Cuando elegí el título del blog me surgió una pequeña duda. Por una parte, quería que la cita a Steinbeck quedase clara, por otra, me vino a la mente el tan de moda problema de la (in)visibilidad de las mujeres en el uso del lenguaje, y por tanto me planteé sustituir hombres por "humanos". Pero como no fui educada para decir hombres y mujeres, científicos y científicas, sino que suelo emplear el neutro (que no considero masculino, sino que para mí incluye ambos sexos), decidí quedarme con la primera opción.
Los que abogan por el uso de "mujeres y hombres" o de términos neutros como "humanidad", en lugar del simple "hombres" (aunque a veces le peguen un zapatazo al diccionario con los miembros y las "miembras") dicen que si no hacemos visibles a las mujeres nunca superaremos la desigualdad. ¿Pero quién debe hacernos visibles? Nunca, hasta ahora, he encontrado obstáculos en mi carrera, al menos no por ser mujer, y al menos no obstáculos explícitos. Pero ¿puede haberlos implícitos?
¿Difícultades incluso antes de empezar?
Scientific American (e imagino que tal vez su edición española, es decir, esta misma página web, también lo haga en algún momento) se hacía eco anteayer de un estudio en el que se pone de manifiesto que incluso antes de empezar una carrera investigadora, las mujeres (y las minorías étnicas) podrían tener más dificultades. Para realizar el estudio, los investigadores enviaron e-mails de supuestos estudiantes expresando su interés en unirse como investigadores en formación a los grupos de cientos de profesores de universidades estadounidenses. Los nombres reflejaban de manera inequívoca el sexo (y la etnia) de los fingidos estudiantes. Los resultados del estudio arrojaron que los profesores, independientemente de su propio sexo o etnia, respondieron en mayor medida los e-mails de alumnos blancos de sexo masculino1.
No es el primer estudio con estos resultados. Otro estudio reciente publicado en la prestigiosa revista PNAS (la tercera de las generalistas por detrás de Science y Nature, pero de lo que pienso de los índices de impacto ya hablaremos otros día) ya avisaban de este sesgo: los profesores (y las profesoras) tendían a valorar mejor los curricula de los candidatos masculinos, y lo hacían de manera implícita, es decir, sin ser conscientes de la existencia de prejuicios a favor de los hombres. Estos estudios nos dicen que los sesgos todavía existen, y que el hecho de que las mujeres se enfrenten día a día con estas desigualdades implícitas, hace que su "sensibilidad al rechazo" aumente. En este contexto, se sugiere que el creerse víctima de una discriminación magnifica los efectos de la misma, y lleva a la persona a autoinhibirse para intentar encajar y manejar mejor el rechazo. Sin embargo, esta autoinhibición no soluciona el problema, sino que más bien puede generar ira y frustración. Así, en un clima altamente competitivo, como desgraciadamente lo es el mundo de la ciencia, algunos estudios sugieren que las mujeres simplemente se retirarán o perseguirán metas menos ambiciosas. Vamos, como decía la zorra de Samaniego, no las quiero comer, no están maduras.
¿La sensibilidad al rechazo es cosa de mujeres?
Curiosamente, parece que la ira provocada por el rechazo, que en las mujeres genera impotencia, en los hombres genera empoderamiento. Y es que otros estudios sugieren que los hombres son, en media, más competitivos. En general, los hombres tienden a presumir más de sus logros (como en general muchos machos deben hacerlo enfrente de otros para conseguir aparearse y mantener alejados a los competidores de sus territorios). En media, los hombres tienen mayor motivación por competir por el estatus y buscan cualquier oportunidad para hacerlo, mientras que las mujeres tienden a tener menos confianza en sí mismas y a infravalorarse.
Como neurobióloga, estoy al tanto de que los cerebros de ratonas y ratones son distintos (y hace poco se publicó un estudio en el que colaboré investigando esta cuestión), como lo son los de las mujeres y los hombres2 (y los de los ingleses y los españoles, y el mío y el de ustedes). Por lo tanto, siempre he pensado que además de la "presión social", debe haber diferencias biológicas intrínsecas que contribuyan a que las mujeres no se crean capaces de (o no quieran) romper el supuesto "techo de cristal".
Una de las diferencias más básicas que encuentran los estudios entre los sexos es que el concepto de uno mismo se suele construir en los hombres de manera independiente, y en las mujeres de manera interdependiente. Es decir, las mujeres conceden más importancia a las relaciones interpersonales que los hombres3. Las hembras de los mamíferos invierten mayores recursos en la cría (por necesidad, ellas son las únicas que pueden amamantar) y en mantener al grupo unido, mientras que los machos suelen ser más agresivos, y si colaboran con el grupo es para agredir a otros grupos y aumentar sus propias oportunidades de aparearse. ¿Es posible que las mujeres, simplemente, no quieran competir, y por ello se encuentren infrarrepresentadas en los "puestos de mando"?
Un mundo demasiado competitivo
Otro estudio en PNAS sugiere que la baja representación de las mujeres en ciencia no se debe (en los tiempos que corren, el pasado es otra historia) a la falta de oportunidades para las mujeres, sino a la cantidad de recursos que poseen las mujeres, que dependen en gran medida de las elecciones que toman ellas mismas, ya sean libres o constreñidas por su propia biología o por las normas sociales. Una mujer (o un hombre) que quiera llegar a formar su propio grupo de investigación no puede permitirse bajar el ritmo un momento. Y se da la circunstancia de que la edad más crítica para conseguir una posición permanente coincide con la edad en la que las mujeres deberían estar criando (sé de lo que hablo, hoy cumplo 34 años). En un mundo diseñado de manera lineal, muchas mujeres simplemente no pueden con todo, y favorecen la construcción de la familia cayendo del sistema. Así, hoy en día las cuotas y la discriminación positiva no sirven ya de nada, si no construimos un sistema más flexible y humano, que permita compaginar el trabajo con la vida personal, y del que se beneficiarían tanto los hombres como las mujeres.
¿Pero podemos achacarlo todo a los hijos y la mayor propensión de las mujeres a cuidar de la familia? En las últimas semanas ha habido un buen puñado de incorporaciones a estas bitácoras. Todos los nuevos autores son hombres. Aquí va el cálculo: en la página Scilogs en español hay registrados 37 blogs, de los cuales sólo 5 son firmados por mujeres (sobre un 13%). Si nos restringimos a los blogs en activo -que arbitrariamente decido que sean los que han publicado alguna entrada en el último año-, tenemos que, de 23 blogs, la única mujer que escribe soy yo. Represento un 4,3% del total. Escribir aquí es fácil, simplemente se debe ser científico, tener una propuesta, y enviarla al equipo editorial. Me atrevería a decir cualquier científico/a al que le interese la divulgación puede hacerlo. Aquí no hay "techo de cristal" que valga de excusa, y sin embargo, ¿dónde están las mujeres científicas con ganas de divulgar? ¿Quién les impide hacerlo desde esta iniciativa?
Como ven, en esta entrada lanzo más preguntas que respuestas, por lo que agradecería a los amables lectores que aportasen sus propias opiniones. En todo caso, siempre he pensado que si queda algo por hacer para visibilizar a las mujeres, tiene que venir de la mano de las mujeres.
PS. 25 de Mayo de 2014. Me sorprendo unos días después de escribir esta entrada con una perorata de Virginia Woolf hacia las estudiantes del Girton College de la Universidad de Cambridge, convertida en su ensayo "Una habitación propia", de 1928, en el que la escritora argumenta que las mujeres no podrán estar a la altura de figuras como Shakespeare hasta que no posean una habitación propia y unos ingresos de 500 libras anuales:
"¿Como podría alentaros a que entráseis de lleno en los negocios de la vida? Jóvenes mujeres, atendedme: en mi opinión sois desgraciadamente ignorantes. Nunca habéis hecho un descubrimiento importante. Nunca habéis destruido un Imperio ni liderado un ejército. Las obras de Shakespeare no os pertenecen. ¿Cual es vuestra excusa? Está muy bien que digáis apuntando a las calles y plazas y bosques del globo preñadas de habitantes blancos y negros y de color café, todos ocupados en el tráfico y los negocios y en hacer el amor, "hemos tenido otro trabajo. Sin nosotras, los mares no habrían sido navegados y toda la tierra fértil sería un desierto. Hemos llevado en nuestro seno, y alimentado, y lavado y enseñado, quizá hasta la edad de seis o siete años, a los mil millones seiscientos veintitresmil humanos que, según las estadísticas, existen hoy en día, lo cual, incluso con ayuda, toma su tiempo".
Hay verdad en lo que decís, no lo negaré. Pero al mismo tiempo, ¿puedo recordaros que ha habido al menos dos colleges para mujeres en Inglaterra desde 1866; que tras el año 1880 una mujer casada puede por ley estar en posesión de bienes propios; y que en 1919, ya desde hace nueve años, puede votar? ¿Puedo también recordaros que tenéis acceso a la mayoría de las profesiones desde hace casi una década? Cuando reflexionais acerca de estos inmensos privilegios y la cantidad de tiempo durante la que los habeis disfrutado, y sobre el hecho de que debe haber ahora mismo unas dos mil mujeres capaces de ganar 500 libras al año de una manera u otra, estaréis de acuerdo conmigo en que la excusa de la falta de oportunidades, educación, apoyo, tiempo libre y dinero ya no es válida."
PS2. 23 de febrero de 2015. Casi un año después, la familia de blogueros en Scilogs español ha crecido mucho. Ya somos 63 los que hemos abierto un blog en esta página, de los cuales sólo 8 somos mujeres. La proporción cercana al 13% se mantiene inamovible.
Referencias
Ceci SJ, Williams WM. Understanding current causes of women's underrepresentation in science. Proc Natl Acad Sci U S A. 2011 Feb 22;108(8):3157-62.
Deaner RO. Distance running as an ideal domain for showing a sex difference in competitiveness. Arch Sex Behav. 2013 Apr;42(3):413-28.
Guimond S, Branscombe NR, Brunot S, Buunk AP, Chatard A, Désert M, Garcia DM, Haque S, Martinot D, Yzerbyt V. Culture, gender, and the self: variations and impact of social comparison processes. J Pers Soc Psychol. 2007;92(6):1118-34.
London B, Downey G, Romero-Canyas R, Rattan A, Tyson D. Gender-based rejection sensitivity and academic self-silencing in women. J Pers Soc Psychol. 2012;102(5):961-79.
Moss-Racusin CA, Dovidio JF, Brescoll VL, Graham MJ, Handelsman J. Science faculty's subtle gender biases favor male students. Proc Natl Acad Sci U S A. 2012;109(41):16474-9.
Otero-Garcia M, Martin-Sanchez A, Fortes-Marco L, Martínez-Ricós J, Agustin-Pavón C, Lanuza E, Martínez-García F. Extending the socio-sexual brain: arginine-vasopressin immunoreactive circuits in the telencephalon of mice. Brain Struct Funct. 2013.
Reuben E, Sapienza P, Zingales L. How stereotypes impair women's careers in science. Proc Natl Acad Sci U S A. 2014;111(12):4403-8.
Resick PA. Getting out of our own way. Behav Ther. 2012 Dec;43(4):708-11.
Van Vugt M, Spisak BR. Sex differences in the emergence of leadership during competitions within and between groups. Psychol Sci. 2008 Sep;19(9):854-8.
Notas
1 El mayor sesgo se encontró en el área de Ciencias Empresariales (un 25% más de emails respondidos a hombres blancos), y el menor en Ciencias Sociales (un 5%, no significativo). Mi ámbito, las Ciencias de la Vida, refleja un sesgo del 9%. Los profesores de Arte fueron los únicos que contestaron más a las mujeres/minorías, en un 11% más de las ocasiones.
2 Mucho se ha hablado de que, en media, parece que existen diferencias cognitivas que hacen que haya, por ejemplo, más hombres con habilidades matemáticas altas o más mujeres con mayores capacidades verbales (lo cual no significa, ni mucho menos, que las mujeres no tengan capacidad matemática o los hombres capacidad verbal).
3 En relación a este punto, las mujeres suelen escoger profesiones enfocadas a las personas, y los hombres a las cosas. Vamos, más mujeres en carreras bio-sanitarias, más hombres en carreras tecnológicas.
Carmen Agustín Pavón
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