En 2015, Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand, en
Johannesburgo, y su equipo causaron gran sensación al dar a conocer más
de 1500 fósiles humanos correspondientes a unos 15 individuos, hombres y
mujeres, jóvenes y mayores, descubiertos en Sudáfrica. Era uno de los
conjuntos más ricos de fósiles humanos jamás hallado, recuperado en una
cámara profunda de un sistema de cuevas llamado Rising Star, cerca de
Johannesburgo. El equipo atribuyó los huesos a una nueva especie, Homo naledi [véase «El misterioso Homo naledi», por Kate Wong; Investigación y Ciencia, mayo de 2016].
Mostraba una curiosa mezcla de rasgos primitivos, como un cerebro
diminuto, y rasgos más modernos, como unas piernas largas. Los
científicos dedujeron que era un escalador hábil, capaz de caminar
grandes distancias, y que sus congéneres habrían depositado sus muertos
en esta cámara de difícil acceso.
Pero, a pesar de la enorme
información que aportaron los fósiles, el descubrimiento se hizo quizá
más conocido por lo que no revelaban los restos: su antigüedad.
Al final se ha identificado esta pieza tan esperada del rompecabezas. En dos artículos publicados en mayo de 2017 en eLife, el equipo concluye que los restos de H. naledi
tienen entre 236.000 y 335.000 años de antigüedad, una fecha
sorprendentemente reciente para una especie con un cerebro tan pequeño.
Los investigadores también anunciaron el hallazgo de más fósiles de H. naledi
en una segunda cámara de Rising Star. Entre ellos figuraba el esqueleto
de un individuo masculino adulto que apodaron Neo, que significa
«regalo» en el idioma local sesotho.
Estos hallazgos plantean preguntas enigmáticas sobre el origen y la evolución de nuestro género Homo. A pesar de la temprana edad de los fósiles, las características primitivas de H. naledi
hacen que se lo relacione con miembros más remotos de nuestra familia, y
se piensa que podría ser incluso un antepasado directo de H. sapiens.
Berger y sus colaboradores también señalan que las nuevas dataciones de H. naledi
indican que vivió en un momento en el que nuestros antepasados
construían complejas herramientas de piedra que se corresponderían con
el Paleolítico medio. La mayoría de los yacimientos donde los
arqueólogos las han descubierto no contienen fósiles humanos. Pero
tradicionalmente los expertos han atribuido la fabricación de estos
utensilios a seres humanos dotados de un gran cerebro. Sin embargo, si H. naledi
vivió en esa época, como sugieren los autores, pudo también haber
creado esas herramientas. En ese caso tendrá que reconsiderarse la idea
de que el tamaño del cerebro determina la complejidad del
comportamiento. El paleoantropólogo Mark Collard, de la Universidad
Simon Fraser, en la Columbia Británica, piensa que hay una buena razón
para hacerlo: «La historia de la paleoantropología está llena de suposiciones profundamente arraigadas que han sido refutadas por nuevos descubrimientos».
La suma de las partes: La reconstrucción de los fragmentos del cráneo de Neo nos revela cómo era el rostro de Homo naledi. [JOHN HAWKS, UNIVERSIDAD DE WITWATERSRAND, JOHANNESBURGO]
Kate Wong
Kate Wong
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Quin és el teu Super-Comentari?