En un laboratorio sin ventanas de la Universidad de Galway, Irlanda, hay un acuario donde habita un extraño ser con una habilidad muy singular.
Esta criatura vive encaramada en pequeños palos parecidos a una piruleta, y está formada por una serie de conchas recubiertas con una especie de "pelo viviente".
La colonia de pequeños animales marinos -conocidos como "pelos de caracol"- fue recogida de las conchas de cangrejos ermitaños en Irlanda, y está emparentada con las medusas, los corales y las anémonas de mar.
Pequeños como la pestaña de un bebé, se les conoce como Hydractinia, y de cerca parecen un árbol con pie, tronco y una cabeza de tentáculos para capturar deliciosos detritos.
También poseen un superpoder: cuando un pez muerde una de estas cabezas de tentáculos, esta se regenera en solo una semana.
Es esta característica la que atrajo la atención de Uri Frank y sus colegas del Instituto de Medicina Regenerativa de Galway.
Él y un cada vez mayor número de investigadores asegura que la regeneración de tejidos que se ve en la Hydractinia podría ser una antigua capacidad que poseían todos los animales, incluidos los humanos, y que tan solo está latente.
Pero, ¿cómo es que este "pelo de caracol" se autoregenera? ¿Podría contener la clave de la regeneración de tejidos en humanos?
Muchos animales, como las estrellas de mar o las salamandras, pueden regenerar partes de su cuerpo. Pero el caso de la Hydractinia es diferente, y no solo por lo extremo de su naturaleza.
Células madre
La clave del talento regenerativo de la Hydractinia es la capacidad que posee para retener sus células madres embrionarias durante toda su vida. Esto implica que en cada proceso de curación se produce no solo una cicatriz y una costra, sino también una parte nueva entera, como la que surgiría de un embrión.
En una reunión de biólogos que tuvo lugar este año, Frank mostró un video del proceso de regeneración de la Hydractinia, en el que las células embrionarias (modificadas genéticamente para que fuesen de color verde fluorescente y se pudiesen ver mejor) se desplazaban hasta el cuello sin cabeza de uno de los tentáculos.
Los asistentes se quedaron atónitos.
Durante la última década los investigadores empezaron a creer que las células madre evolucionaron hasta generar una criatura más antigua que la Hydractinia, pero cuyo suave cuerpo acabó diluyéndose en el antiguo lecho marino.
En esta criatura el poder regenerador pudo evolucionar, dotando a todos los animales que aparecieron después con la capacidad, ahora latente, de reconstruir partes del cuerpo.
"Podría no ser una idea tan loca. Las células madre son algo muy complejo y 600 millones de años pueden no haber sido suficientes para reinventar un sistema nuevo desde cero".
"Así que es fácil creer que las células madre de la Hydractinia y las nuestras fueron heredadas de un antepasado común", afirma Frank.
Gusano planario
Esta teoría va de la mano con un estudio publicado el año pasado en la revista Nature, que habla sobre dos variedades de una forma antigua de gusano, el planario.
Este gusano fue estudiado durante más de cien años por sus increíbles poderes regenerativos. Si se los corta en pedacitos, algunos gusanos son capaces de regenerarse, incluso partiendo de los trozos más pequeños.
Otros necesitan casi todo su cuerpo intacto para reconstruir su cabeza.
Científicos del Instituto Max Planck intentaron descubrir si todos estos gusanos tenían la misma capacidad regenerativa, pero descubrieron que algunos la perdían en una fase de su desarrollo.
Con un cambio relativamente simple en las células madre consiguieron convertir a un gusano que no reconstruía su cabeza en otro que sí lo podía hacer.
En teoría sería posible que los humanos tuviesen las mismas capacidades latentes que los “pelos de caracol” o los planarios, ya que a un nivel celular básico ya hay muchas similitudes.
Estudiar a estos organismos capaces de regenerarse nos podría enseñar a los humanos cómo recuperar partes perdidas de nuestro cuerpo.
"Aunque no haya demanda de cabezas humanas”, dice Frank, “¿no sería genial poder reparar la médula espinal, el corazón, un riñón, extremidades y otras partes que pudiésemos perder?"
Los estudios en gusanos sugieren que esto puede no ser tan difícil como se creía en un principio.
El padre de la ciencia regenerativa, Thomas Hunt Morgan, llevó a cabo experimentos con gusanos que mostraban sus poderosas capacidades de reconstrucción, pero abandonó sus estudios creyendo que nunca se llegaría a entender el proceso del todo.
Claramente todavía hay misterios sobre la regeneración esperando a ser revelados, aunque ahora parece que una pequeña criatura que habita en un acuario irlandés podría ayudarnos a encontrar la clave para controlar el increíble proceso que nos permitiría reconstruir partes de nuestro cuerpo, tal vez mucho antes de lo que pensamos.
Tracey Logan
BBC noticias
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