sábado, 9 de marzo de 2013

La dinámica de la población española sigue el principio de máxima entropía


Científicos españoles y argentinos han investigado la forma en que nos agrupamos las personas a gran escala para ver si hay alguna ley o patrón que explique cómo lo hacemos, y lo han encontrado: el principio de máxima entropía. Al menos así ocurre en la distribución por provincias de la población española.
Hemos comprobado que dadas las características de una provincia –que concretamos en un valor denominado ‘q’–, la distribución de su población a lo largo del tiempo no va a producirse de cualquier manera, sino de un forma determinada que se ajusta al principio de máxima entropía”, explica a SINC Alberto Hernando, investigador de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza) y coautor del trabajo.
Ese principio establece que, una vez que se conocen estas condiciones –en este caso la evolución de la población de todos los municipios–, la distribución de equilibrio del sistema para cada una de las provincias es aquella que maximiza la cantidad de información o entropía, una magnitud física que describe lo irreversible que es el sistema.
De esta forma, observando cómo se distribuye la población de cada provincia en cada una de sus ciudades o pueblos, hemos encontrado que a nivel colectivo obedecemos a patrones que se pueden predecir matemáticamente”, comenta Hernando.
Para realizar el estudio, que publica el Journal of the Royal Society Interface, se han utilizado los datos de población facilitados por el INE de los 8.116 municipios españoles repartidos en 50 provincias y recogidos entre 1996 y 2010. En este último año ya había más de 47 millones de personas en nuestro país.
El valor ‘q’ que han usado los investigadores les ha servido, además de para resumir las características socioeconómicas de cada provincia, para cuantificar cómo crecen los núcleos de población grandes respecto a los pequeños. Su valor típico es 1, y refleja que el aumento de población en un municipio durante el último año es proporcional a su número de habitantes en el año anterior.
Sin embargo, cuando q es mayor que 1 significa que los municipios grandes o ciudades de una provincia crecen a un ritmo mayor que sus municipios pequeños o pueblos. Así lo reflejan los datos para el caso de León, por ejemplo, o los de Las Palmas de Gran Canaria y Huesca.
Esta es la tendencia general en la mayoría de las provincias, lo que refleja el abandono progresivo del campo para vivir en las ciudades. De hecho, el valor medio de ‘q’ en el territorio español es de 1,2.
Por el contrario, cuando q es menor de 1, la interpretación es más compleja. Puede reflejar que los pueblos de una provincia han crecido en mayor proporción que sus ciudades, como sucede en el caso de Guipúzcoa, pero también interviene la forma particular en que se agrupan municipios con tendencias diferentes.
Según los datos, en Madrid y Barcelona se está produciendo una mezcla de dos fenómenos. Por una parte, los pueblos muy pequeños se abandonan, pero, por otra, la ciudad se está saturando. De esta forma son los núcleos de tamaño medio los que, relativamente, están creciendo a un ritmo superior.
“Por supuesto, hablamos de promedios, y puede ocurrir que un pueblo o ciudad en particular no cumpla con la regla de su provincia, pero esto no altera las propiedades estadísticas”, dice Hernando, que desarrolló este trabajo durante su estancia en la Universidad Paul Sabatier de Toulouse, en Francia.
Junto a otros colegas de la Universidad de Granada, el Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (CSIC-Universidad de las Islas Baleares) y la Universidad Nacional de La Plata, en Argentina, han empleado estos resultados para formular una teoría denominada ‘sociotermodinámica’, parecida a la termodinámica con la que se describen los estados de equilibrio de gases, sólidos y líquidos.
Segundo principio de la termodinámica
El principio de máxima entropía es una formulación del segundo principio de la termodinámica, que establece que la cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse con el tiempo. Es decir, un estado con cierto orden tiende siempre a un estado menos ordenado, y el proceso inverso es imposible de forma espontánea.
La aplicación de esto a las sociedades humanas se podría entender –según los investigadores– como que el orden social siempre tiende a degradarse si no se evita de forma activa. “Sin duda, esto da pie a muchas especulaciones e interpretaciones, pero solo una investigación basada en observaciones y datos objetivos podrá darnos una respuesta clara”, concluye el investigador.
En cualquier caso, los autores consideran que la predictibilidad que aporta esta teoría puede ser útil para estimar aspectos como los flujos migratorios, el crecimiento futuro de las ciudades, la popularidad de productos de gran consumo, o incluso los resultados de unas elecciones.
Shambala

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