martes, 4 de agosto de 2020

La flora alpina más antigua del mundo se descbre en China

Según publican miembros del Jardín Botánico Tropical Xishuangbanna (XTBG) en la revista Science, la flora alpina de las montañas Hengduan ha existido continuamente durante mucho más tiempo que cualquier otra flora en la Tierra.

Amenazadas por el calentamiento global, la biota alpina templada más rica en especies del mundo se encuentra en la meseta Qinghai-Tíbet (QTP), Himalaya y las montañas Hengduan (THH).

Montañas Hengduan

En la investigación, se analizaron filogenias calibradas en el tiempo de 18 grupos de plantas con flores mediante el uso de un modelo conjunto de ocupación de bioma, evolución del rango geográfico y diversificación de linaje.

W020200728351164724538Androsace zambalensis en la meseta Qinghai-Tíbet (QTP), Himalaya y las montañas Hengduan (THH). 

Las montañas Hengduan no son solo la cuna de las plantas alpinas, sino que ambién son la principal fuente de linajes alpinos que colonizan el Himalaya y el QTP. Según explica Ding Wenna, primer autor del estudio:

Nuestros resultados, derivados de análisis de filogenias moleculares a escala temporal y evidencia fósil no in situ de ascendencia alpina, son, sin embargo, temporalmente coherentes con la evidencia geológica más reciente de que la orogenia activa asociada con el acortamiento y engrosamiento de la corteza generalizada estableció tierras altas desde el Tíbet oriental hasta el Hengduan Montañas al final del Eoceno.

Neuronas convertidas en componentes bioelectrónicos

Nuevas investigaciones podrían convertir el elemento básico de la biología, la célula, en una pieza para la construcción de materiales y estructuras en el interior de los seres vivos. Publicado en marzo en Science, un estudio a cargo de Karl Deisseroth, psiquiatra y bioingeniero de la Universidad Stanford, describe un método para que ciertas células sinteticen en su superficie polímeros que conduzcan (o aíslen) la electricidad. El trabajo podría algún día permitir la fabricación de estructuras a gran escala en el interior del cuerpo o mejorar las interconexiones cerebrales con las extremidades protésicas.

 A medio plazo, la técnica podría emplearse en la medicina bioeléctrica, que se basa en la generación de impulsos eléctricos con fines terapéuticos. A los investigadores de esta disciplina hace tiempo que les interesaba incorporar polímeros que condujesen o inhibieran la electricidad sin dañar los tejidos circundantes. La estimulación de neuronas concretas (para intervenir en una crisis epiléptica, por ejemplo) es mucho más precisa que inundar el cuerpo con fármacos, que pueden traer consigo amplios efectos secundarios. Pero los actuales métodos bioeléctricos, como los basados en el uso de electrodos, todavía afectan de forma indiscriminada a una gran cantidad de neuronas.

La nueva técnica se sirve de un virus para introducir genes en el tipo de neuronas deseado, a las que les indica que produzcan una enzima (Apex2) en la superficie celular. La enzima cataliza una reacción química entre las moléculas precursoras y el peróxido de hidrógeno, estos últimos infundidos en el espacio intercelular; la reacción provoca que los precursores se fusionen en un polímero en las células deseadas. «La novedad reside en la amalgama de varios campos emergentes en una aplicación», afirma el ingeniero biomédico de la Universidad de Florida Kevin Otto, que no ha participado en la investigación pero sí en el comentario adjunto de Science. «El uso de polímeros conductores, ensamblados [en el seno de un tejido vivo] por medio de la biología sintética, como interconectores de células específicas representa una gran novedad.»

Los investigadores ensayaron el proceso y supervisaron el funcionamiento en neuronas de ratón, modelos de cerebro humano cultivados artificialmente y gusanos vivos. También inyectaron los ingredientes en cerebros de ratones vivos para descartar toda toxicidad.

Los autores del comentario afirman que el trabajo podría abrir el camino a la mejora de los tratamientos contra la depresión o la enfermedad de Parkinson al aumentar la precisión del tipo de neurona que es estimulada. También permitiría actuar con precisión sobre las células transmisoras de la información al cerebro, por ejemplo, para que los portadores de extremidades protésicas recuperen la sensibilidad.

Deisseroth vislumbra aplicaciones aún más amplias para la investigación. «Hemos logrado construir estructuras nuevas en células de interés que modificamos genéticamente, así que solo estas construyen lo que les indicamos; resulta bastante atrayente y muy muy general», explica. «Es una exploración de la ciencia básica: ¿qué podemos hacer? ¿Qué podemos construir en el seno de estructuras biológicas aprovechando su complejidad estructural?»

Con todo, persisten algunos obstáculos. «La aplicación de la terapia génica en los humanos tropieza con escollos legales», aclara Otto. También habrá que demostrar que los cambios son duraderos y que la técnica es viable en las especies superiores, concluye.

Retina luminosa

Cortesía de Keunyoung Kim, Wonkyu Ju y Mark Ellisman, Centro Nacional de Microscopía y Técnicas de Obtención de Imágenes, Departamento de Oftalmología, Universidad de California en San Diego.


Esta flor tan luminosa es en realidad la retina de un ratón, cuyas proteínas emiten fluorescencia. El grupo de Dorota Skowronska-Krawczyk, de la Universidad de California en San Diego, ha obtenido esta imagen microscópica como parte de un estudio sobre un gen llamado ELOVL2. Este contiene las instrucciones para fabricar una proteína que produce ácidos grasos de cadena larga. Las células necesitan estas moléculas para llevar a cabo múltiples funciones biológicas importantes. ELOVL2 se considera también un posible marcador de la edad biológica, incluso en la especie humana.

Al parecer, este gen desempeña un papel esencial en el envejecimiento del ojo y podría relacionarse con enfermedades oculares asociadas a la edad, como la degeneración macular, comentan ahora los investigadores en la revista Aging Cell. Al menos, eso se desprende de su vínculo con la metilación del ADN, un proceso que modifica el material genético de las células; en los ratones, este proceso parece reforzarse conforme va reduciéndose la síntesis de la proteína codificada por ELOVL2 con el paso del tiempo.

nuestro reloj biológico. Los investigadores especulan con la posibilidad de que otros procesos relacionados con el envejecimiento se relacionen con la expresión del gen y han solicitado una patente de esta técnica, que pretenden comercializar a través de una empresa fundada en 2019.