una estructura cristalina. La Asociación Mineralógica Internacional ha aprobado hasta ahora 5.090 especies. De ellas menos de un centenar forman el 99% de la corteza terrestre, y unas 2.550 de las demás son consideradas raras. En España se han confirmado 1.550 especies minerales, según la base de datos Mindat, lo que indica una gran riqueza geológica y un nivel alto de conocimiento histórico, ligado sobre todo a las explotaciones mineras. 

La receta que ha dado lugar a cada uno de los minerales raros es distinta pero comprende un pequeño número de variables: uno o más de los 72 elementos químicos disponibles, más la temperatura y la presión a la que se ha 'cocinado' cada especie. Algunos de los elementos, como el berilio y el teluro, son en sí mismo escasos y forman pocos minerales, y otros se encuentran en lugares poco estudiados por remotos o peligrosos, como los volcanes o los fondos marinos. 

Por ejemplo, la fingerita (tiene vanadio y cobre al igual que la nevadaíta), descrita por primera vez en 1983 por Larry Finger, se forma en fumarolas volcánicas, desaparece con la lluvia y solo se conoce del volcán Izalco en El Salvador. 

Como la fingerita, además de raros algunos de estos minerales son poco estables, se pueden fundir, evaporar o deshidratar cuando cambian las condiciones ambientales, por lo que no servirían nunca para poner en un anillo. Por otra parte, la existencia de la gran mayoría de los minerales raros "se atribuye a cambios biológicos en el medio ambiente terrestre cercano a la superficie", explican Robert Hazen y Jesse Ausubel, autores del estudio, lo que indica su estrecha relación con la vida en la Tierra. 

Por eso, creen que estos minerales escasos son clave para comprender la diversidad y disparidad de los ambientes terrestres, a menudo representan fenómenos extremos en la corteza terrestre, son valiosos para entender la Tierra como un sistema en evolución y aumentan las posibilidades de encontrar nuevas estructuras cristalinas y avanzar en la cristalografía. 

Esta investigación forma parte del Observatorio del Carbono Profundo (DCO), un proyecto internacional sobre la cantidad, el movimiento, el origen y las formas del elemento químico carbono, base de la vida en la Tierra. Se cree que de las más de 1.500 especies minerales todavía desconocidas, unas 145 contienen carbono y recientemente el DCO planteó un concurso para encontrarlos antes de 2019. 

Autor:   Malen Ruiz de Elvira
madrimasd.org

el misterio del monstruo de Tully


El monstruo de Tully  - Sean McMahon/Universidad de Yale
Es conocido como el monstruo de Tully y se le mire por donde se le mire parece un puzle biológico, una equivocación de la naturaleza o un ser de otro planeta. Esta criatura que habitó los mares de hace 300 millones de años tiene los dientes al final de una estrecha extensión de su cabeza similar a una trompa y sus ojos se posan a cada lado de una barra larga y rígida. Semejante configuración física ha traído de cabeza a los paleontólogos desde su descubrimiento hace casi 60 años en una mina de Illinois, el único lugar del mundo donde sus restos han aparecido. Ahora, por primera vez, un equipo de la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut (EE.UU.), ha conseguido identificar a este monstruo de apenas 10 cm de largo dentro del reino animal. Se trata de un vertebrado, dotado de agallas y algo similar a una rudimentaria médula espinal que soportaba su cuerpo. Forma parte del mismo linaje de la lamprea moderna. 
«Estaba intrigada por el misterio del monstruo de Tully. Teníamos una imagen muy clara de lo que parecía, pero no de lo que era», afirma en un comunicado Victoria McCoy, autora principal de un nuevo estudio publicado en la revista Nature. 
Durante décadas, el monstruo de Tully ha sido uno de los grandes enigmas fósiles: Fue descubierto en 1958 y descrito científicamente por primera vez en 1966, pero nunca había sido identificado definitivamente, ni siquiera al nivel de filo, es decir, en uno de los principales grupos de animales. Oficialmente conocido como Tullimonstrum gregarium, lleva el nombre de Francis Tully, el cazador de fósiles aficionado que lo encontró en los pozos mineros de carbón del noreste de Illinois, donde el animal es una celebridad e incluso se considera fósil oficial del estado.
Miles de seres iguales aparecieron en el lugar, incrustados en masas de roca dura que se formaron alrededor de los fósiles. Tully donó muchos de sus ejemplares al Museo Field de Historia Natural, que ha colaborado en el estudio de Nature junto con el Laboratorio Nacional de Argonne y el Museo Americano de Historia Natural.

Fósil del Tullimonstrum gregarium

Anteriores interpretaciones basadas en las características morfológicas de los fósiles han considerado al enigmático animal un gusano, un molusco, un artrópodo o un conodonto, unos animales primitivos cercanos a los vertebrados. «Básicamente, nadie sabía lo que era», dice Derek Briggs, profesor de Geología y Geofísica en Yale y coautor del estudio. «Los fósiles no son fáciles de interpretar. Decidimos emplear cada técnica analítica posible». 
El equipo analizó la morfología y la preservación de las diversas características del animal en una colección de 2.000 ejemplares del monstruo Tully del Museo Field. Para ello, emplearon nuevas técnicas de análisis, como el mapeo con el sincrotrón, que resulta excepcionalmente eficaz en el estudio de los fósiles. De esta forma, los investigadores concluyeron que el monstruo de Tully tenía agallas y que lo que había sido identificado antes como un rastro del intestino es en realidad una notocorda, una varilla del esqueleto que funcionaba como una sencilla médula espinal. Ninguna de estas características habían sido identificadas previamente en el animal. 
Además, la criatura poseía un cuerpo delgado, segmentado, con los ojos en cada extremo de una larga barra rígida, las mandíbulas en la punta de un apéndice alargado como una trompa, y una aleta caudal. Esta combinación de características, junto con el análisis filogenético, sugieren que el animal es un vertebrado relacionado con las lampreas. Estos resultados aumentan la gama de formas de lampreas extintas. 
«Es tan diferente de sus parientes modernos que no sabemos mucho acerca de la forma en que vivió», reconoce McCoy. «Tiene los ojos grandes y un montón de dientes, así que probablemente era un depredador». Algunas preguntas clave sobre el monstruo de Tully todavía siguen sin respuesta. Nadie sabe en qué momento apareció por primera vez en la Tierra o en qué momento se extinguió. Su existencia en el registro fósil se limita a la explotación minera de Illinois, que data de hace 300 millones de años, en el período del Carbonífero. No hay nada más. Así que el misterio continua, quién sabe hasta cuándo. 
Judith de Jorge -abc.es

el último secreto de Mercurio

El 30 de abril de 2015 la sonda Messenger envió su última imagen desde Mercurio y después, de acuerdo con las órdenes recibidas, se estrelló como un kamikaze contra la superficie del planeta.
Hasta su llegada, la humanidad solo había visto el 45% de Mercurio y esta misión de la NASA fue la encargada de elaborar un mapa completo en tres dimensiones, el más preciso que existe. La sonda ha demostrado que en el planeta hay agua y compuestos orgánicos, igual que en la Tierra. Uno de los secretos que aún alberga es que, a pesar de ser el más cercano al Sol, no brilla tanto como debería. Se debe en parte a unas manchas oscuras que hay en su superficie y cuya composición se desconocía hasta ahora.
El análisis de las imágenes de Messenger, algunas tomadas solo días antes de su muerte, han permitido aclarar el misterio. El vuelo de la sonda a unos 200 kilómetros de la superficie era demasiado lejano como para discernir la composición del material oscuro. Pero tras pasar cuatro años en órbita se acabó el combustible y la nave comenzó a descender hasta una órbita de apenas decenas de kilómetros sobre el planeta. Era la antesala de su muerte, pero también una oportunidad única para analizar las manchas oscuras con su espectrómetro de neutrones. Los resultados, publicados hoy en Nature Geoscience, muestran que las zonas oscuras de Mercurio están hechas de grafito, el tipo de carbono del que están hechas las minas de lápiz.
Los responsables de la misión creen que el grafito procede de un enorme océano de magma que cubría Mercurio en su etapa más joven, en los albores del Sistema Solar. “Experimentos y modelos muestran que, a medida que ese océano se enfriaba [...] todos los minerales se solidificaron y se hundieron a excepción del grafito, que hubiera seguido flotando y se habría acumulado para formar la corteza original de Mercurio” ha explicado Rachel Klima, geóloga planetaria de la Universidad Johns Hopkins (EE UU) y coautora del estudio. El grafito se acumula en zonas con cráteres de asteroides y otros cuerpos, es decir, que los impactos habrían desenterrado capas muy antiguas del planeta. “Puede que estemos viendo los restos de la superficie original de Mercurio, con 4.600 millones de años de antigüedad”, resalta Klima.
"Lo más excitante", ha detallado Klima a Materia, "es que hubiese tanto carbono en el tiempo en el que la primera superficie de Mercurio se estaba cristalizando". La corteza es "uno entre los terrenos planetarios más viejos nunca analizados en el Sistema Solar", resalta, y es posible que se consiga afinar su edad y detectar las partes más antiguas gracias a los datos de Messenger que quedan por analizar.
“Este resultado es como un testamento del extraordinario éxito de Messenger”, ha dicho Larry Nittler, uno de los científicos jefes de la misión.
Nuño DOminguez - elpais.com

Los misteriosos ‘círculos de hadas’ confirman las teorías de Alan Turing

Un grupo de investigadores ha descubierto en el desierto occidental de Australia unos misteriosos claros entre la vegetación. Vistos desde arriba, enseguida llaman la atención dos cosas: por un lado, la forma circular de las calvas y, por el otro, el patrón hexagonal que forman los círculos entre sí. El fenómeno no es nuevo, los más famosos se encontraron en Namibia (África). También en la Europa húmeda, las setas forman lo que la cultura popular llama círculos de hadas o corros de brujas. Sin embargo, no tiene nada de mágico. Estas formaciones siguen patrones ya planteados por el matemático Alan Turing.
Los círculos de hadas de Namibia (también los hay en las vecinas Angola y Sudáfrica) llevan décadas intrigando a los científicos. Son varias las teorías sobre su origen, cada una apoyada en sus correspondientes experimentos sobre el terreno. Investigadores sudafricanos, por ejemplo, creen que los círculos se formaron por la acción tóxica de la planta Euphorbia gummifera. Otros apuestan por la filtración natural de gases. Una de las más consistentes es la publicada en la revista Science por Norbert Jürgens. Este biólogo de la Universidad de Hamburgo mostró en 2013 que, en vez de las hadas, son las termitas las que crearían estos círculos.
Ahora, un grupo de científicos cuestiona el papel de los insectos o las hierbas tóxicas. Ellos apuestan por la autoorganización, un mecanismo biológico ya planteado en 1952 por Turing. Según publican en PNAS, este equipo, formado por investigadores australianos, alemanes e israelíes, ha encontrado nuevos círculos de hadas en un ecosistema muy parecido al namibio pero a más de 10.000 kilómetros de la costa africana.
Los círculos de los desiertos de Namibia y Australia siguen un patrón similar al de las células de la piel
En los alrededores del poblado minero de Newman, en la región australiana de Pilbara, han hallado grandes extensiones de vegetación de matorral salpicadas de círculos similares a los de Namibia. Pero apenas han encontrado termitas, no hay rastro de gas subterráneo y allí no crece la E. gummifera. Más intrigante aún, como en el caso namibio, cada círculo australiano tiene otros seis más cercanos que forman un hexágono a su alrededor.
"Nuestros resultados demuestran una destacable congruencia entre los patrones de los círculos de hadas australianos y namibios", escriben los autores del estudio. Para ellos, la interacción entre el agua y la vegetación es la que crea un patrón tan específico. En concreto, comprobaron que el suelo de las calvas es rico en arcilla, mientras que el de las zonas de cubierta vegetal es más poroso. Al llover, el agua ha ido arrastrando los materiales hidrófilos hacia los bordes, dejando atrás la arcilla. Los dos elementos, agua y vegetación, se desenvuelven en un equilibrio inestable que genera las formas geométricas.
"Lo interesante de los círculos de hadas es que se presentan con gran regularidad y homogeneidad, incluso sobre grandes áreas, pero aparecen en una franja muy estrecha de lluvias", dice el autor principal del estudio, Stephan Getzin. Para este ecólogo del Centro Helmholtz para la Investigación Ambientalde Leipzig (Alemania), este patrón es fruto de la competencia por el agua. "Durante mucho tiempo, a los ecólogos no les convencía la idea de que las plantas de las zonas áridas pudieran auto organizarse, ya que los principios teóricos de estos procesos se basan en la física", añade.
Centenares de círculos han sido descubiertos en el desierto del estado de Australia Occidental. Kevin Sanders
Esta autoorganización es lo que planteó Turing en uno de sus últimos trabajos. La base química de la morfogénesis, escrita poco antes de quitarse la vida, planteaba cómo surgían patrones y estructuras en los sistemas naturales, desde un embrión hasta las rayas de una cebra. Muchos años después, aquellas ideas dieron forma a la teoría de la formación de patrones, confirmada en diversas ocasiones. El año pasado, por ejemplo, investigadores japoneses, descubrieron que los círculos del desierto de namibia compartían patrón con las células de la piel.
Sin embargo, hay un detalle que dificulta la comparación entre ambas concentraciones de círculos de hadas. Aunque los dos casos comparten ecosistemas similares, aridez y escasez de agua, ambos llegan al mismo resultado por mecanismo diametralmente opuestos.
"Mientras que los suelos arenosos de las calvas de los círculos de hadas de Namibia disponen de una gran capacidad de infiltración y almacenamiento de agua de lluvia, los círculos australianos se caracterizan por lo contrario: una cubierta rica en arcilla que casi repele el agua y que no permite la infiltración del agua de lluvia", comenta Jürgens, el de las termitas. Y sin esa aportación hídrica, no podría prosperar el matorral.
Para el biólogo alemán, que responde a este periódico desde el desierto de Namibia, el trabajo de sus colegas es notable y la teoría de la formación de patrones muy sugerente. Pero, como dice Jürgens: "Si el modelo de autoorganización fuera correcto, debería ser algo generalizado y habría círculos de suelo desnudo por todo el mundo". Para él, la respuesta al misterio sigue estando en las termitas.
Miguel Angel Criad - elpaís.com

Hallan el eslabón perdido que explica la evolución de Tyrannosaurus rex


Hallan el eslabón perdido que explica la evolución de Tyrannosaurus rex
Quizás la especie más representativa de los dinosaurios sea Tyrannosaurus rex. Pero este gigantesco carnívoro, uno de los últimos representantes de los antepasados de las aves sobre la Tierra antes de su extinción, presentaba hasta la fecha un pasado intrigante, lleno de claroscuros. Un trabajo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) da a conocer el "eslabón perdido" de los tiranosaurios, un hallazgo que explica cómo T. rexse convirtió en el rey de los dinosaurios.
La investigación, liderada por un equipo de la Universidad de Edimburgo, presenta una nueva especie de dinosaurio carnívoro denominada Timurlengia euotica. El ejemplar fósil encontrado en Uzbekistán es miembro del grupo Tyrannosauroidea, en el que está incluido Tyrannosaurus rex y otras especies ancestrales. Como explica a Hipertextual Stephen L. Brusatte, primer autor del estudio, la nueva especie de dinosaurio descubierta es "el primer tiranosaurio del frustrante período de tiempo de unos 20 millones de años del registro fósil durante el Cretácico medio, comprendido entre el tiranosaurio más antiguo y pequeño y el enorme depredador en el que se convirtió T. rex al final del Cretácico".

La intrigante evolución de los tiranosaurios

¿Por qué se habla de frustrante período? En palabras del Dr. Martín D. Ezcurra, investigador de la Sección de Paleontología de Vertebrados del Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" de Buenos Aires, "poco se conoce de la transición evolutiva entre los primeros tyrannosauroideos y las formas de mayor tamaño como Tyrannosaurus rex que habitaron América del Norte, Asia y Europa. Esta falta de conocimiento se debe al pobre registro fósil de dinosaurios durante los inicios del Cretácico tardío (100−80 millones de años atrás), el cual, en contraste, es muy abundante y bien estudiado en la Patagonia argentina". El hallazgo publicado en PNAS, por tanto, muestra un "eslabón perdido" entre los tiranosaurios más antiguos y pequeños hasta las especies más evolucionadas, caracterizadas por su gran tamaño.
Según explica Stephen L. Brusatte, el hallazgo demuestra que "los tiranosaurios se hicieron inteligentes antes de hacerse más grandes"La nueva especie Timurlengia euotica, como aclara Brusatte a este medio, "es todavía pequeña, con unas dimensiones parecidas a las de un caballo, pero presentaba un cerebro avanzado y sentidos similares a los que tenían los colosales depredadores del final del Cretácico". Estos resultados muestran, según el investigador de Edimburgo, que "los tiranosaurios se hicieron inteligentes antes de hacerse más grandes". La evolución que se refleja en los fósiles de Uzbekistán apunta que las grandes dimensiones que caracterizaron al T. rex, por ejemplo, aparecieron de manera más tardía cuando estos dinosaurios se situaron a la cabeza de la cadena alimentaria. En otras palabras, características como la especialización del cerebro y un oído interno desarrollado convirtieron a los tiranosaurios en los "reyes" de los dinosaurios.
Ezcurra señala a Hipertextual que "Timurlengia euotica adiciona una pieza muy importante para entender la evolución de los dinosaurios carnívoros en el hemisferio norte y la transición de los primeros tyrannosauroideos hacia los grandes depredadores de fines del Cretácico representados por Tyrannosaurus rex y sus formas afines". Según Brusatte, se conocían fósiles de tiranosaurios más antiguos, pero se trata de animales más pequeños, con unas dimensiones similares a las del ser humano, por lo que este descubrimiento ofrece una pista muy importante para entender la intrigante historia evolutiva de los tiranosaurios.
Los tiranosaurios fueron los mayores depredadores entre los dinosaurios y, posiblemente, los seres vivos más grandes que jamás hayan pisado la TierraLa importancia del hallazgo de Timurlengia euotica está en que nos permite entender la transformación de estos reducidos dinosaurios hasta convertirse en los enormes y amenazadores depredadores del tipo de Tyrannosaurus rex. Estos últimos eran "ejemplares únicos", como dice Brusatte a Hipertextual. "Fueron los mayores depredadores, en términos de masa corporal, entre los dinosaurios y, posiblemente, los seres vivos más grandes que habitaron sobre la faz de la Tierra", añade.
Estos tiranosaurios presentaban cabezas enormes con huesos robustos e inserciones musculares profundas, explica a este medio. También contaban con cerebros únicos, junto con grandes bulbos olfatorios y oídos internos desarrollados que les proporcionaban un sentido del olfato y del oído muy avanzados. "Timurlengia tiene alguna de estas características pero no todas, es una suerte de tiranosaurio intermedio", sostiene. Y aunque no sabemos por qué este grupo de dinosaurios alcanzó dimensiones de tales proporciones, Brusatte especula sobre la posible competencia con otros animales o la hipótesis de que evolucionaran en el momento en el que se produjo la extinción de dinosaurios tan grandes como ellos.
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La tecnología ha jugado además un papel clave para conocer más a este "eslabón perdido" en la historia de los tiranosaurios. "Utilizamos tomografías computerizadas para determinar la bóveda craneal y reconstruir digitalmente el cerebro, los nervios, los vasos sanguíneos y el oído interno", comenta el primer autor del estudio a este medio. "El oído interno de Timurlengia era realmente grande y, especialmente, presentaba una cóclea enorme. El tamaño coclear está relacionado estadísticamente con una mayor capacidad para oír sonidos de frecuencias bajas. Los tiranosaurios, incluyendo a Timurlengia y T. rex, presentaban cócleas más grandes que otros dinosaurios, por lo que tenían un súperpoder auditivo", explica Brusatte.
El uso de tecnología ha permitido reconstruir el cerebro y el oído interno de estos dinosauriosEl científico de Edimburgo, que ha liderado el trabajo junto a investigadores de la Universidad Estatal de San Petersburgo, la Academia Rusa de Ciencias y el Instituto Smithsonian de Estados Unidos, sostiene que en el futuro tratarán de encontrar nuevos restos de este tipo de tiranosaurios. "El problema es que hay muy pocos lugares donde podamos buscar fósiles de dinosaurios del Cretácico medio. Los dinosaurios de este tipo son muy raros porque existen pocas rocas que preserven estos fósiles, pero necesitamos seguir buscándolos", señala a Hipertextual. El hallazgo de este tiranosaurio, que apareció hace noventa millones de años, posibilitará realizar comparaciones entre la evolución de las especies del hemisferio norte y sur. Así podremos, en palabras de Ezcurra, "comprender más globalmente la evolución del grupo de dinosaurios que dejó a las aves como sus únicos descendientes actuales".
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