Las personas tenemos una aversión natural por las cosas muertas porque los cadáveres pueden provocarnos enfermedades, y nuestro cerebro está programado para usar este miedo con el fin de evitar esas enfermedades. Eludir a los depredadores que desean cazarnos es también algo para lo que nuestro cerebro está condicionado a través de millones de años de evolución.
Los vampiros humanos de la mitología y el arte, desde Drácula hasta los protagonistas de sagas de moda como la de "Crepúsculo" están muertos, y además son también depredadores potenciales nuestros. Entonces, ¿por qué existe una atracción popular tan grande hacia estos personajes? Indudablemente, influyen el atractivo físico de los actores y actrices que los encarnan, así como la fuerte carga erótica asociada a menudo a ese vampirismo de la ficción, pero debe haber algo más.
James Nairne, profesor de ciencias psicológicas en la Universidad Purdue, Estados Unidos, quien imparte en dicha universidad un curso sobre la psicología de lo sobrenatural, tiene formada una opinión sólida al respecto de las causas de esa atracción hacia los vampiros.
Han existido historias de vampiros desde hace miles de años. Incluso hay evidencia de que antes de los tiempos bíblicos la gente creía en la existencia de criaturas similares a vampiros.
Los expertos que estudian el mito de los vampiros atribuyen la longevidad de éste en parte a la naturaleza dual del miedo y la fascinación.
Para que perdure un concepto sobrenatural, debe estar parcialmente en una categoría natural. Los vampiros lo están: son parecidos a las personas vivas. Esto nos permite ponernos en su lugar, imaginar lo que sentiríamos si fuésemos vampiros, y comprender sus motivos para actuar del modo en que lo hacen. Al mismo tiempo, los conceptos sobrenaturales violan características de su categoría natural. Los vampiros son como los humanos, pero a diferencia de nosotros, están muertos y beben sangre. Si viola demasiadas de estas características, el concepto sobrenatural no será creíble y no perdurará.
Estos aspectos hacen que en la mente humana los vampiros sean fascinantes y detestables a la vez.
Pero, tal como señalan Nairne y la sabiduría popular, la cuestión clave está en que los vampiros siguen existiendo aún estando muertos. La muerte es muy difícil para nosotros porque no podemos aceptar con facilidad la idea de que una persona deje de existir, ya sea un ser querido o nosotros mismos. Los vampiros provocan repulsión en nuestras mentes porque tenemos miedo de que nos puedan contaminar, y sin embargo nos atraen porque personifican la idea de que el alma, o la condición de ser consciente, o como queramos llamar a lo que nos hace seres dotados de autoconsciencia, sigue existiendo después de la muerte.
Eli Mosolova
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