Joaquín Argamasilla, un joven aristócrata que acabó siendo encargado de la censura durante el franquismo, fue conocido en los años 20 por sus supuestas cualidades, hasta que se cruzó con la figura de Harry Houdini.
Los años 20 del pasado siglo fueron una época cuanto menos curiosa para el avance de la ciencia. Aún coleaban todos los efectos de la guerra de patentes y los descubrimientos de Nikola Tesla y Thomas Alva Edison, en 1928 se descubrió la penicilina y unos años antes, en 1915, Einstein había publicado su teoría de la relatividad general. Sin embargo, en este tiempo de grandes avances, la sociedad vivía una fuerte dualidad. Los millones de muertos de la Primera Guerra Mundialhabían hecho que las páginas de los periódicos se llenaran de anuncios de médiums para contactar con los familiares fallecidos en el conflicto, al tiempo que la superchería se abría paso como remedio a numerosos males.
En ese contexto, en 1924 un joven español de 19 años llamado Joaquín María Argamasilla de la Cerda y Elío (1905-1985) se paseaba de exhibición en exhibición mostrando sus supuestos poderes parapsicológicos. Se decía que era capaz de ver a través de cajas cerradas y objetos opacos hasta el punto de leer escritos que no estaban a la vista. Le apodaron, "el hombre con rayos X en los ojos", y hasta cierto punto conquistó al público de la época. Aunque su éxito no duraría mucho.
Detrás de la figura de Argamasilla estaba su padre, del que heredaba nombre y con el paso de los años también nobleza. Los Argamasilla eran los poseedores del marquesado de Santacara, un título nobiliario creado en el siglo XVII que hasta entonces había permitido vivir a la familia de forma acomodada. El padre del supuesto hombre con rayos X empleaba su tiempo libre en investigar lo que en la época se conocía como metapsíquica, es decir, todos los tipos de supuestos poderes extraordinarios que emanan de la mente y que hoy, de forma actualizada, se incluyen dentro de la parapsicología.
El marqués de Santacara intentó realizar experimentos con sus hijos para comprobar si tenían distintas habilidades, y de tanto hacerlo lo consiguió. Alertó que su hijo Joaquín tenía lo que él denominó "metasomoscopia", es decir, que podía ver a través de objetos cerrados u opacos, y aprovechando sus contactos y su situación política, comenzó a organizar reuniones para demostrar sus supuestos poderes.
Intelectuales de la época como Valle-Inclán lo apoyaron
El marqués de Santacara y su hijo se reunían en su palacio madrileño junto con intelectuales de la época, entre los que destacaba la figura de Ramón María de Valle-Inclán. El escritor de Luces de Bohemia, apegado ideológicamente a los Argamasilla en la defensa del Carlismo y también muy influido por todo lo esotérico, publicó en los diarios de la época varias cartas en las que afirmaba que los poderes del "hombre con rayos X de los ojos" eran reales o, al menos, no existía método para desmentirlos y por lo tanto para dejar de creer en ellos.
Esta relación entre el dramaturgo y la familia de aristócratas fue descrita en el libro _Valle-Inclán y el insólito caso del hombre con rayos X en los ojos. Publicado en 2014, en cierto modo destapó buena parte del relato que durante años se dio de este caso en los medios españoles, en los cuales hasta cierto punto se apadrinó la figura del joven Argamasilla como la de un ídolo nacional.
El libro cuenta que en sus reuniones Joaquín Argamasilla era retado a entrar en una sala con los ojos vendados e intentar leer un pequeño escrito que se encontraba en el interior de una caja de madera o, en otras ocasiones, a ver la hora en un reloj de bolsillo con la tapa cerrada. Su fama fue creciendo en el círculo aristocrático hasta el punto de que la reina madre María Cristina pidió conformar una comisión de expertos que probara sus habilidades. Ese grupo estuvo presidido por el premio Nobel español Ramón y Cajal, quien al parecer no quedó muy convencido de sus habilidades, aunque sí otros miembros, como el físico canario Blas Cabrera. Entre sus detractores más severos se encontraba el neurólogo Gonzalo Rodríguez Lafora, discípulo de Cajal y que se cansó de enviar cartas a la prensa dando razones para no creerse las habilidades de Argamasilla. Sin embargo, al igual que había mentes científicas que desconfiaban, también había otras de primer nivel que lo apoyaban.
Y es que en la época ramas como la medicina o la física vasculaban en ocasiones también hacia terrenos que hoy solo tendrían cabida en programas de misterio, un efecto quizá directo de los avances que en los últimos años se habían dado en terrenos hasta entonces totalmente inexplorados. A fin de cuentas, descubrimientos como los hechos por el propio Cajal en torno al sistema nervioso y las neuronas, bien podrían parecer argumentos de ciencia-ficción unas décadas antes. Entre estos médicos reconocidos que abrazan sin tapujos lo que hoy llamamos parapsicología estaba el francés Charles Robert Richet, premio Nobel de 1913 que escribió varios tratados sobre supuestas habilidades de este tipo. Tras explorar a Argamasilla, concluyó que sus "poderes" eran reales, y los ligó a una especie de vestigio evolutivo perdido en la mayoría de los humanos.
Tuvo que aparecer Houdini para destapar el caso
Con estos apoyo, Argamasilla fue ganando prestigio internacional hasta el punto de iniciar una gira por los Estados Unidos, país que entonces se había convertido en el centro de espectáculos de personas extraordinarias. Su caso además, ganaba en veracidad porque su familia, bien posicionada, no necesitaba exponer a su hijo con el afán de ganar dinero. Todo era puro convencimiento.
Sin embargo sus aventuraspor Estados Unidos en 1924 fueron el fin de su estatus como celebridad. Ese año, en una de sus demostraciones en el hotel Pennsylvaniade Nueva York, fue retado por el escapista Harry Houdini. El considerado mejor mago de todos los tiempos llevaba años en una particular cruzada por desenmascarar a charlatanes con supuestas habilidades después de que una médium intentara contactar con su madre fallecida y le mostrara su supuesto mensaje escrito en inglés, un idioma que su progenitora, húngara, nunca llegó a dominar. Aquel día, su objetivo fue destapar al hombre con rayos X en los ojos llegado desde España.
Houdini se percató del engaño después de observar que Argamasilla tendía a colocarse siempre cerca de una ventana o una fuente de luz, manejando la caja en la que se escondía el mensaje que podía leer para ponerla en distintos ángulos. Sobre la venda en sus ojos, el mago sabía mejor que nadie distintas técnicas para seguir viendo a través de telas sin problemas. Houdini ofreció a Argamasilla realizar sus mismas exhibiciones pero con unas cajas que él había preparado y Argamasilla falló.
Al parecer, sus supuestos rayos X eran solo una mirada entrenada para leer entre pequeños resquicios en los que entraba la luz. Houdini sin embargo, que también apostó que podía realizar el mismo truco que Argamasilla, no lo consiguió. Las crónicas de la época cuentan que la prueba se pospuso cuando el día se nubló, sin llegarse a realizar de nuevo, lo que confirmaría que el joven español ligaba sus habilidades a una fuente de luz intensa.
La derrota de Argamasilla por Houdini sin embargo nunca se conoció en primera instancia en España. La hemeroteca del Diario ABC permite leer un recorte de prensa de la época de su corresponsal en Estados Unidos en el que se describe que Argamasilla, "un hombre que lee sin artificio de ninguna especie, a través de cuerpos opacos" consiguió derrotar a Houdini. "Todos los grandes periódicos norteamericanos han proclamado la victoria de Argamasilla, y se burlan donosamente de Houdini". Eso fue lo que llegó a España en multitud de crónicas, a pesar de que ningún diario norteamericano publicara nunca tal desenlace. El New York Times por ejemplo recogió que los Argamasilla cargaron contra Houdiniquejándose contra las pruebas que elaboró el escapista, y que el joven no pudo superar.
Argamasilla en cierto modo se veía en la época como la ocasión de marcarse una victoria ante la primera potencia mundial, la misma que 25 años antes había librado contra España una guerra por la que el país acabaría perdiendo Cuba y el fin de su imperio colonial en el llamado Desastre del 98.
Argamasilla no obstante no continuó mucho más con sus exhibiciones al volver al España. La hemeroteca de la época apenas guarda citas en torno a su figura en los años posteriores. El español "con rayos X en los ojos" acabó siendo director general de Cinematografía y Teatro y responsable de la censura durante el franquismo hasta jubilarse y posteriormente morir en 1985. No sabemos si sus habilidades le sirvieron para ver fragmentos censurables en la multitud de cintas que en aquellos años no llegaron a España por no acomodarse al discurso del régimen.
Victor Millán