“Cuando las personas tienen sesgos y prejuicios, sí, soy consciente. No entierro la cabeza como el avestruz. Pero mi planteamiento es que, si no puedo trabajar contigo, trabajaré a pesar de ti. No voy a desanimarme tanto como para irme. Esa puede ser la solución para otras personas, pero no es la mía”
Con esas palabras, Annie Easley ponía sobre la mesa su empeño y su valentía en seguir luchando por sus sueños y no permitir que las barreras de género y raza le impidieran convertirse en la mujer que ansiaba ser. Pionera en la carrera espacial y primera afroamericana en la NASA, Annie no se rindió, convirtiéndose en líder del equipo que desarrolló el software para la etapa del cohete Centauro.
PRIMEROS AÑOS
Annie Easley no tuvo una vida fácil. Desde su infancia hasta años adultos se enfrentó a numerosos estereotipos y faltas de respeto que tenían como origen la segregación racialy las limitaciones impuestas a las personas de color en el sistema social de Estados Unidos durante las décadas de 1940 y 1950.
No obstante, a pesar de los obstáculos, Easley demostró ser una persona sin freno, una mujer que quería sacar su máximo potencial, por lo que, desde una edad temprana, demostró una gran dedicación a sus estudios.
En estos primeros momentos, la madre de Easley jugó un gran rol como modelo a seguir, pues siempre le inspiró un gran apoyo, enseñándole el valor del esfuerzo y de la educación como medios para alcanzar sus metas. Su compromiso la llevó a graduarse con honores en el instituto, un logro impresionante considerado el contexto en el que creció.
Sin embargo, tras ingresar a la Universidad de Luisiana para estudiar Farmacia, su camino se vio interrumpido por la mudanza a Cleveland tras casarse: esta nueva ubicación no disponía de una institución que ofreciese un programa de estudio adaptado a gente de color.
Aunque tremendamente apenada por no poder completar sus estudios de Farmacia y frustrada por el momento social que le había tocado vivir, Annie no dejó que su determinación la abandonase y, finalmente, consiguió encontrar diferentes maneras de seguir adelante, continuando su educación y creciendo en cuanto a desarrollo personal.
Retrato de Annie Easley
ADIOS FARMACIA, HOLA MATEMÁTICAS
Fue justo en la NASA donde Annie Easley sintió que las puertas del mundo académico y laboral volvían a abrirse para ella. Era un momento social complicado: era plena década de 1950 y la segregación racial en Alabama estaba alcanzando un punto de inflexión, destacando por la presencia de una fuerte lucha por el derecho al voto y por la eliminación de pruebas de alfabetización discriminatorias.
En 1955 leyó un artículo en el periódico local sobre dos hermanas gemelas que trabajaban como “computadoras humanas” para el Comité Asesor Nacional de Aeronáutica (NACA), precursor de la NASA. Intrigada por esta ocupación tan poco convencional, Annie presentó una solicitud de empleo al día siguiente y fue contratada en tan solo dos semanas, convirtiéndose en la primera afroamericana – a los pocos días esta cifra subiría a cuatro – de los 2500 empleados con los que contaba la agencia en aquellos momentos.
Su carrera en la NASA comenzó en el Laboratorio Lewis de Vuelo a Propulsión, donde trabajó como matemática e ingeniera informática. A lo largo de los años, continuó su educación mientras estaba empleada en la agencia, obteniendo una Licenciatura en Ciencias Matemáticas en 1977 a través de la Universidad de Cleveland.
Participó en numerosos cursos de especialización ofrecidos por la NASA, lo cual le permitió contribuir a varios proyectos como una pieza clave, incluyendo desde simulaciones de reactores hasta el desarrollo de softwares para cohetes de alta energía, la sonda Cassini, investigaciones sobre energía y vehículos híbridos especiales.
Annie Easley como portada de la revista mensual de la NASA "Science and Engineering Newsletter"
LA NASA Y LA IGUALDAD
Annie Easley formó parte de la NASA a lo largo de 34 años, en los que destacó por su genio, por su dedicación sinigual. Su trabajo abarcó una gran gama de áreas, destacando el desarrollo de código informático para analizar tecnologías de energía alternativa y el soporte que dio al cohete superior de alta energía Centauro. Además, contribuyó a la determinación y aplicación de múltiples proyectos solares y eólicos, así como a la identificación de soluciones alternativas a los problemas energéticos que empezaban a asomar.
Concretamente, la labor de Easley en el proyecto Centauro sentó las bases tecnológicas para la realización de importantes hitos en la exploración espacial, pues fue este proyecto el pionero de posteriores lanzamientos de transbordadores espaciales, satélites de comunicaciones o sondas meteorológicas.
Sin embargo, más allá de sus contribuciones técnicas, Annie Easley fue una inspiración para todos aquellos que aspiraban a formar parte de la NASA. A través de programas de divulgación y tutorías, contagiaba su pasión por la ciencia y la exploración espacial, ganándose así el respeto de todos sus compañeros.
Su compromiso con la igualdad también estuvo reflejado en su trabajo como consejera de igualdad de oportunidades en el empleo de la NASA, donde ayudó a abordar denuncias de discriminación y luchó por promover un ambiente laboral más inclusivo. Incluso en situaciones menos formales, como cuando desafió las normas de vestimenta y se presentó al trabajo en pantalones – y no falda o vestido, Annie Easley demostró su compromiso para promover el cambio y el progreso hacia una suciedad equitativa, justa e inclusiva.
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