Nuestro planeta cuenta con más de 5,400 especies de mamíferos, de los cuales el 98% son terrestres. La diferencia, 130 especies o un 2% de los mamíferos, son acuáticos. Los sirenios (los manatíes y el dugongo), junto a los cetáceos (delfines y ballenas), son de los poquísimos mamíferos que viven exclusivamente en el mar.
En la actualidad, sólo quedan cuatro especies de sirenios. Tres de éstos son manatíes; el delAmazonas, el de las Indias Occidentales y elAfricano. La cuarta especie de sirenio se llamadugongo y vive en el Océano Índico y el Pacífico Occidental. Todos los sirenios son herbívoros. Los adultos miden unos 10 pies de largo y pesan sobre 1,000 libras.
Sin embargo, en los pasados 50 millones de años (Ma) han existido otras especies de sirenios, pero se han extinguido. Sabemos de estas especies prehistóricas ya que se han logrado preservar sus huesos fosilizados. Se usan técnicas de medición con radioisótopos de los elementos químicos estroncio, potasio y argón—las cuales tienen una precisión excelente—para medir la edad de las rocas donde se encuentran estos fósiles.
Recientemente, el científico puertorriqueño Jorge Vélez Juarbe, curador de mamíferos marinos del Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles en California, publicó un estudio en la revista profesional “Journal of Vertebrate Paleontology” anunciando el descubrimiento de un nuevo género de sirenio fósil. Junto a su colega, Daryl Domning de la Universidad Howard en Washington D.C., los investigadores describen las características físicas de los huesos y argumentan porque éstos corresponden a un dugongo extinto.
El fósil le bautizaron con el nombre científico de Priscosiren atlantica, que en latín quiere decir “sirenio ancestral del Atlántico”. Éste fue descubierto en San Sebastián, Puerto Rico, y otro ejemplar proviene de Carolina del Sur, en Estados Unidos. Aunque hoy en día San Sebastián está a sobre 250 pies sobre el nivel del mar, hace 30 Ma el paisaje en esa zona era totalmente distinto.
“La isla de Puerto Rico ha cambiado muchos a través de los milenios, ya sea por procesos globales o locales. Durante el Oligoceno (hace 33.9-23.0 Ma), partes de lo que hoy día son los pueblos de Moca, San Sebastián, Lares y Utuado, entre otros municipios, formaban parte de la costa que da al Oceáno Atlántico. En San Sebastián habían manglares, playas y lagunas marinas cerca de la desembocadura de un río”, indica el Dr. Vélez Juarbe.
Claro, muy rara es la vez que aparecen todos los huesos de un organismo, lo que hace el trabajo de estos investigadores uno extremadamente complicado. “Es prácticamente un trabajo de detective,” dice el científico boricua. “Tuvimos que comparar prácticamente hueso por hueso con especies ya conocidas y, encima de eso, asegurarse que no hay variación dentro de una misma especie, o por lo menos tener una idea de qué tipo de variaciones se pueden esperar.”
Los doctores Vélez Juarbe y Domning compararon los huesos recién descubiertos, sobre todo el cráneo y las vértebras, con otros huesos que estaban en los museos de Historia Natural de Washington D.C., Florida y Los Ángeles, California. Esta comparación incluyó tanto huesos fósiles como huesos de manatíes y dugongos contemporáneos. Además, consultaron artículos previamente publicados en los pasados 200 años.
El estudio reportó dos hallazgos importantes. Primero, que los huesos de Priscosiren atlantica eran de un dugongo y no de un manatí. Entre otras muchas diferencias, los dugongos tienen los huesos del hocico más largos y tienen una curvatura única que no tiene los hocicos de los manatíes. Además, la dentadura y las vértebras de los dugongos son bastante distintas a las del manatí.
Un segundo hallazgo fue que Priscosiren atlantica no compartía las mismas características físicas y alimentarias del dugongo actual. Entre otras cosas, los investigadores notaron que el hueso frontal del cráneo era más largo en el fósil, y que la dentadura y los huesos de su cara eran mucho más pequeños. Así se concluyó que ambos esqueletos son dugongos, pero no del mismo género.
Basado en el análisis de Priscosiren atlantica, los doctores Vélez Juarbe y Domning especulan que este sirenio prehistórico no pudo adaptarse a los cambios climáticos que comenzaron hace 28 Ma y culminaron hace 15 Ma. “El cambio fue relativamente rápido durante los primeros 2 millones de años, lo cual probablemente causó extinciones y cambios en la flora y fauna, tanto a nivel local como mundial.”
Desafortunadamente, la historia se repite en el presente. El consenso de los científicos es que actualmente vivimos un proceso de cambio climático producido por la quema de combustibles fósiles que liberan bióxido de carbono al aire. Combinado con el ser humano destruyendo su hábitat y matándolos (ya sea a propósito o por accidente), no es de extrañar que todas las cuatro especies de sirenios que aún quedan están en riesgo de extinción. Sería una pena que los manatíes y el dugongo corrieran la misma suerte del dugongo de San Sebastián.
El autor es Catedrático Asociado en Física y Educación Científica en Morehead State University y es miembro de Ciencia Puerto Rico (www.cienciapr.org).
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