Los médicos saben desde
hace décadas que, hasta la menopausia, las mujeres sufren menos infartos que
los hombres. Miguel Valverde, de la Universitat Pompeu Fabra, ha descubierto
ahora por qué. La clave está en que la más importante de las hormonas sexuales
femeninas, el estradiol, dilata los vasos sanguíneos, por lo que es un antídoto
natural contra la hipertensión. Al llegar a la menopausia, los niveles de
estradiol caen en picado y las mujeres se vuelven tan vulnerables como los
hombres a las enfermedades cardiovasculares.
La investigación dirigida por Valverde, que se presenta hoy en la revista
científica “Science”, explica el mecanismo exacto por el que el estradiol
dilata los vasos sanguíneos. Cientos de científicos de todo el mundo han
trabajado desde principios de los 80 para comprender este mecanismo, aunque
hasta ahora nadie había conseguido explicar su funcionamiento.
El descubrimiento abre la vía al diseño de fármacos más eficaces y seguros que
los actuales para el tratamiento de la hipertensión y la prevención de las
enfermedades cardiovasculares, que son la primera causa de muerte en los países
ricos.
“Imaginen que son cerrajeros y les piden que hagan una llave para abrir una
puerta pero tienen los ojos vendados. Como no ven la cerradura, no pueden hacer
la llave. Lo que hemos hecho nosotros es quitarle la venda de los ojos al
cerrajero. Ahora es él quien tiene que hacer la llave”, dijo ayer Miguel
Valverde para explicar la trascendencia de la investigación.
En este ejemplo, el cerrajero es la compañía farmacéutica. La llave es el
futuro fármaco contra la hipertensión. Y la cerradura es lo que ha descubierto
el equipo dirigido por Valverde, en el que han participado también científicos
de la Universidad de Chile, de la Universidad de California en Los Ángeles y
del King's College de Londres.
Concretamente, los investigadores han descubierto que el estradiol se une a la
membrana de unas células musculares que rodean a los vasos sanguíneos. Cuando
esto ocurre, salen riadas de iones de potasio del interior de las células, lo
que hace que las células se relajen. Y al relajarse, dejan de oprimir los vasos
sanguíneos, de modo que estos vasos se dilatan y la tensión arterial se reduce.
Los fármacos basados en este descubrimiento, si llegan a desarrollarse, “no
aumentarían el riesgo de cáncer de mama como parecen hacer los tratamientos
prolongados con estrógenos (hormonas sexuales femeninas)”, declaró Valverde.
Sin embargo, sí conservarían los efectos beneficiosos de los estrógenos contra
el infarto. Esto se debe a que los fármacos sólo incorporarían la parte del
estradiol que actúa sobre los vasos sanguíneos y prescindirían del resto de la hormona.
Por el mismo motivo, los fármacos podrían administrarse tanto a hombres como a
mujeres, mientras que los tratamientos actuales con estrógenos se administran
únicamente a mujeres.
Los nuevos fármacos no se plantean como una alternativa a la terapia con
estrógenos para mujeres postmenopáusicas. La razón es que este tipo de terapia
no sólo se utiliza para prevenir infartos, sino sobre todo para otros problemas
asociados con la menopausia, como osteoporosis, sofocos o falta de lubricación
vaginal.
Por el contrario, serían una alternativa a los tratamientos actuales contra la
hipertensión. “El mercado de los vasodilatadores está ya muy copado”, reconoció
ayer Valverde. Pero los fármacos basados en el estradiol “tendrían una ventaja
importante, respecto a otros vasodilatadores ya que no tendrían efectos
secundarios sobre el músculo cardiaco”. Según informó Valverde, la Universitat
Pompeu Fabra tiene previsto iniciar en breve una ronda de negociaciones con
compañías farmacéuticas con vistas a desarrollar medicamentos vasodilatadores
basados en el estradiol.
Josep Corbella
La Vanguardia
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