En 2016 y sin previo aviso, una grieta de 15 metros de profundidad y hasta 20 de ancho apareció en el condado keniata de Narok. Fue rapidísimo. Destrozó carreteras, tendidos eléctricos y viviendas, pero lo peor de todo fue el pavor negro que inoculó en la población. Y no sólo en la de Kenia.
Hablamos de millones de personas: las que viven a lo largo de los 3.000 kilómetros del Gran Valle del Rift de África Oriental que divide en dos la placa tectónica africana.
Un misterio de 15 metros de profundidad. Porque, aunque todo parece indicar que se trataba de un barranco de erosión y no tenía relación directa con "la gran división africana" que partirá el continente en dos; los expertos coinciden que "quedan dudas sobre por qué se formó en el lugar donde lo hizo" y "si su aparición está relacionada con el Rift de África Oriental" de una forma más o menos sutil.
"Por ejemplo", explicaba Lucía Pérez Díaz de Royal Holloway University of London, "la fisura podría ser el resultado de la erosión de suelos blandos que rellenan una antigua falla relacionada con una fisura". Y es que, sea como sea, hay algo que podemos dar por seguro: África se va a partir en dos trozos. Lleva 30.000 años en el proceso.
El nacimiento de una nueva placa. El caso del Rift es curioso porque, en general, estamos acostumbrados a pensar la superficie de la Tierra como un gran sistema geológico de placas tectónicas dadas. Eso nos hace olvidar que esas placas, sometidas a presiones de todo tipo, también pueden partirse.
Eso fue lo que pasó hace 138 millones de años cuando las placas africana y sudamericana se dividieron en dos (creando dos piezas continentales que encajan casi a la perfección) y eso es lo que está pasando, otra vez, con la placa africana.
Ahora mismo, el Gran Valle del Rift recorre el continente desde el Golfo de Adén hasta Zimbabue. Esa es la "herida" que está destinada a convertirse en la línea de división de dos placas: la solamí y la nubia. Y, en último término, es la "herida" que se convertirá en un nuevo mar.
¿Un nuevo mar? Sí, hace un par de años, descubrimos que la microplaca de Victoria (el trozo de tierra que se encuentra entre las dos grandes ramas de la 'y griega' del Rift y que podríamos en el mapa en torno al lago Victoria) llevaba años girando en sentido antihorario con respecto a la placa africana.
Es decir, lleva años moviéndose en sentido contrario al resto de placas de la región y eso (además de un enigma geológico) es un indicio muy fuerte de que la fractura se está convirtiendo en cresta; que se está poniendo en marcha la formación de un nuevo mar.
Y esto quizás sea lo más contraintuitivo. Que hablamos de un proceso que, si todo va bien, culminará en unos 50.000 años y, sin embargo, casos como el de la zanja de Kenia suelen volver a los medios mostrando que "algo pasa". Puede parecer que ese "algo pasa" es insuficiente, pero hablamos de procesos fascinantes que muestran el funcionamiento real del mundo que nos rodea.
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