sábado, 8 de agosto de 2015

El Mochuelo (Athene noctua): el amo del Olivo.

La inconfundible silueta rechoncha del mochuelo recortándose al atardecer sobre un poste o un majano es todavía una de las imágenes más habituales y características de los ambientes agrarios españoles. Especie muy adaptable en lo que a la elección del hábitat y a su alimentación se refiere, este pequeño búho se extiende por la mayor parte de nuestro territorio, donde alcanza, en ocasiones, elevadas densidades —las más altas de todo el continente europeo—, a pesar de las negativas transformaciones sufridas últimamente por nuestros paisajes rurales.



Se trata de un ave de distribución euroasiática y norteafricana, que se extiende por prácticamente toda Europa —a excepción de las zonas más norteñas, Irlanda e Islandia— y buena parte del centro de Asia hasta el este de China y Corea, así como por Oriente Medio y las regiones bañadas por el mar Rojo, incluida casi toda la península Arábiga. Presenta un gran número de subespecies
El mochuelo europeo es una pequeña rapaz nocturna de formas rechonchas, que se caracteriza, sobre todo, por una voluminosa y redondeada cabeza carente de penachos cefálicos. En su plumaje predominan los tonos marrones y grisáceos profusamente moteados de blanco. Las partes ventrales son más claras que las dorsales, aunque aparecen también intensamente moteadas. Los mochuelos, como otras estriguiformes, tienen los ojos mirando hacia el frente lo que les confiere visión estereoscópica, lo que significa que puede ver en cualquier objeto con ambos ojos al mismo tiempo y mediante la comparación de los ángulos de estos dos puntos de vista diferentes puede juzgar la distancia a la que está el objeto. Esto, por supuesto, es esencial en la captura de presas. Para tener una mejor idea de la distancia a la que se encuentran éstas, los mochuelos intentan mirar un objeto interesante, o una presa,  desde tantos ángulos como sea posible y esto explica el bamboleo y los curiosos movimientos de cabeza típicos de esta especie.  La ancha cabeza se adorna con finas manchas blancas y las plumas que rodean el pico y las llamativas cejas blancas enmarcan unos grandes ojos amarillos de expresión sorprendida (dibujo 2). La cola es corta, al igual que las alas, que tienden a ser redondeadas; tanto una como otras aparecen abundantemente barradas con franjas parduzcas. El vuelo es rápido y marcadamente ondulado. Al ser un ave de hábitos parcialmente diurnos, es muy frecuente observar la característica silueta redondeada del mochuelo sobre tocones, tejados o piedras, incluso durante las horas centrales del día.
El mochuelo emite una gran variedad de sonidos durante todo el año, tanto de noche como de día, pero todos ellos tienden a ser muy agudos y con profundas inflexiones que recuerdan a un maullido. A menudo emite un kíu penetrante y quejumbroso; la voz de alarma es una secuencia rápida, explosiva y repetitiva, chi-chi-chi-chi.


Las poblaciones europeas de la especie se han estimado en 180.000-540.000 parejas reproductoras. La población española es la más importante de Europa y, según el Atlas de las aves reproductoras de España (2003), se ha calculado en unas 40.000 parejas, si bien es posible que esté infravalorada puesto que se carecía de información para el 18% de las cuadrículas con presencia de la especie. Aunque no se dispone de datos a
escala nacional, parece que se ha producido un considerable descenso poblacional en las últimas décadas, no exento en todo caso de fuertes oscilaciones interanuales. A pesar de ello, los datos del programa Noctua apuntan una tendencia estable o ligeramente positiva. 



Poco exigente a la hora de elegir su hábitat, el mochuelo se instala de buen grado en una gran variedad de ambientes, desde sotos ribereños a parques urbanos, así como dehesas y bosquetes, si bien las mejores densidades se encuentran en espacios más bien abiertos, sobre todo paisajes agrícolas no demasiado homogéneos, en los que se alternan cultivos de secano, olivares, sotos, arbolado disperso y eriales. No es infrecuente que se instale en el interior de poblaciones.
La dieta de este pequeño búho varía ostensiblemente en función de la disponibilidad local de presas. En las regiones del sur, una buena parte de la dieta está compuesta de invertebrados (grillos, escarabajos, saltamontes, polillas, lombrices, etc.), mientras que a medida que se asciende en latitud aumenta la proporción de vertebrados (especialmente roedores). A lo largo de su territorio, el mochuelo dispone de varios posaderos desde los que acecha a sus presas, aunque otras veces prospecta el suelo en busca de insectos y lombrices 
Los mochuelos, como otras especies de aves, forman parejas estables a lo largo de toda la vida, e incluso tienen bastante apego por sus nidos. Las parejas se mantienen hasta que uno de los dos miembros muere. La puesta consta de dos a cinco huevos al año que incuban durante un periodo de unos veinticinco a treinta días entre los meses de mayo y junio.

En la mitología griega (y romana), la diosa Atenea (o Minerva) iba acompañada de una rapaz nocturna, que a veces es confundida con una lechuza, Tyto alba, pero la mayoría de los textos y representaciones indican que esta ave era un mochuelo, entre otras cosas por la distribución de ambas aves en el continente europeo, ya que las lechuzas se pueden encontrar difícilmente en Grecia, mientras que el mochuelo está ampliamente distribuido por allí. El propio nombre científico del mochuelo hace referencia a este conflicto de nombres: Athene noctua podría traducirse como “la lechuza de Atenea”.

Nacho Padró

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