martes, 8 de marzo de 2011

Ratas "gigantes" poblaron Canarias hace más de 2000 años

Un equipo internacional de científicos, con participación española, ha reconstruido, a través de huesos y dientes fósiles, el régimen alimentario de dos roedores de más de un kilogramo de peso que habitaron Tenerife y Gran Canaria hace más de 2.000 años. El aumento de tamaño respecto a las especies peninsulares se debió a la adaptación a una dieta vegetariana no herbácea.

Las especies Canariomys bravoi y Canariomys tamarani fueron dos roedores de gran tamaño que poblaron Tenerife y Gran Canaria, respectivamente. A pesar de vivir aisladas hace miles de años, los análisis de la morfología de la mandíbula y el microdesgaste de los dientes (estudio de los rastros microscópicos de alimentos sobre el esmalte dental) confirman que tuvieron dietas parecidas.



“Contrariamente a lo que sugieren sus morfologías dentales, ambos Canariomys tenían dietas similares. Su alimentación se basó esencialmente en materias vegetales no herbáceas”, asegura a SINC Helder Gomes Rodrigues, coautor e investigador en el Instituto de Genómica Funcional de la Escuela Normal Superior de Lyon (Francia).

El estudio, que se ha publicado en Biological Journal of the Linnean Society, asocia el gran tamaño de las ratas –superior a un kilogramo-, “demasiado para un roedor perteneciente al grupo de ratas y ratones del Viejo Mundo”, a una adaptación a diferentes regímenes alimentarios.

“La maciza morfología de la mandíbula de los dos Canariomys se debe tanto a un efecto del aumento de la talla (fenómeno conocido como ‘alometría’) que acompaña a menudo la evolución de los roedores en medios insulares, como a la herencia de una adaptación particular o a una nueva adaptación a una dieta vegetariana”, recalca a SINC Cyril Firmat, autor principal e investigador en la Universidad de Bourgogne (Francia).

El equipo de investigadores empleó dos métodos diferentes para comparar los dos roedores extintos con los actuales, que tienen dietas más variadas. Primero utilizaron los únicos restos disponibles de huesos y dientes fósiles para analizar la morfología de la mandíbula y conocer las preferencias alimentarias.

“Cuanto más vegetariana es una especie de roedor, más ancha y maciza es su mandíbula. El objetivo es soportar mejor las limitaciones biomecánicas impuestas por este régimen”, aclara Gomes Rodrigues.

Los científicos estudiaron también el microdesgaste dentario (basado en los rastros microscópicos dejados por los alimentos sobre el esmalte dental). “El número y la forma de los microrastros caracterizan la naturaleza de los alimentos consumidos por un animal durante los últimos días previos a su muerte”, subraya Firmat.

Los resultados demuestran que los dientes y las mandíbulas de estas robustas ratas endémicas evolucionaron con “relativa” independencia, “porque la morfología de los dientes no concuerda completamente con la de las mandíbulas, ni siquiera con las costumbres alimentarias reveladas por el microdesgaste”, revela el científico español.

Según los autores, la morfología dentaria es más fiel a una herencia continental que la morfología mandibular, “cuya plasticidad se ajusta más rápidamente a la dieta que los dientes”.

Marga Parra

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