lunes, 4 de junio de 2007

Los ancestros del hombre comenzaron a caminar primero en los árboles

Durante muchos años los paloantropólogos han argumentado, con fósiles en la mano, que el bipedismo es un rasgo de la familia humana que, hace más de seis millones de años, se desarrolló en la sabana africana y marcó la diferencia con el resto de los simios. Esta hipótesis puede tener sus días contados tras lo descubierto por un equipo de primatólogos en las selvas de Sumatra: los orangutanes también caminan erguidos, ayudándose de las manos, cuando van por ramas frágiles y flexibles en la que les sería muy complicado moverse como cuadrúpedos.
Este bipedsmo, observado por investigadores de la Universidad de Birmingham, significaría que caminar erguidos fue un comportamiento de simios muy antiguos que vivían en los árboles, y no de los ancestros humanos (homininos) que bajaron al suelo.
Esta última teoría argumenta que cuando nuestros antepasados dejaron las alturas andaban a cuatro patas. De ahí, evolucionaron primero hasta apoyarse en los nudillos (como hacen chimpancés y gorilas) y, después, se erguieron para caminar. Fue ese bipedismo el que les habría permitido ver a lo lejos en la sabana, controlar la temperatura corporal, tener las manos libres y, en definitiva, progresar hasta hacernos humanos.
De ahí la novedad de las imágenes captadas por Susannah Thorpe y sus colegas. Tras un año en el bosque tropical observando a los orangutanes, y el análisis de casi 3.000 de sus movimientos, Thorpe comprobó que individuos de esta especie, que pasa casi toda la vida en los árboles, subían erguidos hacia las copas de los árboles y, usando los brazos para balancearse, pasaban por ramas de la periferia que eran estables. Para sentirse más seguros, andaban sobre sus dos piernas. Incluso se asían a las ramas con los largos dedos de sus pies para afianzare. Era así como accedían a los frutos más jugosos e inaccesibles.
Este bipedismo arbóreo, según sugieren en la revista 'Science', habría sido común a los antepasados de todos los simios y les habría dado una ventaja porque distribuían mejor su centro de gravedad y tenían los brazos libres. "Aunque el orangután puede haber logrado esta adaptación después de su separación de otros grandes simios, estudios recientes muestran que su bipedismo es más similar al de los humanos que al de chimpancés o gorilas, por lo que es un modelo importante para reconstruir la evolución temprana del bipedimso", argumentan los investigadores.
Es decir, proponen que al final de la Era Miocena (hace entre 24 y cinco millones de años) el clima en África sufrió sequías esporádicas que hicieron el bosque desigual, por lo que comenzó a haber brechas en las alturas que no se podían cruzar. Fue entonces cuando los antepasados de chimpancés y gorilas bajaron al suelo para ir de un árbol a otro y desarrollaron su andar con los nudillos.
Por su parte, los ancestros humanos dejaron las alturas, pero ha brían conservado el bipedismo para moverse por el suelo y los árboles más pequeños.
José María Bermúdez de Castro, paleoantropólogo en Atapuerca (Burgos), señalaba que este estudio demuestra que el bipedismo no apareció de la noche a la mañana. "En la evolución hay preadaptaciones, como ésta, que triunfó cuando desapareció el bosque. Todo ello hace que sea cada vez más difícil saber dónde está el límite entre simios y ancestros humanos. Cada vez hay menos diferencias, y es algo que deberíamos tener en cuenta: sólo somos una especie más que nos estamos cargando el planeta".
Su colega Manuel Domínguez Rodrigo discrepa con este trabajo porque el bipedismo "es una forma de locomoción marginal en los orangutanes". Añade que las primeras formas bípedas se han encontrado en un ecosistema de sabana, que es donde aparecieron los primeros homínidos


Diario El MUNDO

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