A mediados de septiembre de 2023, un anciano residente en la península de Kenai, al sur de la ciudad de Anchorage, en Alaska, que seguía un tratamiento farmacológico contra el cáncer y estaba inmunosuprimido, notó una pápula roja sensible en la axila derecha. Cómo es lógico, el susto fue macanudo y decidió ir al médico de inmediato. Durante las siguientes seis semanas, acudió en varias ocasiones al centro de atención primaria y al departamento de emergencias local para una evaluación clínica de la lesión.
El caso era confuso, y la posible infección difícil de identificar. El anciano no respondía al tratamiento con antibióticos. Una biopsia por punción no reveló evidencia de malignidad o de infección bacteriana. Los sanitarios estaban desconcertados. Con el paso de los días, el paciente experimentó fatiga y una induración creciente. El dolor en la axila derecha y en el hombro derecho iba en aumento.
El 17 de noviembre el pronóstico había empeorado y fue hospitalizado. La razón principal fue la extensa progresión de una presunta celulitis infecciosa que afectaba el rango de movimiento de su brazo derecho. No había tiempo que perder y el paciente fue trasladado a Anchorage y reubicado en un hospital con más recursos y medios.
En Anchorage, el paciente manifestó dolor ardiente intenso de tipo neuropático. El lugar dónde se había realizado la biopsia en la axila derecha no cicatrizaba y drenaba abundante líquido seroso. Existía una inflamación muscular extensa que afectaba a la axila derecha y a la musculatura del hombro. También había cuatro lesiones más pequeñas, parecidas a la viruela, en lugares difusos de todo el cuerpo. ¿Qué estaba ocurriendo?
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Tras realizar una amplia batería de pruebas de laboratorio, una muestra enviada a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) evidenció la presencia del virus de la viruela de Alaska (AKPV). Es decir, un orthopoxvirus descubierto en el año 2015 en Alaska, en el área de Fairbanks, del que hasta ese momento tan solo habían sido notificadas siete infecciones en humanos. Todas ocurrieron en residentes del área de Fairbanks e involucraron enfermedades leves y autolimitadas que consistían en una erupción localizada y linfadenopatía.
Una vez identificado el posible patógeno, el anciano se convirtió en el octavo caso de infección por AKPV y recibió tratamiento específico, que consistió en tecovirimat intravenoso, inmunoglobulina intravenosa y brincidofovir oral. Tras una semana de terapia, la condición del paciente comenzó a mejorar. Por desgracia, no fue suficiente. A pesar del apoyo médico intensivo, transcurrido un tiempo, el enfermo presentó retraso en la cicatrización de las heridas, desnutrición, insuficiencia renal aguda e insuficiencia respiratoria. Murió a finales de enero de 2024. La segunda semana de febrero de 2024, los funcionarios del departamento de salud confirmaron que la muerte fue debida al virus de la viruela de Alaska.
Las musarañas y los topillos podrían ser su reservorio
En la actualidad, hay descritas más de 10 000 especies de virus y sabemos que alrededor de 270 infectan a los humanos. Algunos de estos virus son conocidos desde hace siglos, mientras que otros han surgido recientemente. De hecho, los virus constituyen alrededor de dos tercios de todos los nuevos patógenos humanos. Estos nuevos virus difieren ampliamente en su importancia, desde la rara y leve enfermedad causada por el virus Menangle, hasta el devastador impacto en la salud pública que ha causado el coronavirus SARS-CoV-2.
De los virus conocidos que infectan a los humanos, alrededor del 80 % están de forma natural en reservorios no humanos, principalmente en mamíferos y en aves y, en menor medida, en artrópodos y otros animales salvajes. Se estima que los agentes infecciosos zoonóticos, es decir, los transmitidos de los animales a las personas, constituyen alrededor del 60 % de los patógenos humanos conocidos y hasta el 75 % de los patógenos humanos emergentes. Por desgracia, no hay conocimientos suficientes sobre los animales salvajes que pueden albergar miles de especies de virus desconocidas y esto es un gran inconveniente, porque muchas de ellas podrían ser patógenas de humanos.
La evidencia hasta el momento indica que el virus de la viruela de Alaska está presente en varias especies de pequeños mamíferos, entre los que destacan las musarañas y el topillo de lomo rojo (Clethrionomys rutilus), que podrían actuar como reservorio. Por lo tanto, estamos ante una nueva zoonosis. Aunque los datos disponibles sugieren que el impacto del virus de la viruela de Alaska en la salud pública es limitado, es probable que esté extendido en las poblaciones de pequeños mamíferos de Alaska, y es posible que se hayan producido otras infecciones en humanos, pero que no hayan sido diagnosticadas.
Además del virus de la viruela de Alaska, algunos otros orthopoxvirus que han sido descritos recientemente, como el virus Akhmeta o el virus Abatino, resaltan la posibilidad de que existan miembros desconocidos de este género con potencial zoonótico.
De momento, no ha sido documentada ninguna transmisión del virus de la viruela de Alaska de persona a persona. Sin embargo, dado que algunos orthopoxvirus pueden transmitirse por contacto directo con lesiones cutáneas, es recomendable que las personas con heridas que puedan haber sido causadas por la viruela de Alaska mantengan el área afectada cubierta con una venda.
Los poxvirus infectan a un amplio espectro de huéspedes, incluidos insectos, aves, reptiles y mamíferos.
Dentro de los poxvirus, el género Orthopoxvirus comprende varios virus de gran relevancia médica, entre ellos el virus variola (VARV), agente causante de la viruela humana, y el virus vaccinia (VACV), que fue utilizado en la campaña de erradicación de la viruela.
Familia de la viruela del mono
Otros orthopoxvirus con potencial zoonótico, como el virus de la mpox (popularmente conocida como la viruela del mono) y el virus de la viruela bovina son notificados cada vez más como causa de enfermedades humanas. De hecho, el brote de mpox originado en mayo de 2022, y todavía en curso, ha originado más de 93 000 casos y 177 muertes. Es posible que esta situación haya sido facilitada por la interrupción de la vacunación rutinaria frente a la erradicada viruela humana, ya que esta vacuna originaba cierto grado de inmunidad de la población frente a otros orthopoxvirus.
Además de los citados, existen muchos otros orthopoxvirus patógenos de mamíferos. Algunos ejemplos son, entre otros, el virus de la ectromelia que causa la viruela del ratón, el virus de la viruela del camello, el virus de la viruela del mapache, el virus de la viruela de los jerbos, el virus de la viruela de la mofeta o algunos sublinajes del virus vaccinia como el virus de la viruela del conejo y el virus de la viruela del búfalo.
La amplia gama de huéspedes, la holgada distribución geográfica y la constante aparición mundial de virus zoonóticos, incluidos nuevos orthopoxvirus, plantea una amenaza sanitaria a nivel global que requiere de una vigilancia estrecha y de tomar las medidas preventivas oportunas.
Ante esta situación, lo más prudente es adoptar de forma urgente el enfoque One Health y aceptar que no podemos abordar la salud humana sin ocuparnos también de la salud animal y ambiental.
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