Hay muchos organismos que no se originan a través de huevos, como las bacterias o los hongos; sin embargo, afirmar que todo organismo vivo procede de un huevo fue de todo punto una afirmación revolucionaria para la época. Una afirmación vertida por William Harvey.
"Ex ovo omnia" es lo que anunca el frontispicio de Exercitationes de generatione animalium (1651) de William Harvey, doctor inglés del siglo XVII y en su día médico de Jacobo I de Inglaterra.
Afirmación (no) descabellada
"Huevo" es, en sentido estricto, un recipiente que contiene la célula fecundada, el cigoto con el que los genes masculinos de un espermatozoide se combinan con los genes femeninos del óvulo.
Eso también incluye a los humanos. Por eso, en una época donde aún no se había visto un óvulo humano, era cuando menos aventurado afirmar que todo procede de un huevo, y que los seres humanos tienen un origen similar al de las aves y al de los anfibios.
Por eso Harvey fue un pionero, tal y como explica Philip Ball en su libro Cómo crear un ser humano:
La veracidad de la visión de Harvey solo podría percibirse en cuanto la biología adquiriese la idea de la célula, la "unidad fundamental de los organismos vivos". Esa visión suele atribuirse al compatriota y casi contemporáneo de Harvey, Robert Hooke, que hizo el uso más productivo del entonces recién inventado microscopio en las décadas de 1660 y 1670.
Havey, pues, no lo observó como tal, pero fue el primero en sugerir que los seres humanos y otros mamíferos albergan una especie de “huevo” que contiene al individuo sucesor; teoría criticada por la comunidad científica del momento.
Harvey murió el 3 de junio de 1657 en Londres. Nueve años más tarde, en 1666, el conocido como Gran Incendio de Londres arrasa la capital inglesa y destruye por completo el Colegio de Médicos, en el que se conservaban gran parte de sus notas y manuscritos.
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