miércoles, 3 de enero de 2018

Cómo comprobar que la Tierra es redonda, ciencia básica para niños y terraplanistas

Con tecnología de palos y piedras.
Juan jose 311765
A pesar del fallido¹ intento del rocketman Mike Hughes por lanzarse en un cohete casero para publicitar la creencia de que la Tierra es plana, lo cierto es que cualquiera puede comprobar (incluso los terraplanistas) que vivimos en una esfera sin necesidad de volar por los aires: basta con clavar un palo en el suelo, o con mirar al cielo.
Así es como se sabe desde hace más de 2000 años que la Tierra es esférica.
Uno de los métodos para determinar la redondez de la Tierra lo aplicaron por primera vez (que sepamos) los antiguos griegos. Esto se logró comparando la sombra que proyectaba un palo en el mismo momento pero en diferentes lugares. Cuando en un lugar el sol está situado justo encima un palo no proyecta ninguna sombra. Pero en ese mismo momento y en otro lugar, a unos 800 km al norte, un palo sí proyecta sombra.

Si la Tierra fuera plana entonces ambos palos proyectaría la misma sombra (o ninguna) en el mismo momento, porque ambos palos tendrían el mismo ángulo con respecto al Sol. Los antiguos griegos descubrieron que las sombras eran diferentes porque la Tierra estaba curvada. Por tanto, en un mismo momento, los palos tenían ángulos diferentes con respecto al Sol. Luego usaron la diferencia de los ángulos para calcular la circunferencia de la Tierra y se las arreglaron para calcularla con un margen del 10 por ciento respecto a su medida real — lo cual no está nada mal teniendo en cuenta que esto fue en el año 250 antes de nuestra era.
El artículo también menciona otros métodos de ciencia elemental que evidencian que la Tierra no es plana: el cielo nocturno es diferente en el hemisferio norte y en el hemisferio sur: “Si la tierra fuese plana en todo el mundo se vería el mismo cielo por la noche.” Y también están el día y la noche: si la tierra fuera plana en todo el mundo sería de día y sería de noche al mismo tiempo.
Fotografía de Juan Jose en Unsplash.
Por Nacho Palou

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