Los exrtaordinarios relieves volcánicos del Hoggar, conocidos en el mundo entero por su belleza y por sus habitantes autóctonos, los tuareg, representan, de hecho, la parte central de un vasto levantamiento de la corteza terrestre de más de 600 km de diámetro y 2.000 metros de altitud media.
Este enorme espectáculo está coronado por macizos volcánicos que van del eoceno terminal (30 millones de años) al cuaternario recierte. Allí, en el macizo del Atakor, se levanta la ermita del padre Charles de Foucault.
La particular morfología del Hoggar y su volcanismo serían consecuencia de la fusión parcial del manto superior. Tal fusión podría haber sido provocada por la subida a la superficie desde las profundidades del globo terrestre de un conjunto de materia a muy alta temperatura, que al chocar con las diferentes temperaturas de superficie habrian producido una solidificación con gases, lo que podría explicar la baja densidad (como sucede con las pumitas volcánicas que al atrapar aire pueden llegar a flotar).
Para descubrir esta anomalía gravimétrica se han hecho 22 sondeos magnetotelúricos que han dado datos de hasta 100 km de profundidad y se han combinado con los datos de 36 estaciones de teleseísmos durante 3 meses a lo largo de 600 km.
Nacho Padró.