jueves, 4 de agosto de 2016

La vida en la Tierra podría ser prematura

Quizá no deberíamos estar aquí. De hecho, es mucho más probable que la vida, tal como la conocemos, se desarrolle en un futuro distante que cuando lo hizo en la Tierra, hace alrededor de 4.000 millones de años, apenas 600 millones de años después de la formación de nuestro planeta. Eso, al menos, es lo que sostiene un equipo de investigadores coordinados por el físico Avi Loeb, del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, en su último trabajo, que se publicará en la revista Journal of Cosmology and Astroparticle Physics.
Algunos científicos creen que entre el nacimiento del universo, hace unos 13.800 millones de años, y la aparición de los primeros seres vivos en la Tierra, media el tiempo suficiente como para que la vida haya prosperado en otros mundos más antiguos que el nuestro. Las condiciones ya estaban ahí solo 30 millones de años después del big bang, cuando las primeras estrellas alimentaron el cosmos con los elementos necesarios para que se diera tal posibilidad, como carbono y oxígeno. Cuando transcurran 10 billones de años, las últimas estrellas desaparecerán y el universo dejará de ser habitable.

El tiempo que perduran estos objetos es, en este sentido, un factor clave para el desarrollo de la vida. Cuanto más masiva es una estrella, más corta suele ser su existencia. Así, las que poseen más de tres veces la masa del Sol podrían extinguirse antes de que en su sistema se desarrolle cualquier organismo. Por el contrario, las menos masivas subsisten durante mucho más tiempo, y las probabilidades de que a su alrededor surjan formas de vida aumenta. Por ello, Loeb y su equipo calculan que es mil veces más fácil que esta se de en un futuro lejano que en la actualidad.
"Podríamos preguntarnos por qué no estamos viviendo dentro de muchos años en un sistema presidido por una estrella poco masiva", señala este investigador. "Una posibilidad es que, simplemente, seamos prematuros; otra, que el entorno cerca de este tipo de objetos, como las enanas rojas, no sea favorable para que surjan formas de vida", indica.
Y es que las citadas enanas rojas, por ejemplo, pueden ser muy dañinas. Se sabe que en sus primeras etapas de desarrollo emiten intensísimas fulguraciones solares y suficiente radiación ultravioleta como para esterilizar un planeta situado en la zona habitable. Para determinar si este es el caso o si la vida en la Tierra ha surgido demasiado pronto, Loeb propone estudiar concienzudamente los sistemas cercanos dominados por enanas rojas, una tarea que facilitarán los futuros observatorios espaciales James Webb y TESS.
Imagen: ESO / L. Calçada para Muy Interesante.es

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