Barcelona. (Efe).- El derecho, la economía y las ciencias sociales ven a los grandes primates, a su sentido de la justicia y a su malicia, como aliados para conocer más de la naturaleza humana, en un estudio comparado que centra los trabajos del equipo de Josep Call en el Max Planck Institut de antropología evolutiva de Leipzig.
Este primatólogo catalán (Barcelona, 1966) ha explicado en una entrevista con Efe que las ciencias sociales en general han comenzado "a tomarse más en serio" las investigaciones que se están llevando a cabo sobre el comportamiento y la cognición de los chimpancés y otros primates.
"¿Por qué? Porque muchos trabajos que ellos y nosotros hacemos están muy relacionados, y además sirven como punto de referencia, la comparación siempre es interesante" recalca Call, que ha pasado por Barcelona invitado por la Fundación Mona y la Universidad Blanquerna para ofrecer un seminario sobre ciencias sociales y biología evolucionista.
El estudio con chimpancés, gorilas, bonobos u orangutanes con los que Call realiza sus trabajos en Leipzig permiten no solo el estudio directo de estas especies, sino obtener inferencias sobre la evolución humana, por ejemplo, saber si la capacidad de utilizar instrumentos es algo reciente o se daba en especies más antiguas de primates.
"Sorprende que se diga que el hombre es especial en este planeta, pero no se observan a otras especies. Comparando a los primates te das cuenta de lo que hacemos unos y otros. Este es un método esencial en el área de conocimiento", argumenta.
El equipo de Call recibe peticiones de investigadores de áreas tan dispares como el derecho, la lingüística, la psicología o la economía para ver cómo se comportan los primates ante ciertas situaciones, cómo reaccionan, y si lo hacen de forma diferente al hombre.
Una de estas pruebas se basa en el juego que los economistas llaman ultimátum: a una persona se le ofrece una cantidad de euros que puede compartir con otra de la forma que quiera (dándole entre el 10 y el 90%) aunque hay una regla: si el que recibe no está de acuerdo y no acepta lo que se le ofrece, ninguno de los dos se queda con nada.
En la mayoría de las culturas, los humanos ofrecen entre un 40 y un 50% de la cantidad y así el "otro" suele aceptar. Si la oferta es del 20% o menor, el que recibe habitualmente la rechaza. Se trata de un mecanismo un poco irracional, ya que el individuo que responde prefiere quedarse sin nada antes que el otro se quede con el 80%.
En los chimpancés, el comportamiento es bien diferente, lo que suelen hacer es ofrecer el mínimo pero, por el contrario, el "otro" acepta "cualquier cosa por encima de cero", es decir, se comportan como maximizadores racionales.
"Esto quiere decir que no están dispuestos a incurrir en una pérdida por el hecho de que el otro se quede con más", afirma Call, quien recalca que los chimpancés son más prácticos en este sentido económico, alejándose de un concepto más humano como es el de una supuesta justicia social del reparto.
Igualmente, los científicos que trabajan con grandes primates en el Max Planck Institut realizan con estas especies pruebas próximas al ámbito del derecho. "Al igual que para el hombre es importante saber si una acción se ha hecho aposta o no, si ha sido accidental o por el contrario a propósito, esto también cuenta entre los chimpancés", explica Call.
Así, si uno de estos animales hace algo malo a propósito el castigo que puede recibir por parte de sus congéneres es mayor que si se debe a un hecho accidental. Es decir, se produce un eximente como ocurre en la cultura humana.
Entre los trabajos que se están llevando a cabo en la actualidad en Leizpig para analizar el proceso cognitivo de los primates están los dirigidos a determinar si dos chimpancés son capaces de trabajar conjuntamente, comprobar si pueden cooperar haciendo cada uno una tarea diferente -utilizando herramientas o instrumentos variados- que les reporte un beneficio: algún tipo de alimento.
Carla Gallén
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