Homeópatas, tarotistas, activistas anti vacunas, seguidores de Iker Jiménez todos: Estas magufadas han llenado revistas, libros y programas de televisión desde hace la tira de tiempo, aligerando en el proceso el bolsillo (y en algunos casos arruinando la vida) de un público crédulo. Todo ello a pesar de haber sido refutadas científicamente por activa, por pasiva y hasta por retroactiva. Para terminar de una vez por todas con estos mitos pseudocientíficos, hemos acudido a un auténtico látigo anti magufo: la ARP, Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico y a su Directora Ejecutiva Antonia de Oñate.
1. Las pirámides fueron construidas por extraterrestres (2660 a. C/ c. 1850 a. C. Egipto)
El mito: Una empresa de construcción alienígena llegó al planeta Tierra y levantó las pirámides con rayos láser y otras técnicas de construcción avanzada sin que los egipcios emigrasen cagaditos de miedo. Además se entretuvieron en enseñar a los locales electricidad, astronomía y en dejar mogollón de adivinanzas sobre su presencia y evidente egocentrismo en infinidad de monumentos para rompernos los nervios milenios más tarde y darles pasta a tutipleni a los guionistas de History Channel.
La realidad: “John Taylor y su libro “La Gran Pirámide” inauguraron en 1859 eso que algunos llaman “piramidología” y otros “piramidiotología“. Las pirámides de Giza, y sobre todo la Gran Pirámide, han dado pie a una abundante literatura permanentemente reñida con la arqueología.
La egiptología ha progresado con el tiempo y ha proporcionado respuestas racionales a preguntas relativas a los materiales, las técnicas de construcción, la elección de su emplazamiento. No hay un solo arqueólogo digno de tal nombre que piense en intervenciones alienígenas ni en los resobadísimos atlantes, sobre los que se ha escrito toneladas de papel a partir de una sola cita de Platón.
En el fondo, lo que hay tras esas búsquedas irracionales es mucha desconfianza sobre las capacidades humanas. En algún caso, es una manifestación de racismo más o menos encubierto: una “raza” no muy alta y bastante oscura de piel había podido construir una maravilla que dejaba boquiabiertos a señores muy blancos y muy rubios. Y, cómo no, si explotar el inexistente misterio genera dinero, no faltará quien lo abone”.
2. Las Vacunas son nocivas (1772, Reino Unido)
El mito: Las vacunas causan autismo u otro tipo de trastorno psicológico, SIDA o cualquier enfermedad según el grado de paranoia del teórico magufo. El Gobierno, los reptilianos, los francmasones, la Virgen de la Pandereta y los médicos lo saben pero están todos compinchados y siguen vacunando a los niños para controlar a la población.
La realidad: “Las vacunas cuentan con detractores desde los tiempos de Jenner. Menos mal que nadie les hizo suficiente caso: la viruela, que fue un terrible azote para la humanidad, ha quedado erradicada. Otras amenazas horribles, como la polio, están en vías de desaparición. Hay enfermedades infantiles que pueden evitarse con una adecuada vacunación. No es obligatorio pasarlas. No se infringe ninguna sagrada ley natural ni divina evitando enfermedades. Y se evitan secuelas que pueden llegar a ser graves e incluso a costar la vida. No hay razón para consentir que haya niños que mueran de sarampión o de difteria. Y mucho menos si esa razón antivacunista se basa en el fraude científico, como sucede cuando se quiere vincular la vacunación con el autismo”.
3. Las Caras de Bélmez (1971, Bélmez de la Moraleda, Jaén, España)
El mito: Una mujer jienense reparó en que en el suelo de su casa aparecían manchas que parecía rostros de seres de ultratumba. Se realizaron investigaciones y contrainvestigaciones, incluso a cargo de una comisión gubernamental, experimentos en los que cada vez se llegaba a una conclusión distinta, psicofonías, y hasta excavaciones. Y es que, en una España pre democrática sin internet, televisión digital ni el Candy Crush, aquello provocó furor entre los aficionados a los misterios misteriosos. Se creó el turismo paranormal y muchos hicieron su agosto vendiendo libros o revistas sobre el fenómeno. Hace tan solo dos años el Ayuntamiento de Bélmez inauguró en el edificio de una antigua escuela un ‘Centro de Interpretación de las Caras’ pagado con fondos de la Unión Europea.
La realidad: “El verdadero misterio es cómo pudieron la Diputación de Jaén y el Ayuntamiento de Bélmez de la Moraleda gastar el dinero de los contribuyentes y obtener fondos europeos para financiar un centro de interpretación de las Caras de Bélmez. Casi un millón de euros públicos en seguir dando pábulo a leyendas supersticiosas, según las cuales aparecen imágenes más o menos toscas en una casa. Unos dicen que eso ocurre porque la casa está construida sobre un cementerio; otros, que así se manifiestan los familiares difuntos de la propietaria -ya fallecida- de la casa; y no falta quien dice que todo tiene relación con un episodio de la guerra civil.
Cualquier cosa, salvo reconocer el primer análisis de las pinturas de Bélmez: se habían pintado con nitrato y cloruro de plata. Estas sustancias reaccionan a la luz y las imágenes pintadas con ellas aparecen paulatinamente. Esto es muy oportuno cuando se quiere hacer creer que no ha habido intervención humana.
Los defensores del misterio afirman que un análisis del CSIC les da la razón, porque solo detectó hormigón, sin pigmentos ni sales. Lo que se olvidan oportunamente de decir es que el CSIC también dijo que ignoraba cómo se había tomado la muestra que les habían llevado y también afirmó que se las habían entregado en un recipiente poco habitual para estos menesteres: un sobre de azúcar procedente de alguna cafetería. El análisis del CSIC tan paseado por los defensores del misterio solo dice que eso que les llevaron en un sobre de cafetería era hormigón”.
4. Los transgénicos son tan malos como las vacunas, o peor (1994, EEUU)
El mito: La distribución de productos modificados genéticamente forma parte del programa Agenda 21 impulsado por los Rockefeller y los Ford para controlar la población del planeta. Todo, pasándose por el arco del triunfo las normas de etiquetado y rastreabilidad, las legislaciones internacionales, etc, etc. Para tapar la movida, deben tener a medio planeta a sueldo, menos a China, que ha relajado la política del hijo único lanzando hornadas de nuevos millones de chinos a las estadísticas demográficas. Imaginamos que para joder los objetivos anuales de los artífices de este triste complot.
La realidad: “Una buena información sobre los transgénicos ayuda a desprenderse de ideas preconcebidas. Es fácil atacarlos cuando se les caricaturiza como “Frankenfood“, como productos que atacan los cultivos tradicionales para satisfacer las ansias de multinacionales. Pero cuando mejora la información y la caricatura deja paso al retrato, las cosas cambian.
La mayoría de los OGM se emplean para investigación científica y para producir a escala industrial proteínas terapéuticas a partir de bacterias o levaduras genéticamente modificadas: hablamos de algo tan esencial como la insulina y la vacuna contra la hepatitis B. ¿Qué atentado contra la salud pública se puede achacar aquí a los transgénicos que facilitan y abaratan la producción de medicinas esenciales?
Pero los transgénicos más conocidos son las plantas, esas que no se pueden cultivar en tantos países pero sí consumir en ellos. No hay estudios científicos serios que demuestren que sean nocivos. No hay razón para aplicar un exagerado sentido de la precaución que no empleamos en otros alimentos. No son directamente responsables de la existencia de monocultivos. No son los únicos culpables de que los agricultores deban comprar semillas nuevas cuando plantan: esto ocurre con la gran mayoría de las variedades comerciales, que no son transgénicas. No son monopolios de malvadas multinacionales: hay un importante número de patentes procedentes de universidades, o de organismos estatales, como sucede en Cuba y Brasil. Es posible cultivar arroz dorado que pondría fin a la ceguera infantil causada por falta de vitamina A. Es posible cultivar trigo genéticamente modificado que acabaría de forma eficaz y barata con los problemas de los celíacos”.
5. La Sábana Santa (33 d.C, Palestina)
El mito: Al enterrar a Jesucristo, se colocó sobre su cuerpo un sudario, una tela de lino en la que quedó milagrosamente impresa la imagen del mítico hebreo. Otro milagro la hizo sobrevivir supuestamente dos mil años y hacerla viajar entre Palestina y Turín (Italia) sin que se apulgarase. No solo eso, además se produjo un efecto fan y multiplicador similar al de los panes y los peces, dado que en todo el mundo se conservan hasta cien réplicas de la sábana santa. Veinte de las copias, datadas entre los siglos XVI y XVII, están repartidas por España, desde el pueblecito zaragozano de Campillo de Aragón a Jerez de la Frontera pasando por Valladolid o Plasencia.
La realidad: “El origen medieval de la Sábana Santa está acreditado sin sombra de duda: lo que el carbono 14 demuestra no lo desacredita ni el voluntarismo más extremo. El cardenal Anastasio Ballestrero, arzobispo de Turín, encargó en 1988 una prueba de carbono 14, supervisada por el Museo Británico y ejecutada por tres laboratorios especializados de las universidades de Oxford y Arizona y del Politécnico de Zurich. Los resultados fueron claros: el lino del sudario data entre 1260 y 1390, con una fiabilidad del 95%.
Frente a la contundencia de una prueba de datación por radiocarbono encargada por la propia diócesis de Turín, los defensores de la autenticidad de la reliquia afirman que Cristo liberó una energía desconocida en el momento de resucitar que había alterado las características de la Sábana. Hubo incluso quien afirmó que Libby, el inventor de la datación por carbono 14, había planteado dudas razonables sobre la ejecución de la prueba. Esto último es cómico: la prueba se efectuó en 1988, ocho años después de la muerte de Libby”.
6. Las cartas del Tarot (siglo XV, Italia)
El mito: El tarot es un supuesto método de adivinación del futuro mediante la interpretación de las cartas de una baraja surgido, según quien hable, en la cábala judía, el simbolismo egipcio, los cátaros, la cultura occitana, los gitanos, etc, etc. Hay hasta cinco configuraciones de tirada de las cartas e infinidad de diseños de baraja.
La persona dotada para su lectura hace de predecesora de google y le saca información a su cliente para responderle cosas que ya conoce o soltar vaguedades sobre el futuro del tipo “veo un viaje” o “veo a una mujer en tu vida”. El creyente vuelve a su casa comiéndose el coco sobre si el viaje del que hablaba la pitonisa será el que ha hecho de vuelta a casa en el autobús, con la cartera más ligera, o si su marido va a llevarla por fin ese verano a Torremolinos de vacaciones. Tranquilo, habrá algún viaje.
La realidad: “El tarot es uno de tantos pretendidos métodos de adivinación del futuro. Para aceptarlo como válido habría que creer que el futuro puede conocerse porque está escrito. Una vez se da por bueno que el futuro es una realidad que está escrita en algún sitio, es fácil caer en cualquier técnica de adivinación. El presunto prestigio de la antigüedad redondea el panorama.
Pero lo que realmente funciona es la lectura en frío: ese conjunto de técnicas con las que se “lee” en una persona a quien no se conoce. De forma rudimentaria, todos somos lectores en frío; estamos acostumbrados a emplear técnicas inductivas de forma espontánea. Cuando se estudian las técnicas, los resultados son aún mejores. Lo cierto es que todos proporcionamos más información de lo que creemos sobre nosotros mismos. Los tarotistas y demás adivinadores se valen de esa lectura en frío para lanzar suposiciones que no chirríen y hacerlas pasar por predicciones serias. Y, de paso, para legitimar su papel: si son capaces de saber tantas cosas de alguien a quien no conocen, ¿cómo no van a adivinar su futuro? Muy lógico todo”.
7. Conspiración lunar (1969, EEUU)
El mito: La llegada del hombre a la Luna fue un montaje de los Estados Unidospara mostrar su superioridad tecnológica sobre la Unión Soviética y ganar así la denominada ‘Carrera Espacial’ . Se suele salpicar con interpretaciones tendenciosas de las fotos de las misiones Apolo: que si las sombras de los astronautas no son correctas, que si hay supuestos movimientos en las banderas americanas por un viento inexistente en nuestro satélite sin atmósfera, etc, etc.
Otra rama de las conspiraciones lunares prefiere asegurar que la NASA nos oculta pruebas sobre restos de antiguas civilizaciones, supuestas bases alienígenas o de nazis emigrados en platillos volantes al final de la Segunda Guerra Mundial. Por lo menos, esta teoría sirvió de inspiración para el frikifilm Iron Sky, que ya es algo.
La realidad: “Lo más chusco de este mito es que los conspiracionistas lunareshan intentado llevar a cabo lo que nunca hizo la Unión Soviética en plena Guerra Fría. El gobierno soviético no llegó nunca tan lejos como para desacreditar a su rival negando la llegada a la Luna. Ningún científico soviético de gran nivel habría hecho públicas hipótesis basadas en malas percepciones o fácilmente desmontables con un mínimo de conocimientos.
Unas 800 personas participaron en la misión a la luna. Resulta difícil creer que hubiera podido mantenerse una estafa así con tantos testigos, más aún si consideramos que los servicios secretos soviéticos no se dedicaban a jugar al bingo.
Pero esta teoría conspirativa, como tantas otras, atrae partidarios porque llevan marca de rebeldía frente al poder establecido. Si el poder dice que el hombre llegó a la Luna, se niega. Aunque se empleen hipótesis flojas. Aunque no lo negasen sus rivales en la carrera espacial”.
Las civilizaciones perdidas, las bases alienígenas y el refugio nazi lunar forman parte de esa costumbre de soltar enormidades sin ningún respaldo. La carga de la prueba recae sobre quien afirma que esas cosas son ciertas. Estamos esperando esa demostración. Sentados.
8. El monstruo del lago Ness (Siglo VII, Reino Unido)
El mito: En un lago de Escocia habita una extraña criatura milenaria que ha sido descrita como: un pez enorme (1868), algo similar a un elefante (1923) un ser prehistórico (1933) o un cocodrilo (1938). El supuesto bicho subacuático (del que nunca se ha detectado un cagarro flotante) es, junto al Yeti, una de las estrellas de la criptozoología, una pseudociencia que se ocupa de la búsqueda de animales cuya existencia no ha sido probada. El último avistamiento, una foto de Apple Maps del 2014 resultó ser un barco.
La realidad: “Como diría Carlos Chordá, autor de “El Yeti y otros bichos, ¡vaya timo!“, parece que Nessie es más bien un ave de corral: la gallina de los huevos de oro. No hay guía turística ni recorrido turístico de Escocia que no hable del criptobicho más famoso de Europa. Nessie atrae la atención sobre el lago Ness y su entorno y genera muchos ingresos.
El dinero también fluye a la hora de intentar encontrar a Nessie. Desde hace algunos años se han instalado cámaras web que enfocan distintos puntos del lago durante todo el día. En varias ocasiones lo han recorrido minisubmarinos y se ha barrido con detectores de sonar. Ni rastro de Nessie, ni de sus excrementos.
Se habla de la existencia del monstruo del lago Ness por avistamientos y por algunas fotografías. Muchos avistamientos parecen confusiones. Es fácil creer que los objetos son grandes cuando se carece de referencias de tamaño y es todavía más fácil confundirse cuando el espectador quiere encontrar algo concreto… como un monstruo de cuello largo. En cuanto a las fotografías, la más famosa de ellas (conocida como “la del cirujano”) es una falsificación”.
9. Homeopatía (1796, Alemania)
El mito: Método curativo creado en por Samuel Hahnemann basado en su doctrina de «lo similar cura lo similar»: una sustancia que cause los síntomas de una enfermedad en personas sanas curará lo similar en personas enfermas. Lo homeópatas usan diluciones sucesivas de la sustancia elegida en alcohol o en agua destilada tras consultar libros de referencia conocidos como repertorios y teniendo en cuenta los síntomas de los pacientes, su personalidad, estado físico y psicológico, etc.
La realidad: “La homeopatía se inventó en una época en que la medicina mataba más de lo que curaba. Las sangrías, los eméticos, las purgas y tantos otros procedimientos nocivos eran tan mortíferos como las propias enfermedades. En el momento en que apareció la homeopatía, su ventaja era evidente. Entonces, como ahora, los productos homeopáticos no servían para nada, pero tampoco hacían daño: las enfermedades cursaban normalmente y, frecuentemente, los enfermos se recuperaban.
Pero la medicina cambió drásticamente con la incorporación del doble ciego y el conocimiento de los patógenos. El posterior descubrimiento de los antibióticos ayuda a mejorar las posibilidades médicas. La medicina ya no es esa disciplina que castigaba al enfermo con tratamientos inútiles y nocivos. La homeopatía, en cambio, sigue estando en el mismo sitio donde la dejó su inventor. Las innovaciones se limitan a cosas tan originales como prescribir para la sensación de ahogo y opresión… Muro de Berlín triturado y diluido.
Los tres principios en que se basa la homeopatía no están acreditados científicamente. Ni el de la similitud (lo igual cura lo igual), ni el de las dosis infinitesimales (a mayor dilución, mayor efecto), ni el de la memoria del agua (el excipiente retiene las propiedades de principios que alguna vez contuvieron)”.
10. “Nos están fumigando”. Chemtrails (Canadá, 1997)
El mito: Alguna organización supragubernamental secreta invierte millones de euros cada semana en lanzar toneladas de productos químicos a la atmósfera, desde aviones que no son controlados por aviación civil, pilotados por miles de pilotos que nunca le han contado a sus esposas a qué se dedican (ni siquiera a cambio de sexo anal) ni han vendido una entrevista exclusiva a Lecturas. Así llevan haciendo casi veinte años, con intenciones secretas pero sin duda aviesas que normalmente incluyen: envenenamiento masivo de la población, modificación genética masiva de la población, cambio climático en general.
La realidad: Como sucede con tantas otras maquinaciones extrañas, la carga de la prueba recae en el acusador, pero también podemos esperar sentados.
Esas estelas a las que culpan de envenenar a la población y a la tierra son simples e inofensivas estelas de condensación. Y no se ha podido demostrar nunca otra cosa, más allá de las sospechas y los pálpitos de algunas personas.
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