El misterio de cómo un abundante conjunto de fósiles ha sido preservado maravillosamente bien durante casi 500 millones de años en una remota región de África ha sido resuelto por un equipo de geólogos.
Los autores del estudio, del Departamento de Geología de la Universidad de Leicester, han determinado que un viento antiguo aportó nutrientes que ayudaron a vivir a algunas formas de vida, y al mismo tiempo hizo posible la conservación en buen estado de los individuos muertos.
Sarah Gabbott, Jan Zalasiewicz y sus colegas investigaron el citado yacimiento paleontológico, cercano a la montaña Table en Sudáfrica.
Allí se encuentra una de las capas rocosas más misteriosas del mundo. Tiene sólo unos pocos metros de espesor, y casi medio millón de años, y contiene los restos petrificados de extrañas formas de vida arcaica. Entre los restos, se aprecian incluso ojos, tripas y músculos.
El equipo de Gabbott investigó por qué estos animales se han conservado tan bien, cuando por regla general los fósiles son sólo fragmentos de huesos y conchas.
La respuesta a por qué se han conservado tan bien parece hallarse en un fuerte viento gélido que, entre otras cosas, arrastró partículas de cieno, aportando nutrientes a las aguas superficiales, y promoviendo de este modo la proliferación de seres vivos.
Las aguas profundas, sin embargo, quedaron estancadas y sin vida a causa de otro proceso impulsado por el mismo viento. Las condiciones instauradas en las profundidades resultaron ser idóneas para preservar los restos de animales hasta en sus más mínimos detalles.
El viento frío fue, por tanto, la clave para la vida y la muerte aquí
Marga Parra
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