jueves, 31 de agosto de 2017

La picadura de una medusa

Las medusas son unos de los animales más primitivos de nuestro planeta. Surgieron en los océanos hace más de 600 millones de años y, desde entonces, sus características morfológicas apenas han cambiado. Su sencillez anatómica les ha permitido sobrevivir en la mayor parte de los hábitats marinos e incluso de los dulceacuícolas.

Una explicación de su éxito evolutivo la hallamos en unas células denominadas cnidocitos, una de las armas biológicas más eficaces conocidas en el reino animal. Concentrados en los tentáculos, aunque distribuidos por todo el ectodermo de la medusa, los cnidocitos son específicos de todos los cnidarios. En estas células se almacena el veneno que la medusa inocula a sus presas para anestesiarlas antes de ingerirlas o, por el contrario, emplea como mecanismo de defensa contra los ataques de depredadores. Ante alguna de esas situaciones, en tan solo 3 milisegundos el cnidocito dispara un filamento que descarga el veneno. Se trata de uno de los procesos de exocitosis (expulsión de sustancias por parte de la célula) más rápidos conocidos hasta el momento.

La composición del veneno y, por consiguiente, su toxicidad varían de una especie de medusa a otra. La virulencia de la picadura en los humanos dependerá, pues, de la toxicidad, pero también de la cantidad de veneno inoculado. Algunas medusas del Mediterráneo, como Pelagia noctilucaRhizostoma pulmo o Carybdea marsupialis, están catalogadas como especies de toxicidad media-alta. Tras el contacto accidental con los bañistas en las playas, activan su mecanismo de defensa natural y con ello generan riesgos para la salud pública. En algunas zonas de la costa española, más de la mitad de las asistencias médicas solicitadas se deben a picaduras de medusa.

En el marco del proyecto de investigación Repercusiones Clínicas y Medioambientales de las Medusas en el Mediterráneo (RECLAIMED, que cuenta con el apoyo de la Fundación Bancaria «La Caixa»), nuestro grupo del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, junto con el Hospital Clínico de Barcelona, estamos realizando ensayos in vitro para determinar la eficacia de distintos tratamientos de atención preclínica. Con ellos buscamos la manera de impedir el disparo de los cnidocitos mediante la inactivación de estas células. Entre los tratamientos ensayados destacan la aplicación de vinagre, amoníaco, agua dulce, bicarbonato sódico, calor y frío. Intentamos aclarar cuál es el tratamiento más adecuado, puesto que no existe consenso internacional sobre ello, además de que no hay metodologías estandarizadas que permitan comparar los resultados entre distintos laboratorios de forma rigurosa.



En los tentáculos se observan agrupaciones de cnidocitos conocidas como baterías. [x 60] [Rubén Duro]

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