Los alimentos transgénicos, cuya denominación técnica es organismos modificados genéticamente (OMG) son motivo de controversia por varios motivos, como la seguridad de su consumo, lo que hace que a su alrededor circulen bulos y mitos.
“Los transgénicos han sido motivo de controversia durante los últimos años, lo cual ha conllevado a generar confusiones y miedos por parte de la población general en cuanto a su consumo”, confirma en una entrevista la secretaria científica de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA), la dietista-nutricionista Andrea Calderón.
Los transgénicos han sido motivo de controversia durante los últimos años, lo cual ha conllevado a generar confusiones y miedos por parte de la población general en cuanto a su consumo”
En este contexto, “hay muchos mitos y bulos sobre su producción o los efectos que tiene su consumo que es importante aclarar para proporcionar a la gente la capacidad de decidir con criterios veraces si quieren consumirlos o no”, agrega la experta.
En primer lugar, es necesario definir concretamente qué son los alimentos transgénicos. Según Calderón, un alimento transgénico “es aquel que se ha producido mediante ingeniería genética, es decir, mediante la modificación de su genética”. “En otras palabras, un alimento transgénico es aquel que proviene de un organismo vivo al que se le ha modificado uno o varios genes, mediante recombinación o inclusión de nuevos genes”, resume la experta.
El propósito es “obtener un alimento con alguna característica diferente al convencional”, desvela la dietista-nutricionista, que incide en que estos alimentos ofrecen “algún aspecto mejorado” o “ventajas respecto al convencional”. Por ejemplo, se puede mejorar su valor nutritivo, su desarrollo, su resistencia frente a factores externos o su productividad. Estas mejoras no producen “ningún perjuicio en la salud del consumidor y son totalmente seguros”, especifica la secretaria científica de la SEDCA.
Son ejemplos de alimentos transgénicos el maíz BT o el arroz dorado. El maíz BT es un maíz “al que se le incorporó un gen procedente de la bacteria thurigensis (bt) para que fuera resistente al taladro, una plaga muy común que ataca al maíz. Es 100 por ciento seguro e inocuo para la salud humana, por lo que su consumo no nos supone absolutamente ningún peligro”, detalla Calderón.
Son ejemplos de alimentos transgénicos el maíz BT o el arroz dorado
En cuanto al arroz dorado, las modificaciones se centran en la mejora organoléptica, del sabor, olor o textura, y su composición nutricional. “Este es un tipo de arroz enriquecido con betacarotenos,, unos componentes bioactivos antioxidantes que en nuestro organismo tienen diversos beneficios, además de poder transformarse en vitamina A activa”, revela la experta.
Por lo tanto, “este arroz es mucho más rico nutricionalmente que el convencional y podría incluso tener un uso en lugares en desarrollo en los que la prevalencia de déficit de vitamina A es mayor para combatir su carencia”, muestra Calderón, que agrega que, de hecho, “uno de los principales planteamientos iniciales del cultivo de OMG era reducir las cifras de desnutrición en el mundo mediante alimentos optimizados en su composición en determinados nutrientes”.
Miedo a consumir alimentos ‘irreales’
Sus supuestos perjuicios y su supuesta poca seguridad son el eje de las críticas que se hacen a los OMG. “El debate en este tema proviene, por un lado, de las ideas equivocadas de la gente de que si consumen alimentos transgénicos es algo así como consumiralimentos irreales, creados en laboratorio u hormonados con fármacos y compuestos extraños que les han metido y que vamos a terminar ingiriendo, pero nada más lejos de la realidad, no llevan nada de eso”, hace hincapié Calderón.
“Es importante que la gente deje de tener miedo a comer transgénicos sin saberlo o considere que la industria le está engañando”, continúa la experta. De hecho, actualmente, apenas se encuentran alimentos de estas características en el mercado, “en gran medida por el miedo de los productores de que su producto sea rechazado o temido”, puntualiza la dietista-nutricionista, que indica que “la producción y cultivo de alimentos transgénicos a día de hoy es baja”.
Además, “es necesario un proceso de investigación y aprobación lento y complejo. En Europa, un alimento transgénico en venta requiere de la aprobación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés)”, detalla Calderón. Por otra parte, “es obligatorio su indicación en el etiquetado nutricional como ‘OMG’, por lo que, en caso de consumirlo, vamos a saberlo”, señala la secretaria científica de la SEDCA.
Por lo tanto, “el consumo de alimentos transgénicos, en conclusión, es totalmente seguro para la salud del consumidor en todos los casos, y lleva un proceso de investigación muy exigente, previo a su puesta en comercialización. Por esa parte no debemos preocuparnos en absoluto”, zanja la experta.
La cuestión medioambiental
Calderón comenta que “otro de los mayores debates respecto al aproducción de OMG es la cuestión ambiental: si pueden contaminar el medio ambiente o suponer un impacto ambiental negativo, o si pueden causar perjuicios a la biodiversidad del entorno a largo plazo”.
En este caso, actualmente, “se considera que mientras se sigan correctamente los protocolos de seguridad y la legislación relacionada con los transgénicos, su cultivo y producción es totalmente seguro para el medio ambiente, y no hay riesgo de que se crucen con las especies originales o que tengan impacto negativo en otras especies del medio”, desmiente la dietista-nutricionista.
Los productos transgénicos que se comercialicen son 100 por ciento seguros para el consumidor, inocuos para su salud y no pueden provocar ningún tipo de toxicidad”
No obstante, malas prácticas en agricultura o ganadería son las que buscan “una mayor producción a toda costa, pese a que cueste daños al medio ambiente”, recuerda la experta, y esto es más perjudicial que la introducción de OMG. “Aún así, sigue siendo motivo de controversia y algunas asociaciones son reacias a ellos por miedo, sobre todo, a los efectos medioambientales”, lamenta Calderón.
“Los productos transgénicos que se comercialicen son 100 por ciento seguros para el consumidor, inocuos para su salud y no pueden provocar ningún tipo de toxicidad. Respecto a la cuestión medioambiental, parece ser que siguiendo buenas prácticas tampoco supone ningún perjuicio por lo que, en conclusión, podemos no tener ningún miedo a estos avances de la ciencia cuyo único objetivo es establecer mejoras en el producto final”, concluye la secretaria científica de la SEDCA.
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