Se han encontrado pruebas de que un compuesto conocido por su papel habitual contaminando el medio ambiente, puede desempeñar asimismo otro papel importante como una de las causas de la esclerosis múltiple. También se ha llegado a la conclusión de que, a raíz del papel de ese agente contaminante, se podría quizá emplear un medicamento ya existente y que ahora se usa como tratamiento contra la hipertensión, para tratar la esclerosis múltiple.
En el estudio que ha permitido hacer estos hallazgos, se comprobó que la sustancia tóxica, acroleína, era un 60 por ciento más abundante en los tejidos de la médula espinal de ratones con una enfermedad similar a la esclerosis múltiple, que en los de ratones sanos.
Los resultados de la investigación representan la primera evidencia de laboratorio concreta de la existencia de un vínculo entre la acroleína y la esclerosis múltiple.
Sólo recientemente los investigadores han comenzado a conocer los detalles de lo que la acroleína le hace al cuerpo humano.Los resultados de la investigación representan la primera evidencia de laboratorio concreta de la existencia de un vínculo entre la acroleína y la esclerosis múltiple.
El equipo del Dr. Riyi Shi de la Universidad Purdue está estudiando los efectos de ese compuesto tóxico sobre el sistema nervioso central.
La acroleína se encuentra presente, por ejemplo, en el humo del tabaco y en el de los tubos de escape de los automóviles. La acroleína también se produce dentro del cuerpo después de que las células nerviosas sufran daños.
En estudios anteriores de este equipo de investigación, se descubrió que la muerte neuronal causada por la acroleína se puede impedir mediante la administración de hidralazina, un medicamento aprobado por la FDA (la agencia gubernamental estadounidense de alimentación y medicamentos) para tratar la hipertensión.
Los nuevos hallazgos muestran que la hidralazina también retrasa la aparición de la esclerosis múltiple en ratones, y reduce la severidad de los síntomas mediante la neutralización de la acroleína.
Se investigará más sobre esta interesante cuestión. El grupo de Shi, que incluye a Gary Leung, Wenjing Sun, Lingxing Zheng; Melissa Tully y Sara Brookes, ha identificado otros compuestos que podrían quizá adherirse a la acroleína. Este equipo de investigación también está trabajando en la mejora de la sensibilidad de métodos de detección para medir los niveles de acroleína en las personas con esclerosis múltiple.
Marga Parra
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