lunes, 22 de febrero de 2021

Pseudociencias y teorías de la conspiración: ignorando la raíz del problema

 La actividad favorita de mucha de la divulgación científica occidental es la de blandir los afilados sables del hacer científico contra las pseudociencias. En algunos casos, esta actitud nace de un convencimiento ideológico de que como requisito para una sociedad justa y democrática se necesitan individuos racionales y dotados de pensamiento crítico. Sin embargo, en la mayoría de los casos la actividad trata simplemente de sacar pingües beneficios con la crítica, ya sea escribiendo libros escasamente sesudos sobre el asunto y que se promocionan como lo haría cualquier bebida energética, o dando conferencias a lo largo y ancho de la geografía como si de una estrella del rock se tratase. Si quieres que tu equipo parezca bueno, haz que tenga enfrente a rivales débiles . Esto se traduce en un interés casi obsesivo de muchos divulgadores/as en buscar el enfrentamiento continuo con terraplanistas y vendedores de pseudoterapias.

GRADUALISMO ENTRE CIENCIA Y PSEUDOCIENCIA

Michael Shermer es un conocido historiador de la ciencia, actualmente columnista de Scientific American, que ha recorrido estas dos formas mainstream de enfrentarse a las pseudociencias. Creció en una familia no adscrita a ninguna religión, pero un amigo suyo del instituto lo introdujo en el cristianismo, convirtiéndose a él y haciéndose un ferviente defensor del mismo. No fue hasta la universidad, estudiando asignaturas de teología y formándose en psicología, cuando asimiló una cuestión epistemológica fundamental: formular hipótesis, poder probarlas y someterlas a prueba.

Así, comenzó a dejar de lado sus creencias religiosas y, en ese impás ideológico, entre dos aguas, es donde más productivo y comprensivo se mostró hacia “lo no racional”. Se interesó por la sociología de las pseudociencias y por su epistemología: ¿qué elementos tienen en común?, ¿por qué son tan atractivas para muchas personas?, ¿cómo son sus fundadores?, ¿cuales son sus motivaciones? 

Comprender qué lleva a las personas a creer en construcciones teóricas distintas de las respaldadas por la ciencia es un objetivo mucho más noble que crear polarización en torno a lo que se debe, o no, creer y, además, de paso, usarlo como excusa para lucrarse, en el más amplio de sus sentidos (ganar dinero, poder, prestigio), por el camino.

Las pseudociencias tienen unas primas hermanas en el campo de lo político: las teorías de la conspiración. De hecho, tienen muchas cosas en común, sobre todo en lo que respecta a su defensa “frente a la creencia establecida”. Shermer en su libro “Las fronteras de la ciencia” reconoce que la definición de pseudociencia no es algo sencillo y que se parece más a una línea continua entre lo científico y lo pseudocientífico. No existirían solamente dos colores sino una amplia gama entre dos extremos ideales que apenas existen en la realidad. Solamente una conceptualización laxa, de “lógica difusa”, nos permite entender por ejemplo, cómo uno de los grandes científicos de la historia, Alfred Russell Wallace (el co-descubridor junto a Charles Darwin del principio de la selección natural), luchara contra los terraplanistas con el mismo fervor que defendía la evolución y, a su vez, pusiera sus esperanzas en el espiritismo como aproximación científica válida a la vida en el más allá. No nos podemos olvidar de que en filosofía de la ciencia no existe un criterio ahistórico y universal que nos permita distinguir ciencia de pseudociencia. Muchas veces, para poder realizar esta distinción, hay que estudiar en profundidad la ciencia misma, de tal forma que en ocasiones sólo los expertos en cada campo tienen las herramientas necesarias para hacer esta distinción, y únicamente  dentro de ese campo.

TEORÍAS DE LA CONSPIRACIÓN Y LA INESTABILIDAD COMO FACTOR CAUSAL DE LAS EXPLICACIONES ALTERNATIVAS

Por su parte, el psicólogo Jan-Willem Van Prooijen de la Universidad de Vrije (Amsterdam, Países Bajos) e investigador del NSCR (Instituto Neerlandés para el estudio del delito y la aplicación de la ley) cree que existen, al menos, 5 ingredientes típicos de una construcción teórica que pueda merecer el nombre de Teoría de la Conspiración: I) La existencia de conexiones no aleatorias entre acciones, objetos y personas, haciendo así que una determinada cadena de acontecimientos no ocurra “por casualidad” (existen patrones), II) supone que un evento es causado intencionalmente y tiene un propósito (tiene agencia o existen agentes detrás de la misma), III) involucra a una coalición o un grupo de múltiples actores (conspiración para actuar), IV) tiende a asumir que los objetivos son malvados, egoístas y/o que van en contra del interés público (hostilidad) y V) existe un secreto continuo (una conspiración que se expone y se demuestra cierta es un hecho probado, no una teoría).

Estas cinco características permitirían proporcionar explicaciones amplias e internamente consistentes que ayudan a las personas a preservar sus creencias frente a la incertidumbre y la contradicción. Pero hay algo realmente llamativo. Según Karen M. Douglas, psicóloga de la Universidad de Kent (Ohio, EE.UU.) y sus colegas de la escuela de psicología, la probabilidad de aparición y de adhesión a las teorías de la conspiración parece ser más fuerte cuando ocurren eventos especialmente grandes o significativos y las explicaciones dadas por las instituciones en general dejan a la gente insatisfecha debido a su carácter mundano, poco complejo o parcial. Es lo que se conoce como cierre cognitivo o esa motivación interna de los individuos que busca terminar con la incertidumbre. 
La probabilidad de aparición y de adhesión a las teorías de la conspiración parece ser más fuerte cuando ocurren eventos especialmente grandes o significativos y las explicaciones dadas por las instituciones en general dejan a la gente insatisfecha debido a su carácter mundano, poco complejo o parcial. 

Así, tenemos como parte esencial de la creencia en “explicaciones alternativas” (pseudociencias y teorías de la conspiración), los estados anímicos de incertidumbre. El propio Van Prooijen, junto a Nils B. Jostmannreconoce que es justo en situaciones de inseguridad social cuando la creencia en teorías de la conspiración puede fortalecerse. Así, podría entenderse la creencia en explicaciones alternativas como una forma de proteger las creencias frente a la incertidumbre, aunque estas explicaciones tengan fallos epistemológicos o sean menos precisos.

Haciendo una prospección preliminar, y utilizando Google Trends y datos sobre el crecimiento del PIB del Banco Mundial, puede verse cómo la caída del PIB en 2009 y la acual caída del PIB debido a la crisis sanitaria global se correlaciona con subidas en el interés del término “teoría conspirativa”. También este fenómeno se puede encontrar en trabajos recientes donde se han hallado correlaciones entre el haber sufrido confinamiento y cuarentenas debidos a la COVID-19 y el aumento en la creencia en pseudociencias. 

INESTABILIDAD Y ECONOMÍA

Desde los años 1970 y 1980, con el auge del nuevo paradigma neoliberal y su correlato en las políticas públicas, la Nueva Gestión Pública, y la explosión y expansión de este paradigma tras el conato neokeynesiano (“hay que refundar el capitalismo”) tras la crisis de 2008, las gentes de occidente han sido sometidas a medidas mal llamadas de “austeridad” basadas, en resumidas cuentas, en flexibilizar las normativas de los recursos esenciales para la vida (trabajo, vivienda, sanidad, energía, transporte, etc.) para permitir una mayor productividad del capital a costa de las vidas: trabajos temporales, con salarios muy por debajo de los límites mínimos de un nivel de vida digno; viviendas con alquileres e hipotecas con precios por las nubes que se han multiplicado varias veces más que los salarios reales durante estos años; energía con precios que empujan a casi la mitad de la población a la pobreza energética, etc.

En el caso de los recortes en sanidad nos encontramos con que, en aras de la “eficiencia”, todo el sistema queda orientado a tratar de hacer que los pacientes mejoren de la enfermedad consumiendo los menores recursos posibles. Esto da lugar a interminables listas de espera y a que se deshumanice la relación entre médico y paciente por las prisas en atender al siguiente, de tal forma que la experiencia del enfermo muchas veces es de total abandono y depresión. Esta experiencia, y no el avance objetivo de la enfermedad, es una de las causas que llevan a muchas personas a buscar el consuelo en las pseudoterapias. Más que una píldora milagrosa, lo que buscan estos pacientes y sus familiares es la atención que muchas veces la sanidad pública no puede proporcionarles.

Es decir, las propias políticas destructoras de la vida llevan a las condiciones materiales de vida (la inestabilidad y la soledad) que parecen estar detrás del auge de las pseudociencias y de las teorías de la conspiración. 

Ahora bien, ¿están funcionando correctamente los mecanismos para combatir este auge? ¿Realmente el sistema educativo está contribuyendo a dar a la población la formación científica necesaria para distinguir ciencia de pseudociencia? ¿Está ayudando la divulgación científica más popular? 

LA ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS EN LAS ESCUELAS

La forma de enseñar ciencia en las escuelas ha tenido tradicionalmente varios defectos muy importantes que se han ido mejorando poco a poco en las últimas décadas. Sin embargo, hemos visto cómo, en los últimos años, algunas leyes educativas, como la que nos impuso el Partido Popular, la LOMCE, y muchas nuevas modas educativas que están promocionando las empresas privadas, tratan a la ciencia en la enseñanza como un conjunto de respuestas correctas a una serie de ejercicios estandarizados que los alumnos tienen que memorizar. Por ejemplo, la presencia de exámenes estandarizados, que nos venden como una forma de dar objetividad a la evaluación del proceso de enseñanza-aprendizaje, obliga a profesores y alumnos a dedicar la mayor parte del tiempo, no al aprendizaje, sino a entrenar para completar correctamente un documento burocrático llamado examen. Esta forma de “enseñar”, denominada “teaching to the test” es actualmente uno de los mayores obstáculos para que los estudiantes completen sus estudios de secundaria con la formación adecuada y constituye un fraude, al dar a muchos estudiantes la idea equivocada de que dominan una materia sólo porque han obtenido una buena puntuación en los exámenes estandarizados. A muchos, además, les causa sentimientos de ansiedad y miedo, que contribuyen a alejar la ciencia de la ciudadanía. 

Esto tiene como consecuencia que los estudiantes, en vez de formarse en la razón y la crítica, afrontando con paciencia la incertidumbre de lo desconocido, entendiendo la importancia del consenso,  se acostumbren a aceptar como válidos los argumentos de autoridad, que algunos rechazan y otros abrazan. Está claro que, sin el espíritu crítico que caracteriza a la ciencia, la población es más susceptible de ser engañada por los timadores de las pseudoterapias.

Por todo ello, debemos evitar que los exámenes estandarizados se conviertan en la principal herramienta de evaluación y, en su lugar, potenciar un tipo de aprendizaje de las materias científicas basado en el planteamiento y corroboración de hipótesis, así como la elaboración de trabajos multidisciplinares. Es de esperar que esta alternativa sea una opción de futuro que mejore el pensamiento crítico de los pueblos del mundo y los proteja contra el marketing, las teorías de la conspiración y las pseudoterapias. Todo ello, sin olvidar que nuevas propuestas pedagógicas, basadas en estos principios, pero con unos objetivos exactamente iguales a los de los exámenes estandarizados (a saber, producir cohortes de personas preparadas para el modelo económico vigente), están emergiendo en el panorama educativo y ante las que hay que ser también críticos.

LA DIVULGACIÓN CIENTÍFICA FRENTE A LA PSEUDOCIENCIA

¿Está ayudando la divulgación científica que se está haciendo a enseñar a los ciudadanos a distinguir ciencia de pseudociencia? En primer lugar, la mayor parte de la divulgación científica que se está haciendo no llega tan lejos, ya que por un lado tiene más bien el objetivo de entretener por encima del de enseñar, y por otro el de legitimar el status quo, con lo que es poco útil para combatir las pseudociencias.

La buena noticia es que en los colectivos que se dedican a la divulgación sí parece que hay una convicción clara en que es importante ayudar a la ciudadanía a no caer en los engaños de las pseudociencias. Sin embargo, la mayor parte de la divulgación que se hace en nuestro país, dominada por los círculos autodenominados “escépticos” (en realidad son pseudoescépticos), basa su lucha contra las pseudociencias en tratar de enseñar generalidades sobre el método científico que de poco sirven a la población para distinguir ciencia de pseudociencia (“la ciencia nos salvará”). Esto es así porque el método científico universal y ahistórico que continuamente invocan como criterio de distinción es un mito, no existe. Cualquiera con unos conocimientos básicos de historia y filosofía de la ciencia sabe que la ciencia es una actividad dinámica, que las metodologías científicas cambian con la época y con el campo de estudio. Quizá, en parte, esto venga motivado por el histórico desdén al cual se ha sometido a las ciencias sociales cuando se trata de comprender fenómenos complejos y con múltiples enfoques posibles.

El método científico universal y ahistórico que continuamente invocan como criterio de distinción es un mito, no existe. Cualquiera con unos conocimientos básicos de historia y filosofía de la ciencia sabe que la ciencia es una actividad dinámica, que las metodologías científicas cambian con la época y con el campo de estudio.

Sin embargo, el mensaje que transmiten la mayoría de divulgadores famosos suele ignorar que la diferencia muchas veces entre ciencia y pseudociencia es más una cuestión cuantitativa que cualitativa. Además lo hacen de manera autoritaria, reforzando las dinámicas educativas mencionadas anteriormente.

Algunos pseudoescépticos solo buscan y promocionan rivales débiles para que parezcan ellos mejores. En no pocas ocasiones, las campañas divulgativas toman un cariz combativo y de confrontación. Esta estrategia se ha demostrado inútil para acabar con el auge de las pseudociencias. A la vez, la mayoría de divulgadores ignora deliberadamente las malas prácticas en la ciencia (o directamente las defiende como hemos podido ver en el Caso del OtinGate) y no cuestionan los comportamientos pseudocientíficos propios (estamos viendo ejemplos sobre la COVID-19 que traspasan la línea de lo legítimamente científico y pasan a engrosar las filas del marketing empresarial, como el reciente caso de un estudio preliminar sobre la colchicina que se publicitó como una solución casi milagrosa). En definitiva, se critican falsas construcciones teóricas como las pseudociencias, pero se mira hacia otro lado cuando los errores provienen del propio “bando”. 

Además, muchas veces lo que ocurre es que, más que divulgar de forma incorrecta el conocimiento científico, lo que se divulga mal es la forma en la que se obtiene este conocimiento científico. En su conocida obra La ciencia y cómo se elabora, Alan F. Chalmersexplica que adoptar habitualmente una estrategia para legitimar la ciencia basada en mitos positivistas acaba haciendo demasiado fácil la tarea de los defensores de las pseudociencias y del relativismo, ya que la forma en la que trabajan los científicos no concuerda con los cánones de esas filosofías positivistas que se usan para legitimar la ciencia. Chalmers cita a H. M. Collins, un sociólogo de la ciencia, que resume excelentemente esta paranoia en la que viven los supuestos guardianes de la ciencia: “Los miedos de quienes objetan el relativismo, basándose en sus consecuencias anárquicas, se convierten en realidad, no como resultado del relativismo, sino como consecuencia de una excesiva confianza en las mismas filosofías que se supone amurallan la autoridad científica. Estos muros resultan estar hechos de paja”. Esto da fuerza a las personas y grupos que realmente quieren destruir la ciencia como método y forma de construir saber.

CONCLUSIÓN

Las teorías de la conspiración y las pseudociencias tienen una larga historia de existencia, sin embargo su auge y conversión en un factor social y político de entidad parece tener unas causas mucho más próximas en el tiempo. Desprestigiarlas y criticarlas con el objetivo de confrontarlas, combatirlas y, por el camino, ganar dinero, no parece una estrategia óptima si el objetivo es una sociedad más próxima a la utopía de Pericles. Descubrir las causas de su surgimiento y su auge, así como de su uso político; la comprensión de los individuos que, honestamente, buscan otras vías hacia el conocimiento y la mitigación de los factores sociales, como la precariedad de nuestras vidas actuales, parece una vía mucho más racional de afrontarlo. Es esencial reforzar la sanidad pública para que, además de combatir la enfermedad, ayudemos a los pacientes a hacer más soportable la experiencia de vivir esa enfermedad. Es necesario trabajar también para que el sistema educativo de la enseñanza pública nos ayude a formar ciudadanos críticos, con una formación científica suficientemente sólida que destierre los mitos cientifistas y que proporcione a la ciudadanía herramientas para identificar los timos, los bulos y las teorías de la conspiración a las que estamos continuamente expuestos. Por último, es imperioso dejar el paternalismo de lado. Muchos divulgadores tratan a las personas como estúpidas. Las personas no son estúpidas, tienen diferentes condiciones sociales que les permiten acceder a diferentes niveles formativos y es en la educación donde se abren las puertas de la sabiduría. No se abrirán, desde luego, desde un producto de marketing.

¿Cómo consiguieron las cobras escupir veneno para defenderse?

Nuestro planeta azul es una isla cósmica llena de peligros para la inmensa mayoría de sus pobladores. En este hábitat, en el que todas las especies del Reino Animal son tanto predadores como presas de otras especies, sobrevivir consiste grosso modo en “comer y evitar ser comido”. 

Como resultado de esta presión evolutiva, en todos los ecosistemas donde hay competencia por los recursos hay organismos que han desarrollado la capacidad de producir veneno y utilizarlo como parte de su estrategia de supervivencia.

Para algunos organismos, el veneno juega un rol esencialmente defensivo. Este sería el caso de los insectos sociales (abeja, avispa), anfibios (ranas, sapos, tritones, salamandras) u organismos marinos (equinodermos, celentéreos, peces). Estos animales suelen poseer rasgos llamativos a los sentidos (aposematismo) que advierten a los atacantes de su toxicidad. Les avisan de la inconveniencia de entrar en conflicto. 

Para otros animales, el veneno representa un carácter trófico con el que inmovilizar rápida y eficazmente a la presa con el mínimo riesgo para la propia integridad física. Éste es el caso de arañas, escorpiones o caracoles marinos del género Conus. Pero también el de las más de 700 especies de serpientes venenosas que, con excepción de la Antártida, han colonizado todos los océanos y continentes de nuestro planeta.

Únase y apueste por información basada en la evidencia.

Un caso peculiar: las cobras escupidoras

Un caso curioso de utilización poco habitual del veneno es el desarrollado por las cobras escupidoras del género Naja. Una de las más conocidas es la cobra india o cobra de anteojos (Naja naja). Es célebre por ser la serpiente que eligen los encantadores de serpientes.

Todas las serpientes de este género poseen potentes venenos que, inyectados en sus presas, destruyen los tejidos y causan parálisisneuromuscular y muerte por asfixia. 

Pero, a diferencia de la mayoría de sus congéneres, las cobras escupidoras africanas y asiáticas han desarrollado independientemente la capacidad de escupir el veneno. Y nos preguntamos, ¿cómo lo han hecho?

Cobra escupidora de Mozambique (Naja mossambica) escupiendo. ©Wolfgang Wüster

La adaptación anatómica es la clave para escupir

La adquisición de este rasgo evolucionó sobre dos preadaptaciones anatómicas claves. Por un lado, adquirieron la habilidad de erguirse a más de un metro sobre el suelo. Al mismo tiempo, aplanaron las costillas de la cabeza cuando se sentían amenazadas. De esta forma, mostraban una postura amenazante que alertaba a posibles predadores del peligro de un enfrentamiento. 

Posteriormente, modificaron la apertura del canal de inyección del veneno. Esto permitió eyectarlo desde una distancia de hasta dos metros y medio. Además, dio la posibilidad de hacerlo con gran precisión, hacia los ojos del potencial agresor. Así consiguen que se quede ciego el tiempo suficiente para poder ponerse a resguardo. La presión selectiva que favoreció este mecanismo de defensa ha permanecido elusiva hasta muy recientemente. 

El laboratorio de Venómica Evolutiva y Traslacional (Instituto de Biomedicina de Valencia, CSIC) ha participado, junto a investigadores de otras 16 instituciones europeas, americanas y australianas, en un estudio multidisciplinar de reconstrucción de la filogenia y de la evolución del veneno asociada a la cladogénesis del género Naja

La investigación publicada en la revista Science el pasado 22 de enero mostró que el veneno de las cobras escupidoras divergió funcionalmente del carácter esencialmente neurotóxico de sus ancestros en dos periodos. 

Primero en África, hacia finales del Mioceno y principio del Plioceno (hace entre 7 y 5 millones de años). Posteriormente (hace unos 3.5 millones de años) y de manera convergente, en un clado de cobras asiáticas. 

Funcionalmente, este cambio evolutivo está mediado por un aumento de la concentración de fosfolipasas A2. Estas, al actuar sinérgicamente con citotoxinas de la familia 3FTx (abundantes en el veneno basal) provocan grave daño ocular, conjuntivitis y erosión de la córnea. Además, potencian la activación de neuronas sensoriales que señalizan una sensación de dolor intenso. Infecciones secundarias a las erosiones corneales pueden producir opacidades permanentes que dificultan la visión temporal o permanentemente.

Primates y serpientes, de la mano

Primates y ofidios han compartido gran parte de su historia evolutiva. Los antepasados de nuestros antepasados evolucionaron en los árboles de la selva lluviosa africana bajo fuerte presión para distinguir la silueta de serpientes arbóreas. Estas eran primas hermanas de las actuales constrictoras (boas, anacondas, pitones), que esperaban, camufladas entre el follaje, la oportunidad de obtener un buen bocado.

La bipedestación arbórea desarrollada como medio de locomoción rápida entre las ramas frondosas y la agudeza visual representaron caracteres adaptativos. Además, permitieron a nuestros ancestros cambiar el hábitat del bosque lluvioso en retroceso por la pradera africana a final del Mioceno. Así, también pudieron recolectar alimento con ambas manos y avistar por encima de los pastos a potenciales depredadores. 

La separación de nuestro linaje (Homo) del de los simios africanos (los antecesores de los actuales chimpancés y bonobos) coincide cronológicamente con el origen de las serpientes escupidoras africanas. Lo mismo sucede con la emergencia evolutiva de las cobras escupidoras asiáticas y la llegada de Homo erectus a Asia. 

Todo ello sugiere que nuestros antepasados, homínidos que habían sido forzados a abandonar la vida arbórea y caminar erguidos por la sabana africana, plantearan una gran amenaza para las serpientes. Estos pudieron ejercer una presión selectiva para favorecer el comportamiento defensivo de desactivar, desde una distancia segura para la serpiente, la acción del agresor rociándole veneno.

El estudio de los venenos de serpientes brinda la fascinante oportunidad de desentrañar la evolución de su arsenal tóxico, su papel en la biología del animal que lo produce y el régimen de interacciones y presiones evolutivas mutuas entre la serpiente y los demás ocupantes con los que comparte ecosistema. 

La emergencia del veneno como carácter defensivo en las cobras escupidoras proporciona un ejemplo notable de evolución convergente. Esta nueva pieza del “puzzle” de la historia natural de las serpientes venenosas tiene, además, connotaciones biotecnológicas para el desarrollo de remedios contra las graves consecuencias que este tipo de veneno causa en campesinos de entornos rurales de África y Asia. Esto condena a las víctimas y a sus familiares dependientes a un círculo vicioso de marginación social y pobreza. 

9 teorías que rebaten la paradoja de Fermi

La NASA, la Agencia Especial Europea, SETI (Búsqueda de inteligencia extraterrestre)... diversas organizaciones y proyectos llevan décadas intentando contactar con la vida inteligente que teóricamente vive en otros planetas y galaxias. Por ahora, estos intentos han sido infructuosos. 

¿Está la humanidad sola en este mundo? ¿No hay vecinos ni siquiera distantes?

¿Dónde están los aliens?

UniversoUniverso
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Este silencio cósmico ha preocupado a científicos de múltiples especialidades. Existen al menos 100.000.000.000 galaxias, cada una con entre 100.000.000.000 y 1.000.000.000.000 estrellas. En cuanto a planetas, se calcula que hay billones y billones de planetas con condiciones habitables. 

Aun así, la humanidad jamás llegará a explorar siquiera la mitad de estos posibles planetas; el universo se encuentra en constante expansión así que no se alcanzarán las partes más distantes.

¿Y las cifras dentro del universo “más cercano”? La Vía Láctea consta de unas 400.000.000.000 estrellas, 20.000.000.000 de las cuales son de tipo solar. De todos estos soles, se ha calculado que al menos una quinta parte de ellos tienen al menos un planeta como la Tierra, es decir, habitable en mayor o menor grado.

En el peor de los casos, si solo un 0.1% de estos planetas tuvieran vida inteligente, la Vía Láctea tendría un millón de planetas con civilizaciones más o menos avanzadas. ¡No está nada mal!

A bote pronto, las cifras deberían estar a favor de la existencia de vida inteligente más allá de la Tierra, ¿verdad? ¿Y bien, entonces? ¿Dónde está esa vida? Más allá de los ovnis misteriosos de pruebas dudosas, ¿dónde está el metraje claro de decenas de naves espaciales surcando el cosmos visible? ¿Dónde están las transmisiones de otras civilizaciones captadas por tecnología humana incluso por accidente?

A principios del siglo XX, un físico llamado Enrico Fermi se hizo esta pregunta: si el universo es tan grande, ¿por qué no se ha contactado con vida inteligente de otros planetas o por qué ellos no han contactado con el ser humano? Y así nació la famosa paradoja de Fermi, también conocida como el Gran Silencio.

En concreto, la paradoja que creó Enrico Fermi de sus dudas dice así: 

"La creencia común de que el Universo posee numerosas civilizaciones avanzadas tecnológicamente, combinada con nuestras observaciones que sugieren todo lo contrario, es paradójica, sugiriendo así que nuestro conocimiento o nuestras observaciones son defectuosas o incompletas".

En otras palabras: como no ha habido contacto con vida alienígena, dicha vida alienígena no existe. El ser humano está solo.

¿Y cómo responde Fermi a las cifras que apoyan la inevitabilidad de civilizaciones más allá de la Tierra? En aquel entonces Enrico Fermi trabajaba en el Proyecto Manhattan, cuyo objetivo final era el desarrollo de la bomba atómica estadounidense. Con este contexto, es normal que la respuesta de Fermi a su propia paradoja sea ominosa: no existen civilizaciones alienígenas en la galaxia observable porque toda tecnología evoluciona hasta un punto en el que acaba exterminando a la civilización que ha hecho uso de ella. 

Fermi creía que a la humanidad le espera el mismo terrible final que al resto de seres de otros planetas: desaparecer a manos del conocimiento y de la tecnología, mucho antes de descubrir cómo explorar el vasto universo o cómo comunicarse con otros seres.

A lo largo de los años, han surgido otras respuestas a la paradoja. Alternativas más optimistas. Teorías que intentan explicar por qué existe vida allá afuera y al mismo tiempo por qué el ser humano no ha contactado con ella. Aquí tienes las más curiosas y destacadas.

Teoría 1: No se ha sintonizado correctamente la radio cósmica

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Ya hace más de 80 años que la humanidad ha puesto la oreja en busca de mensajes emitidos por otras civilizaciones. Pero de momento solo se ha escuchado el silencio. 

¿Y si no se está escuchando nada por qué no se ha introducido la frecuencia correcta? Es como antaño: cuando se buscaba un programa de radio y había que ir dando al dial de la radio hasta encontrarlo.

Duncan Forgan, astrofísico de la Universidad de St. Andrews de Escocia, sugiere que la humanidad no detectará señales de radio de aliens y viceversa porque existen demasiados obstáculos por el camino.

“Si quieres comunicarte con alguien que se encuentra al otro lado del centro galáctico, hay muchos obstáculos por el camino: polvo, estrellas, agujeros negros…”, explicó Forgan para New Scientist. “No sirven las frecuencias de radio, hay que mandar mensajes de otra forma y plantear en ellos la creación de una red de comunicaciones galácticas y globales”.

Forgan apuesta por una forma de comunicación inusual. Explicó que, al igual que un conductor usa las luces de sus coches para alertar a otro conductor que lleva las luces encendidas, el ser humano tendría que usar potentes láseres a modo de faros de coche. Aunque no se acabe usando ese método, cree que los científicos deben 'cambiar de frecuencia' si quieren contactar con otros seres.

Teoría 2: Las otras civilizaciones se extinguen antes de llegar a una edad avanzada

ExtinciónExtinción
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Otra teoría apunta a que la humanidad no se ha encontrado con vida alienígena porque esta no ha tenido la oportunidad de evolucionar. Esta teoría se denomina `el cuello de botella gaiano´ y es la explicación ofrecida por Aditya Chopra y Charley Lineweaver, astrobiólogos de la Universidad Nacional Australiana.

Esta teoría asegura que existen muchos planetas que han cobijado vida inteligente, pero que un cambio dramático en sus condiciones ha impedido que esta vida evolucionara a formas más complejas. Los dos astrobiólogos ponen a Marte como ejemplo; es posible que hace cuatro mil millones de años hubiera vida en el planeta rojo, pero que esta se desvaneció cuando Marte perdió su atmósfera.¿Otro ejemplo famoso? La extinción de los dinosaurios.

“La vida primitiva es normalmente frágil”, explica Chopra para Big Think. “Así que creemos que raramente logra evolucionar porque no sobrevive. Muchos planetas jóvenes tienen entornos inestables, lo que hace difícil que la vida vaya más allá de sus primeras fases”.

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Teoría 3: La humanidad debe desencriptar los mensajes de los aliens

Edward Snowden Edward Snowden
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Edward Snowden, el famoso informador que hizo públicos documentos clasificados como alto secreto sobre varios programas de la NSA, explicó su propia teoría en una entrevista con el divulgador científico Neil deGrasse Tyson.

Snowden cree que el ser humano no se ha comunicado con los alienígenas porque sus señales están encriptadas, ocultas en el ruido de fondo.

“Las comunicaciones encriptadas efectivas son aquellas que no hay forma de saber que están encriptadas. Por lo tanto, en la teoría no podríamos distinguir una comunicación encriptada por otra civilización del ruido de fondo del universo. Así que si existe una civilización alienígena, solo existirá un momento, muy temprano en su historia como sociedad, en donde sus comunicaciones se emitirán sin protección”.

“Pero después, cuando esa especie evolucione, ocultará sus mensajes. Así que si existen aliens, todo lo que pueden estar comunicando, desde las ondas de un programa de tele alienígena hasta una llamada entre sus planetas, para nosotros parecerá simple ruido cósmico… hasta que encontremos la clave para captar lo que dicen”.

Teoría 4: La Tierra es un zoo y las otras civilizaciones son sus visitantes

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Una de las hipótesis que en peor lugar cósmico deja a la sociedad humana es la del zoológico. ¿Por qué crees que se llama así? Míralo de este modo. Cuando vas al zoo, mantienes tu interacción con los animales al mínimo. Las pocas excepciones es cuando puedes darles de comer o acariciarlos. Salvo en estas ocasiones, la única interacción consiste en ver lo que hacen. Eres un espectador de sus vidas.

Pues algo similar podría ocurrir con los humanos. Los alienígenas no han contacto con el ser humano porque son meros visitantes, espectadores pasivos de la vida en la Tierra, o bien son el equivalente a los cuidadores del zoo. 

La teoría conjetura que no contactan para evitar manipular el desarrollo natural del ser humano. Se espera que, una vez se llegue a cierto grado de progreso, los aliens considerarán a los humanos sus iguales y encontrarán la forma de ponerse en contacto para guiar a la nueva civilización, la humana, hacia una era más avanzada.

A la ciencia ficción le ha encantado esta idea. La Federación Unida de Planetas de Star Trek tiene como regla la no-intervención en culturas menos desarrolladas tecnológicamente; no contactó con la humanidad hasta el primer viaje interespacial. En Guía del autoestopista galáctico, divertida saga de libros de Douglas Adams, los arquitectos están disfrazados en forma de ratones para no ser vistos ni poder alterar el transcurso de la vida terrestre.

Teoría 5: La vida de otros planetas se oculta bajo capas y capas de hielo

Capa hieloCapa hielo
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En 2015, cuando New Horizons, la misión espacial no tripulada de la NASA, mostró un primer vistazo a la superficie helada de Plutón, se reavivó la teoría de que es posible que ciertos planetas oculten vida inteligente bajo sus océanos congelados.

Precisamente uno de los abanderados de esta teoría es Alan Stern, el principal investigador de New Horizons. Stern cree que el ecosistema bajo capas heladas debe producirse a mayor lentitud que en la superficie, así que se tardará en verificar si la teoría es correcta o no. Además, esta capa también serviría de protección contra las duras condiciones de vida de muchas superficies planetarias.

“Impactos de meteoritos, fulguraciones solares, supernovas, atmósferas tóxicas… nada de eso importaría para la vida que estuviera evolucionando allá abajo”, explica Stern para Space.

Ahora bien, dicha vida alienígena tendría un objetivo difícil por delante: encontrar una forma de atravesar la dura capa que le ha permitido evolucionar a salvo pero aislada del resto del cosmos. Puede que muchos no lo consigan, o no sepan que hay todo un mundo por encima de la capa de hielo.

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Teoría 6: Las civilizaciones más avanzadas evitan que otras culturas evolucionen

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Otra posibilidad está vinculada a la conocida `tragedia de los bienes comunes´. Es un dilema creado por Garrett Hardin en 1968 y viene a decir que uno o varios individuos, motivados por interés personal y actuando independientemente, casi siempre intentarán destruir un recurso compartido limitado aunque a ninguno de ellos les convenga que sea destruido. De este modo, el resto de individuos jamás podrán acceder a dicho recurso.

“Hay una Tierra, una atmósfera, una fuente de agua y seis mil millones de personas compartiéndolas”, explicó el psicólogo Barry Schwartz, vinculando su teoría al estado más general de la sociedad humana. “Los ricos están sobreconsumiendo estos recursos y los pobres esperan impacientes a unírseles”.

Es posible que esta tragedia de los bienes comunes también pueda aplicarse a la paradoja de Fermi. La humanidad no ha contactado con otras civilizaciones porque los primeros en descubrir la tecnología que permite viajes rápidos por todo el universo o bien ha destruido dicha tecnología, o bien la está monopolizando para impedir que otros puedan gozar de ella.

Al fin y al cabo, nadie ha dicho que el egoísmo sea exclusivamente humano, ¿verdad?

Teoría 7: Los vecinos galácticos están durmiendo

Dormir alienDormir alien
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Seguro que te ha pasado alguna vez eso de que le estabas mandando mensajes de WhatsApp importantes a tu pareja y esta no respondía… porque está durmiendo. Pues es posible que lo mismo ocurra con los alienígenas: ni se les ve el pelo (si tienen pelo) ni contestan a los mensajes porque están descansando y han colgado un 'no molestar' en su puerta metafórica.

Esto es lo que apunta la hipótesis de la estivación. La estivación es lo contrario a la hibernación: es inactividad o letargo de animales como respuesta a las condiciones del verano o de una estación seca.

Los alienígenas podrán estar estibando, a la espera de que el universo se congele lo suficiente como para que puedan usar su energía almacenada. 

Esta teoría solo se sustenta si dichos alienígenas dependen de tecnologías avanzadas de computación. Las computadoras necesitan bajas temperaturas para realizar sus tareas. Cuanto más compleja la tarea, más baja debe ser la temperatura. Si estos aliens han evolucionado de forma espectacular, puede que hayan descubierto que la temperatura actual del universo es insuficiente para poder seguir con sus planes de expansión.

Al mismo tiempo, según los creadores de esta teoría, los científicos Anders Sandberg, Stuart Armstrong y Milan M. Ćirković, tarde o temprano a la humanidad también le tocará estibar si quiere 'subir de nivel'.

Teoría 8: Los alienígenas sí contactaron… solo que hace siglos

Alien prehistoriaAlien prehistoria
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Todas las teorías de este artículo se basan en investigaciones científicas menos esta, que pertenece al reino de la pseudociencia. Y es que una respuesta a la paradoja es la siguiente: la humanidad ya ha contactado con los alienígenas, solo que ocurrió en el pasado.

Algunos escritores mediáticos como Erich von Däniken o Robert K. G. Temple aseguran que hay pruebas de que las culturas humanas antiguas se encontraron con alienígenas que visitaron la Tierra cuando esta aún era joven. 

Esta infografía muestra toda la historia del universo y su evolución: aquí tienes el mejor resumen

¿Pruebas? Representaciones artísticas del pasado que incluyen figuras que o bien pueden ser interpretadas como aliens, o bien como platillos volantes. Por ejemplo, este hieroglifo encontrado en Egipto parece mostrar diversos dispositivos aéreos. Uno de ellos parece un helicóptero.

Los supuestos helicópteros de un hieroglifo en EgiptoLos supuestos helicópteros de un hieroglifo en Egipto
Los supuestos helicópteros de un hieroglifo en Egipto
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Este cuadro que en teoría representa el bautismo de Cristo puede parecer un ovni guiando a los Tres Reyes Magos.

Esta representación del bautismo de Cristo podría tener un OVNI, según se mireEsta representación del bautismo de Cristo podría tener un OVNI, según se mire
Esta representación del bautismo de Cristo podría tener un OVNI, según se mire
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¿Estas dos figuras que forman aparte de unas pinturas rupestres encontradas en una cueva en Italia? Pueden ser considerados alienígenas, ya que parece que lleven escafandra.

Esta pintura rupestre es del 10.000 a.C y, según algunos, representa a dos aliensEsta pintura rupestre es del 10.000 a.C y, según algunos, representa a dos aliens
Esta pintura rupestre es del 10.000 a.C y, según algunos, representa a dos aliens
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Una vez más, todo esto son suposiciones e interpretaciones. Los defensores de esta teoría apuntan que los alienígenas ya no contactan directamente con la humanidad porque cumplieron el deber de guiarla correctamente en sus inicios. Hasta se cree que los dioses y seres mitológicos podrían estar inspirados en estos visitantes del pasado.

Teoría 9: Los alienígenas vendrán… solo hay que tener paciencia

EsperarEsperar
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Finalmente, la última de las teorías pide paciencia. Aún no ha habido contacto con alienígenas porque hay que esperar un 'poquito'… unos 1.500 años más o menos.

Es la hipótesis del astrofísico y matemático Evan Solomides, de la Universidad de Cornell. “Predecimos que nuestros mensajes hacia afuera han alcanzado menos del 1% de toda la galaxia, y no creemos que alguien nos escuche hasta que nuestras ondas hayan llegado al menos a la mitad de estrellas y planetas”, explica Solomides en su estudio.

Solomides cree que se alcanzará ese ecuador galáctico dentro de 1.500 años. Pero ojo, eso no significa que haya que esperar tanto para contactar con otras civilizaciones. “Lo que queremos comunicar es que va a ser poco probable que ocurra antes de eso”.

Si dentro de 1.500 años la humanidad sigue sin contactar con los 'vecinos', Business Insider España se compromete a escribir un artículo-secuela con nuevas teorías sobre por qué, si existen tantos mundos posiblemente habitables allá afuera, la humanidad sigue siendo la única civilización en esta vasta y misteriosa realidad.