domingo, 11 de febrero de 2018

Ciencia y mujeres

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Se supone que el sexo es simple, al menos a nivel genético. La explicación biológica de los libros de texto viene a ser X + X = ♀ y X + Y = ♂ . Venus o Marte. Rosa o azul. Pero a medida que la ciencia lo observa más detenidamente, va quedando claro que un par de cromosomas no siempre bastan para distinguir si una persona es chica o chico, ni desde el punto de vista del sexo (los rasgos biológicos) ni en lo que se refiere al género (la identidad social).
En el campo cultural, ese cambio de perspectiva se ha adoptado ya de forma amplia. Las definiciones no binarias del género (transfemenina, genderqueerhijra) han ido entrando en las lenguas comunes. Menos visibles quizá son los cambios que se están produciendo en las ciencias biológicas. El marco conceptual que se va constituyendo acerca de qué denota el «ser chica» o el «ser chico» descubre la participación de una compleja red génica, y parece que el proceso se extiende mucho más allá de ese momento específico, durante la sexta semana de gestación, cuando las gónadas empiezan a formarse.
En diversa medida, muchos de nosotros somos un híbrido en un continuo macho-hembra. Unos investigadores encontraron células XY en una mujer de 94 años de edad; unos cirujanos, un útero en un hombre de 70 que había sido padre cuatro veces. Nuevos indicios hacen pensar que el cerebro es un mosaico de tipos celulares, algunos más yin, otros adentrados de la escala yang.
Estos hallazgos entrañan consecuencias de largo alcance, más allá de la necesidad de actualizar los libros de texto de biología. Inciden particularmente en la identidad personal, la salud y el bienestar económico de las mujeres. Y es así porque las discusiones sobre las diferencias biológicas innatas entre los sexos persisten aun bien dejado atrás el momento en que deberían haber pasado a mejor vida. Como enseña este número monográfico de Investigación y Ciencia, las desigualdades de género perduran bien entrado el siglo XXI.
Por fortuna, la situación ha mejorado. En el mundo, se trate de países ricos o de países pobres, las mujeres han dado grandes pasos en la educación y la salud reproductiva y han ido ocupando más cargos con capacidad de decisión. Pero no es suficiente. Persisten barreras económicas que les impiden acceder al capital y al mercado laboral, que las privan de un sueldo decente en los trabajos que sí encuentran. Hay también que dedicar más esfuerzo a investigar cómo afectan de modo diferente las enfermedades a cada sexo, así como a adaptar los tratamientos médicos a las necesidades de las mujeres. Para que prospere un mundo interconectado, ellas deben contar con un empoderamiento mayor para aguantar su mitad de los cielos, una cuestión a la que debería prestarse tanta atención como al cambio climático y al control de las armas nucleares.
El cambio continuará solo si las instituciones que cuentan siguen abiertas a él. El bienestar de las mujeres ha de ser visto como un asunto relevante para la humanidad entera. Confiamos en que la nueva ciencia del sexo y del género ayudará a moldear la percepción pública y las medidas políticas necesarias para avanzar hacia un escenario de plena igualdad.

1. Hombres promiscuos, mujeres castas y otros mitos,
por Cordelia Fine y Mark A. Elgar
2. Más allá de XX y XYpor Amanda Montañez
3. ¿Existe un cerebro femenino?, por Lydia Denworth
4. Estrés: Diferencias entre sexospor Debra A. Bangasser
5. Niños transgéneropor Kristina R. Olson
6. La perspectiva de género en ciencia, por Capitolina Díaz
7. Una medicina adaptada a las mujerespor Marcia L. Stefanick
8. Atención a las diferenciaspor Amanda Montañez
9. La marginación económica de las mujeres,
por Ana L. Revenga y Ana María Muñoz Boudet
10. Las brechas de género en el mercado laboral,
por J. Ignacio Conde-Ruiz e Ignacio Marra
11. El retorno de las hijas desaparecidaspor Monica Das Gupta
12. La mujer que salvó el planetapor Jen Schwartz

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