sábado, 24 de octubre de 2015

Los dinosaurios sobrevivieron al meteorito, pero no a la lava

La extinción de los dinosaurios tiene como sospechosos principales el impacto de un meteorito y una actividad volcánica explosiva. Ninguno de los dos puede considerarse el culpable de la extinción de manera aislada: si hubiese sido solo por el meteorito o solo por los volcanes, los dinosaurios podrían haber sobrevivido. Lo dice un grupo de geólogos de la Universidad de Berkeley (California), que ha descubierto que el impacto del asteroide en la Tierra de hace 66 millones de años modificó abruptamente la actividad volcánica y que estos dos componentes, tomados de manera conjunta, explican la extinción de los dinosaurios. Este nuevo estudio, publicado en la revista Science, incluye las fechas más precisas que se tienen hasta el momento para ubicar las erupciones.
La investigación del terreno en la meseta del Decán (en India) revela que esta cadena volcánica sufrió un cambio de estado que coincide aproximadamente con el impacto del meteorito en Yucatán (México) y la extinción masiva del Cretácico. Tras el meteorito, las erupciones volcánicas pasaron a ser más espaciadas pero mucho más explosivas. Las cámaras de magma se hicieron más grandes después del impacto: necesitaban más tiempo para llenarse, pero cuando lo hacían, expulsaban más lava y de manera más violenta. Aproximadamente el 70% del volumen total del magma almacenado en el Decán fue expulsado en una serie de erupciones masivas.El inicio de estas erupciones se produjo en un margen de 50.000 años —un abrir y cerrar de ojos en términos geológicos— con relación a la extinción. Podría haberlas causado la energía sísmica liberada por el meteorito. "Basándonos en nuestra datación de la actividad volcánica, podemos estar bastante seguros de que ambos [el meteorito y las erupciones] provocaron la extinción masiva. Es casi imposible atribuir los efectos atmosféricos a uno u otro. Ambos sucedieron al mismo tiempo", asegura en la nota de prensa el investigador principal, Paul Renne, profesor de la Universidad de Berkeley y director del Centro de Geocronología en Berkeley.
Las nuevas fechas demuestran que los flujos de lava de la gran cadena volcánica del Decán funcionaban a un ritmo más lento antes del impacto. Tanto el meteorito como la actividad de los volcanes habrían cubierto el planeta con los vapores tóxicos y sustancias nocivas que cambiaron drásticamente el clima e hicieron que muchas especies desaparecieran. Además, la intensa actividad volcánica desatada hizo que, después de la catástrofe, fueran necesarios más de medio millón de años para que volviera a existir una biodiversidad parecida a la que había antes de la extinción. 
Ya en una investigación similar en 2013, Mark Richards, profesor de la Universidad de Berkeley y coautor del estudio actual, sugirió que el cometa o impacto de un asteroide reavivó los flujos de lava en la zona del Decán. En ese momento, Richards no se atrevía a decir cuál de los dos eventos había sido la sentencia de muerte real para gran parte de la vida en la Tierra. Pero sentenció: "Si nuestras fechas continúan estableciendo el impacto, la extinción y el aumento de actividad volcánica cada vez más cerca [como ha sucedido con este nuevo estudio], la gente va a tener que aceptar la posibilidad de que hay una fuerte conexión entre ellos".

¿Meteorito o erupción volcánica?

M. V. N.
En 1980, el geólogo Walter Álvarez y su padre, el fallecido Luis Álvarez, descubrieron que un gran meteorito impactó en la Tierra hace 66 millones de años. El impacto dejó un gran cráter llamado Chicxulub en la península de Yucatán (México).
Desde entonces, algunos científicos han argumentado que fue ese impacto el culpable de la desaparición de los dinosaurios. Otros defienden que fueron las grandes erupciones volcánicas en la India, en la meseta del Decán, las culpables de las extinción.
El nuevo descubrimiento de la Universidad de Berkeley es el primero que aúna ambas teorías. Paul Renne, Mark Richards y sus colegas publicarán las fechas de la erupción volcánica en la revista Science este viernes.

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