Un equipo de físicos y neurólogos ha examinado la relación entre la estructura celular de la retina y los contrastes de luz del mundo natural, desvelando que muy probablemente las vías neurales que los seres humanos usamos para ver están adaptadas de manera específica al tipo de entorno que el Ser Humano más ha poblado durante su historia.
Los investigadores, de la Universidad de Pensilvania, han descubierto que las células ganglionares retinales, especializadas en escudriñar zonas oscuras, son más numerosas y se agrupan más estrechamente que las células especializadas en escrutar zonas claras, lo que se corresponde con el hecho de que el entorno natural en el que históricamente más se ha movido el Ser Humano contiene más áreas oscuras que luminosas.
Los investigadores, de la Universidad de Pensilvania, han descubierto que las células ganglionares retinales, especializadas en escudriñar zonas oscuras, son más numerosas y se agrupan más estrechamente que las células especializadas en escrutar zonas claras, lo que se corresponde con el hecho de que el entorno natural en el que históricamente más se ha movido el Ser Humano contiene más áreas oscuras que luminosas.
El equipo de Vijay Balasubramanian estudió la fisiología de las células ganglionares retinales que dedican su atención a los sectores oscuros sobre un fondo más brillante. A los investigadores les intrigaba una cuestión en particular: ¿Por qué el cerebro dispone de agrupaciones de células y no de una distribución regular en la retina? Además de ser más numerosas y de acumularse en grupos densos y tupidos, también tienen campos dendríticos más pequeños que las células responsables de escrutar sectores claros. Al congregarse más densamente en grupos, cuentan con más sinapsis por ángulo visual.
Los investigadores han llegado a la conclusión de que la retina dedica más recursos a procesar los contrastes oscuros que los claros, una capacidad natural justificada por el hecho de que en el mundo que nos rodea suele haber más información en los contrastes oscuros que en los claros.
El equipo de Balasubramanian ha comprobado la hipótesis midiendo los contrastes espaciales en imágenes de la naturaleza, y cuantificando la distribución de iluminación y oscuridad. En todas las escalas, las imágenes naturales analizadas contienen relativamente más contrastes oscuros que claros.
Los investigadores han llegado a la conclusión de que la retina dedica más recursos a procesar los contrastes oscuros que los claros, una capacidad natural justificada por el hecho de que en el mundo que nos rodea suele haber más información en los contrastes oscuros que en los claros.
El equipo de Balasubramanian ha comprobado la hipótesis midiendo los contrastes espaciales en imágenes de la naturaleza, y cuantificando la distribución de iluminación y oscuridad. En todas las escalas, las imágenes naturales analizadas contienen relativamente más contrastes oscuros que claros.
Carla Gallén
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