Charles Robert Darwin nació el 12 de Febrero de 1809, en Shrewsbury, Inglaterra.
A los ocho años Darwin ya mostraba interés por la Historia Natural.
Después de haber estudiado en distintas universidades, al volver a casa, se encontró con una carta de Henslow que le proponía un puesto como naturalista sin retribución que zarparía en cuatro semanas en una expedición para cartografiar la costa de América del Sur. El viaje del Beagle duró casi cinco años, zarpando de la bahía de Plymouth el 27 de diciembre de 1831 y llegando a Falmouth el 2 de octubre de 1836. El joven Darwin dedicó la mayor parte de su tiempo a investigaciones geológicas en tierra firme y a recopilar ejemplares.
Se casó con su prima Emma Wedgwood(Einstein también se casó con su prima, que raro).
Publicó El Origen de las Espécies en el 24 de Noviembre de 1859.
Un equipo de geoquímicos de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) acaba de encontrar pruebas de que ya había vida en la Tierra hace 4.100 millones de años, es decir, 300 millones de años antes de lo que se creía hasta ahora. El hallazgo implica que la vida comenzó muy poco tiempo después de que nuestro mundo se formara, hace 4.554 millones de años. El trabajo se acaba de publicar en «Proceedings of the National Academy of Sciences» (PNAS).
«Hace apenas veinte años -explica Mark Harrison, uno de los autores del estudio- decir esto habría sido una herejía. Y cuando se hallaron evidencias de vida de hace 3.800 millones de años fue un verdadero shock. Pero la vida en la Tierra podría haber surgido mucho antes, casi instantáneamente. Con los ingredientes adecuados, parece haberse formado realmente pronto».
El nuevo estudio sugiere que la vida ya existía incluso antes del «Gran Bombardeo», un periodo durante el que, hace 3.900 millones de años, se produjeron incontables colisiones con cometas e incluso planetarias y durante el cual se formaron, por ejemplo, los mayores cráteres de la Luna.
«Si la vida desapareció durante este bombardeo, como sostienen algunos científicos, entonces debió de volver a empezar casi enseguida», asegura Patrick Boehnke, otro de los firmantes de la investigación.
Durante mucho tiempo se ha creído que la Tierra era árida y desolada durante esta época lejana y violenta, pero diversos estudios están empezando a demostrar que en realidad no fue así. «La Tierra primitiva -indica Harrison- no era ciertamente un planeta infernal y en ebullición. No tenemos absolutamente ninguna prueba de que fuera así. Y probablemente nuestro planeta era entonces mucho más parecido a lo que es ahora de lo que creíamos».
Bajo la dirección de Elizabeth Bell, los investigadores de la UCLA estudiaron más de 10.000 circones, formados a partir de roca fundida o magmas, procedentes de Australia occidental. Los circones son minerales pesados y duraderos, capaces de «capturar» y preservar las condiciones de su entorno, como si se tratara de auténticas cápsulas del tiempo.
Los científicos identificaron 656 circones en cuyo interior había una serie de machas oscuras, y analizaron 79 de ellos con una técnica espectroscópica capaz de mostrar en 3D la estructura molecular y química de antiguos microorganismos. Lo que buscaban eran trazas de carbono, el elemento en que se basa la vida.
Y resultó que uno de los 79 circones analizados contenía grafito (carbono puro) en dos lugares diferentes. «Es la primera vez en 4.100 millones de años que ese grafoto queda expuesto», asegura Harrison, que se muestra muy confiado en la fiabilidad de su trabajo. «No existe un caso mejor ni más documentado de inclusión primaria de grafito en un mineral -añade-, y nadie ha ofrecido una alternativa plausible y que pueda explicar la presencia de grafito no biológico en un circón».
De hecho, según los investigadores el grafito es incluso más antiguo que el circón que lo contiene. Y el circón tiene una edad de 4.100 millones de años. Más antiguo, sí, aunque no se sabe cuánto. La investigación sugiere que la vida en el Universo podría ser muy abundante. Y en la Tierra, las formas de vida más simples parecen haberse formado muy rápidamente, aunque tuvieron que pasar muchos millones de años para que esa vida simple desarrollara la habilidad de la fotosíntesis.
De lo que no cabe duda es que el carbono contenido en el circón muestra la firma característica (una tasa específica de carbono 12 a carbono 13) que indica la presencia de vida fotosintética.
«Necesitamos reconsiderar lo que pensábamos sobre la Tierra primitiva», concluye el investigador.
Los organismos vivos podrían haber existido ya hace 4.100 millones de años, 300 millones de años antes de lo que se venía sosteniendo hasta ahora. Esta es la conclusión a la que habrían llegado un grupo de científicos estadounidenses liderados por el doctor Mark Harrison, de la Universidad de California en Los Ángeles y que ha sido publicado en «Proceedings of the National Academy of Sciences», informa el rotativo británico «The Guardian».
Si este descubrimiento se confirmara la aparición de la vida en la Tierra estaría situada temporalmente muy próximo a la formación de nuestro planeta, entorno a los 4.600 millones de años a partir de un disco primordial de polvo y gas que rodeaba al Sol. También significaría que la mayoría de la vida de la Tierra, la vida existente ha sido unicelular ya que los seres complejos multicelulares no hicieron su aparición hasta hace 600 millones de años.
Lo que condujo a los investigadores a estas conclusiones fueron las manchas de grafito atrapadas dentro de los cristales de viejas circonitas halladas en Jack Hills, en Western Australia. Los átomos en el grafito, una forma cristalina del carbono, fueron enriquecidos con carbono 12, un isótopo «ligero» del carbono, o una variante atómica, normalmente asociada con la vida.
El equipo de científicos estadounidense liderado por el doctor Mark Harrinson, de la Universidad de California en Los Ángeles, han afirmado que el grafito se encontraba completamente encerrado en la circonita que estaba agrietada y que no pudo haber sido contaminada, a pesar del paso del tiempo.
En este sentido, los investigadores han añadido que «este estudio extiende la presencia del isótopo de carbono terrícola alrededor d 300 millones de años más de lo previamente medido, a partir de hallazgos localizados en el suroeste de Groenlandia». También, han reconocido, que algunos procesos no biológicos podríantambién producir la forma de la luz del carbono, como impactos de meteoritos. Sin embargo, han matizado que la cantidad de carbono extraterrícola necesario para esto hace de los meteoritos una fuente bastante improbable.
«Un origen biogenético que en este caso parece, como mínimo, plausible», han concluido los científicos para quienes si se confirma la relación con el origen de la vida representaría un avance científico de la máximo relevancia.
Puede que Plutón no reúna las características para seguir siendo considerado un planeta, pero los científicos que se están asomando a él a través de las imágenes y los datos recabados por la sondaNew Horizonsestán descubriendo un mundo fascinante y sorprendente. Llanuras, depresiones y picos se suceden por la superficie de este cuerpo celeste, que en 2006 pasó a formar parte de una nueva categoría, la de planetas enanos. Los científicos creen que ha sido esculpido por procesos geológicos que se han desarrollado durante mucho tiempo y que incluso siguen activos en la actualidad.
Es una de las conclusiones del primer estudio científico publicado con datos de la sonda, que llega tres meses después de que New Horizons se situara a sólo 13.691 kilómetros del centro de Plutón (una aproximación que la NASA definió como histórica). Se publica en la prestigiosa revista Science y lo firman conjuntamente nada menos que 151 investigadores, una cifra inusualmente alta que muestra la gran cantidad de científicos involucrados en el análisis del planeta enano más famoso.
En enero de 2006, partió hacia Plutón New Horizons, que se encuentra en la actualidad a 5.000 millones de kilómetros de distancia de la Tierra. Poco a poco, la nave sigue mandando a la Tierra la enorme cantidad de datos que recabó el 14 de julio, tanto de Plutón como de Caronte, su luna de mayor tamaño. "Antes de New Horizons prácticamente no sabíamos nada de Plutón y no teníamos mapas de su superficie", señala a EL MUNDO Alan Stern, el principal investigador de New Horizons y el autor que lidera este estudio.
Los investigadores han encontrado una gran variedad de cráteres que sugieren que la erosión y otros procesos geológicos han esculpido en varias ocasiones su superficie a lo largo de cientos de millones de años, aunque todavía desconocen qué fuentes de energía alimentaron esos procesos, que probablemente siguen activos ahora.
Geológicamente activo
Asimismo, han detectado áreas que presentan diferentes brillos y zonas modeladas por unas estructuras que comparan con los glaciares que tenemos en la Tierra.
"Entre las características geológicas más sorprendentes que hemos visto se encuentran los jóvenes terrenos que informalmente llamamos 'la planicie Sputnik', que muestran que Plutón es geológicamente activo en la actualidad. Ha sido una gran sorpresa", dice Stern a través de un correo electrónico.
"La existencia o no de actividad geológica en un planeta o en una luna es uno de los aspectos más importantes para comprender su evolución y para evaluar sus condiciones de habitabilidad", explica Jesús Martínez-Frías, investigador del Instituto de Geociencias (CSIC-UCM). "Esta nueva investigación sobre el sistema de Plutón confirma que existe una corteza de hielo de agua, la existencia de unidades geológicas jóvenes, evidencias de convección del hielo en superficie, transporte de volátiles y flujo glacial. Todo ello implica una geodinámica sorprendente y desconocida hasta el momento", añade Martínez-Frías, director de la Red Española de Planetología y Astrobiología (REDESPA).
La presión atmosférica en Plutón es inferior a lo que esperaban, según las mediciones realizadas por los instrumentos de la sonda. Caronte, por su parte, no tiene atmósfera. Sin embargo los científicos han encontrado en la mayor luna de Plutón un mundo interesante y complejo. Con llanuras ondulantes, depresiones parecidas a fosos y evidencias de placas tectónicas.
Para Martínez-Frías, resulta "apasionante desde el punto de vista geológico" el hecho de que Caronte presente actividad tectónica. "A partir de ahora habrá que determinar cuál es la fuente de energía que sirve de motor para el desarrollo de los procesos geodinámicos en objetos tan pequeños", señala.
Nix e Hidra, los satélites más pequeños de Plutón, presentan superficies brillantes que, según este estudio, sugieren que tienen agua helada relativamente limpia.
Estos datos iniciales, señalan los autores del estudio, les ayudará a entender mejor los procesos que dan lugar a la evolución de los planetas. Martínez-Frías señala, además, que gracias a esta misión, pueden "disponer de los primeros mapas geológicos de Plutón y Caronte que serán sin duda muy útiles para futuras investigaciones".
"No sé si estos nuevos datos revitalizarán el debate sobre si Plutón es un planeta, pero lo que está claro es que su interés científico es mucho mayor de lo que se esperaba, también en el ámbito de la habitabilidad", concluye Martínez-Frías.
"Estoy de acuerdo en que Plutón es un planeta enano" -señala Alan Stern-, "pero al igual que muchísimos otros expertos, considero que los planetas enanos son un tipo de planeta, no algo diferente".
Este genio fue admirado ya desde poco después de su muerte (475 a.C.)y, transcurrido apenas un siglo, era un personaje mitificado entre los griegos, del que se contaban todo tipo de hazañas intelectuales. Pero nada de todo esto hubiera sido posible de no haber contado con un maestro de excepción, su tío materno Ferécides, uno de los primeros en tender puentes entre el pensamiento mítico y la filosofía. Además de él, resultó fundamental en su formación el gran Tales de Mileto, que al parecer le causó una viva impresión y fue el responsable de darle profundos conocimientos de matemáticas y astronomía, de los que también participó el principal discípulo de Tales, Anaximandro, otro de los grandes sabios de la época. Todos estos maestros marcaron a nuestro personaje, al que no tenemos que reducir sólo a la condición de matemático (que es por lo que hoy es más recordado), ya que su pensamiento filosófico tuvo también una enorme influencia.
En la adquisición de sus conocimientos también tuvieron importancia fundamental los viajes. Pitágoras había nacido en 569 a.C. en la isla de Samos, que mantenía intensas relaciones con Egipto, adonde él se desplazaría urgido por Tales, que le habló de los conocimientos de esta civilización en materia matemática (sobre todo en sus aplicaciones y fórmulas prácticas, ya que los egipcios no brillaron como teóricos). Allí el azar le jugó una aparente mala pasada, ya que durante su estancia se produjo la invasión del rey persa Cambises y Pitágoras fue llevado como prisionero a Babilonia. Sin embargo, este forzoso traslado acabaría por serle muy útil, ya que se relacionó con los magos babilónicos, que eran los sabios de este pueblo, brillantes en las matemáticas pero también muy dados a los conocimientos ocultos y mistéricos.
LA SECTA DE LOS MATEMATIKOI
Al ser liberado, Pitágoras no regresó a su isla natal sino que se estableció en Crotona, al sureste de Italia. Es posible que se viera obligado a ello por causas políticas, ya que Samos estaba controlada por el tirano Polícrates. En Crotona, sus enseñanzas fueron muy influyentes, ya que allí Pitágoras fundó nada menos que una secta, entendida ésta como un grupo reducido de pupilos, auténticos elegidos, a los que explicaba sus saberes bajo la condición inexcusable del secreto, una idea muy característica tanto del Antiguo Egipto como de Babilonia. Pitágoras obligaba a todos sus pupilos –llamados matematikoi o también pitagóricos– a guardar un riguroso hermetismo sobre lo que aprendían. “No todo debe ser enseñado a todos” era una de sus principales máximas. Este grupo buscaba conocer los principios absolutos de las matemáticas: las relaciones entre los números y asimismo entre las distintas partes de una figura geométrica.
EL CULTO DE LOS NÚMEROS
Fue en ese contexto en el que Pitágoras produjo su famoso teorema sobre las proporciones entre catetos e hipotenusa en un triángulo rectángulo, que cualquier estudiante ha debido aprender, y definió la mayor parte de los poliedros regulares que existen. Estos conceptos los enseñaba como parte directa de una forma de ver el mundo: creía haber dado con el núcleo de la existencia, en el que las matemáticas serían el fundamento de toda la naturaleza, la explicación última de la realidad. De esta forma, la ciencia de los números no era una disciplina aislada de las cosas sino, muy al contrario, su fundamento básico. Así, las matemáticas vendrían a ser la religión pitagórica, una idea tremendamente avanzada para su época.
La escuela pitagórica, seguida por importantes personajes de Crotona, tuvo una fuerte influencia política, y algunos de sus adeptos se situaron pronto entre los principales líderes. Esto acabaría por causar problemas al propio Pitágoras, que se vio en medio de las luchas por el poder.
SU HUELLA EN EL CONOCIMIENTO UNIVERSAL
Así, tras ser violentamente atacados los pitagóricos por su enemigo Cilón –previamente rechazado en la secta–, Pitágoras hubo de huir a Metaponto, otra ciudad griega en el sur de Italia, donde murió. Su tumba fue venerada y, a través de sus discípulos, sus enseñanzas se extendieron, renovando de este modo el conocimiento matemático universal porque, como escribió el filósofo Jenócrates, “Pitágoras más que nadie parece haber avanzado en el estudio de los números, arrebatándoles su uso a los mercaderes y equiparando todas las cosas a ellos”.
Sin embargo, esta aproximación "no es necesariamente válida porque ignora la dimensión social de los virus", explica Rafael Sanjuán, investigador de la Universidad de Valencia, en España. Las interacciones sociales entre bacterias fueron descubiertas hace años y han cambiado la percepción de estos microbios. Ahora, Sanjuán lidera un nuevo estudio que pone en evidencia la dimensión social de los virus. Los resultados, que se publican en la revista Cell Hueste & Microbe, revelan que los virus establecen interacciones importantes para entender y combatir mejor las infecciones causadas por estos microorganismos.
El científico, junto con su equipo del Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva, ha combinado técnicas de aislamiento celular con otras de secuenciación ultraprofunda. "Caracterizando la estructura genética y la diversidad del RNA de los virus, demostramos que las unidades infecciosas individuales están constituidas por genomas virales genéticamente múltiples", explica Sanjuán. La investigación demuestra, además, que las partículas virales "interactúan funcionalmente", añade.
Sanjuán destaca que la tasa de mutación viral espontánea varía dependiendo de las células individuales, mientras que la producción temprana de diversidad depende de la generación viral desde el primer momento de la infección de la célula.
De este modo, los resultados de este estudio muestran que la selección natural "facilita el funcionamiento en grupo de los virus en relación a su colocación en la misma célula", según Sanjuán, quien recuerda que su trabajo descubre "características genéticas y estructurales de los virus a nivel individual, pero con implicaciones para la evolución y diversidad viral".
La rata (Hyorhinomys stuempkei), que ha sido descubierta en la isla de Célebes, ha sido bautizada como la rata nariz de cerdo.
Pesa 250 gramos y mide 45 centímetros de largo con un hocico alargado plano y rosáceo similar al de los cerdos.
La isla en la que ha sido descubierta es la tercera más grande de Indonesia y se encuentra entre el archipiélago de las Molucas y la isla de Borneo.
Un equipo de científicos ha descubierto en una remota región de la isla de Célebes una nueva especie de mamífero, bautizado como la rata nariz de cerdo, según informan este martes fuentes científicas australianas.
El roedor (Hyorhinomys stuempkei) de 250 gramos de peso y 45 centímetros de largo, tiene un hocico alargado, plano y rosáceo parecido al de los cerdos, y sus orejas ocupan el 21% de su cabeza.
La nariz de cerdo de la nueva especie, cuyo descubrimiento será publicado en la edición de octubre de la revista científica Journal of Mamalogy, le serviría al animal para olfatear lombrices de tierras, larvas de escarabajos y otro tipo de invertebrados de los que se alimenta.
También posee una boca estrecha y largos dientes afilados, patas traseras alargadas que probablemente le sirven para saltar y pelo púbico largo que le ayudaría a aparearse.
Endémico de la isla de Célebes
La nueva especie esta relacionada con el grupo de roedores carnívoros llamados 'ratas musarañas', unos animales endémicos de Célebes.
Los científicos australianos calificaron de "emocionante" el descubrimiento, en el que participaron científicos indonesios y estadounidenses. "Hay millones de especies en la Tierra que aún están por descubrir y describir, pero aún emociona poder caminar por el bosque y hallar una nueva especie de mamífero tan distinto a otras especies, incluso géneros, documentados antes por la ciencia", declaró Kevin Rowe, uno de los investigadores.
Célebes, conocida como Sulawesi en idioma local, es con 172.000 kilómetros cuadrados la tercera isla más grande de Indonesia y se sitúa entre el archipiélago de las Molucas y la isla de Borneo.
La extinción de los dinosaurios tiene como sospechosos principales el impacto de un meteorito y una actividad volcánica explosiva. Ninguno de los dos puede considerarse el culpable de la extinción de manera aislada: si hubiese sido solo por el meteorito o solo por los volcanes, los dinosaurios podrían haber sobrevivido. Lo dice un grupo de geólogos de la Universidad de Berkeley (California), que ha descubierto que el impacto del asteroide en la Tierra de hace 66 millones de años modificó abruptamente la actividad volcánica y que estos dos componentes, tomados de manera conjunta, explican la extinción de los dinosaurios. Este nuevo estudio, publicado en la revista Science, incluye las fechas más precisas que se tienen hasta el momento para ubicar las erupciones.
La investigación del terreno en la meseta del Decán (en India) revela que esta cadena volcánica sufrió un cambio de estado que coincide aproximadamente con el impacto del meteorito en Yucatán (México) y la extinción masiva del Cretácico. Tras el meteorito, las erupciones volcánicas pasaron a ser más espaciadas pero mucho más explosivas. Las cámaras de magma se hicieron más grandes después del impacto: necesitaban más tiempo para llenarse, pero cuando lo hacían, expulsaban más lava y de manera más violenta. Aproximadamente el 70% del volumen total del magma almacenado en el Decán fue expulsado en una serie de erupciones masivas.El inicio de estas erupciones se produjo en un margen de 50.000 años —un abrir y cerrar de ojos en términos geológicos— con relación a la extinción. Podría haberlas causado la energía sísmica liberada por el meteorito. "Basándonos en nuestra datación de la actividad volcánica, podemos estar bastante seguros de que ambos [el meteorito y las erupciones] provocaron la extinción masiva. Es casi imposible atribuir los efectos atmosféricos a uno u otro. Ambos sucedieron al mismo tiempo", asegura en la nota de prensa el investigador principal, Paul Renne, profesor de la Universidad de Berkeley y director del Centro de Geocronología en Berkeley.
Las nuevas fechas demuestran que los flujos de lava de la gran cadena volcánica del Decán funcionaban a un ritmo más lento antes del impacto. Tanto el meteorito como la actividad de los volcanes habrían cubierto el planeta con los vapores tóxicos y sustancias nocivas que cambiaron drásticamente el clima e hicieron que muchas especies desaparecieran. Además, la intensa actividad volcánica desatada hizo que, después de la catástrofe, fueran necesarios más de medio millón de años para que volviera a existir una biodiversidad parecida a la que había antes de la extinción.
Ya en una investigación similar en 2013, Mark Richards, profesor de la Universidad de Berkeley y coautor del estudio actual, sugirió que el cometa o impacto de un asteroide reavivó los flujos de lava en la zona del Decán. En ese momento, Richards no se atrevía a decir cuál de los dos eventos había sido la sentencia de muerte real para gran parte de la vida en la Tierra. Pero sentenció: "Si nuestras fechas continúan estableciendo el impacto, la extinción y el aumento de actividad volcánica cada vez más cerca [como ha sucedido con este nuevo estudio], la gente va a tener que aceptar la posibilidad de que hay una fuerte conexión entre ellos".
¿Meteorito o erupción volcánica?
M. V. N.
En 1980, el geólogo Walter Álvarez y su padre, el fallecido Luis Álvarez, descubrieron que un gran meteorito impactó en la Tierra hace 66 millones de años. El impacto dejó un gran cráter llamado Chicxulub en la península de Yucatán (México).
Desde entonces, algunos científicos han argumentado que fue ese impacto el culpable de la desaparición de los dinosaurios. Otros defienden que fueron las grandes erupciones volcánicas en la India, en la meseta del Decán, las culpables de las extinción.
El nuevo descubrimiento de la Universidad de Berkeley es el primero que aúna ambas teorías. Paul Renne, Mark Richards y sus colegas publicarán las fechas de la erupción volcánica en la revista Science este viernes.
El umami es el quinto de los sabores básicos que percibimos junto con los cuatro tradicionales y conocidos, a saber, dulce, salado, ácido y amargo. El término procede del japonés y significa "sabor agradable", en concreto es la combinación de "umai" cuya traducción es sabroso y "mi" que significa sabor.
Este término fue el elegido por su descubridor, el doctor japonés Kikunae Ikeda, profesor de la Universidad Imperial de Tokio, allá por el año 1.908. En concreto Ikeda descubrió que el glutanato (uno de los 20 aminoácidos que forman parte de las proteínas) era el responsable de la palatilidad (cualidad de ser grato al paladar un alimento) del caldo del alga de kombu. Se percató de que el sabor de ese caldo (dashi) era distinto de los cuatro sabores tradicionales y lo llamó umami.
Si bien inicialmente los "mapas de la lengua" establecían su localización en la parte central de la misma, tal como puedes ver en la foto superior, estudios más recientes de Bioquímica han puesto de manifiesto que todas las papilas gustativas de la lengua y otras regiones de la boca pueden detectar este sabor independientemente de su ubicación. Cabe reseñar que este tipo de mapas, que podrás encontrarte con frecuencia ya que fueron muy utilizados en su momento a nivel pedagógico, a día de hoy están considerados como desfasados ya que si bien algunas zonas pueden resultar más sensibles a determinados sabores, las sensaciones gustativas provienen de todas las regiones de la lengua.
El sabor umami se caracteriza por tener un regusto prolongado y difícil de describir. Induce a la salivación y a una sensación aterciopelada en la lengua que estimula la garganta, el paladar y la parte posterior de la boca. Por sí mismo el umami no es sabroso, pero en presencia principalmente de algunos aromas complementarios sí nos hace percibir el sabor agradable de una gran cantidad de alimentos.
Seguramente te estarás preguntando cuáles son ricos en este sabor. Pues bien, has de saber que muchos de ellos los consumimos a diario, ya que el glutanato está presente tanto en carnes como en verduras. A título de ejemplo podemos citar los pescados, mariscos, la carne curada (nuestro exquisito jamón ibérico), verduras como los champiñones, tomates, col china o espinacas, el té verde o productos fermentados o añejados como los quesos.
En el siguiente esquema puedes ver la correlación directa entre lo que percibimos a través de los sabores "captados" por nuestro sentido del gusto y su equivalencia a efectos de nuestro organismo.
Para finalizar y como aspecto altamente resaltable, decirte que este sabor está presente desde el inicio de nuestras vidas, en concreto cuando probamos la leche materna, que se ha comprobado que contiene casi tanto umami como los caldos.
Radiación letal, temperaturas extremas, aire irrespirable para el hombre, frecuentes tormentas de arena, suelo incultivable... El desértico entorno marciano no es precisamente un lugar acogedor para el ser humano, como refleja Marte (The Martian), el nuevo film de Ridley Scott que se estrenará en España el próximo 16 de octubre. Basada en la novela de Andy Weir (publicada en castellano por Nova), la película narra la angustiosa y solitaria lucha del astronauta de la NASA Mark Watney (interpretado por Matt Damon) para intentar sobrevivir en Marte con provisiones para pocas semanas y sin posibilidad de comunicarse con la Tierra. Debido a una fuerte tormenta de arena que les obliga a abortar la misión, sus compañeros se marchan a bordo de la nave espacial Hermes y le dejan allí, solo, tras darle por muerto.
Pese a que se trata de un planeta extraordinariamente hostil para la vida, Marte es el mejor candidato en el Sistema Solar, si no el único, para acoger una futura colonia humana. Desde que el hombre pisó la Luna hace 46 años, es el siguiente objetivo de la exploración espacial. Para preparar el camino a los humanos, desde hace décadas se envían sondas y vehículos robóticos, cada vez más sofisticados, como Curiosity: examinan y analizan el terreno, seleccionan los lugares propicios para aterrizar y buscan indicios de agua y vida.
El anuncio, el pasado lunes, del hallazgo de nuevas pruebas que demuestran la existencia de agua que fluye en Marte, es un paso esperanzador: «Tiene importancia para la exploración humana porque significa que se puede obtener agua del subsuelo y también por la posible existencia de microorganismos», explica Javier Gómez Elvira, ex director del Centro de Astrobiología (CAB/CSIC-INTA), un instituto asociado a la NASA.
En 2010, Barack Obama dio un impulso a la misión tripulada a Marte asegurando que los astronautas de la NASA pisarían su superficie a principios de los años 30. Sin embargo, van pasando los años y los avances en la preparación de ese viaje se suceden lentamente y se intercalan con retrasos. Hace dos semanas, Robert Lightfoot, uno de los responsables de la NASA, anunció que la primera prueba tripulada de la cápsula Orion, que consideran clave para la misión marciana, se retrasaría un par de años, hasta 2023.
Para poner en órbita esta nave se está construyendo un imponente lanzador, el SLS (Space Launch System), cuyo calendario de pruebas también ha sufrido retrasos. Tan sólo en la fabricación y en los test de las cápsulas Orion y del cohete SLS, la NASA va a invertir unos 18.000 millones de dólares. Y es que, más que agua, lo que realmente se necesita para ir a Marte es una gigantesca inyección de dinero, según los expertos consultados por EL MUNDO.
«Creo que faltan, al menos, dos décadas para lograrlo, quizás un poco más. La pregunta es qué pasos hay que dar para lograrlo porque aún hay algunos aspectos tecnológicos complejos que resolver. Si vamos a enviar humanos a Marte y, por supuesto, queremos traerlos de vuelta, harán falta al menos dos años de viaje. Es mucho tiempo. Estamos usando la Estación Espacial Internacional (ISS) como plataforma para preparar tecnologías que serán útiles para ese viaje», explica el alemán Thomas Reiter, director del programa de vuelos tripulados y operaciones de la Agencia Espacial Europea (ESA), durante una entrevista.
«No es ninguna sorpresa que la Luna, que está a sólo 380.000 kilómetros, nos será muy útil», señala este ex astronauta durante su visita a laEstación de seguimiento de la ESA en Cebreros (Ávila), desde donde se transmiten los datos que mandan las sondas espaciales. Según Reiter, «a diferencia de las misiones Apolo, cuando los humanos vuelvan a la Luna es muy probable que se queden para hacer mucha ciencia. Hay muchas cosas que se pueden ensayar, como la producción de oxígeno o la fabricación de combustible para los cohetes». La tecnología de impresión 3D, añade, también puede ser muy útil para fabricar componentes espaciales directamente en la superficie de la Luna y Marte, permitiendo aligerar las naves.
Uno de los quebraderos de cabeza de los ingenieros es el diseño de la nave espacial que transportaría a los astronautas a Marte, y que en la película resuelven con un minimalista y espacioso vehículo que por fuera recuerda a la ISS y por el que flotan elegantemente la comandante interpretada por Jessica Chastain y su tripulación. Tiene que ser lo suficientemente robusta como para proteger a los astronautas de la dañina radiación espacial, pero lo más ligera posible para ser muy rápida y limitar el consumo de combustible.
La duración del viaje tripulado dependerá de la posición en la que se encuentre Marte respecto a la Tierra y de las tecnologías de propulsión de la nave. Según detalla José Antonio Rodríguez Manfredi, responsable del Departamento de Instrumentación del CAB, donde desarrollaron una de las estaciones meteorológicas del Curiosity, el cálculo de las distancias es un asunto un tanto enrevesado por las órbitas tan diferentes que tienen los dos planetas.
«Por ejemplo, en el momento del lanzamiento de Curiosity, Marte estaba a unos 248 millones de kilómetros de la Tierra. La distancia que recorrió en su viaje a Marte fue de 567 millones de km, a unos 22.000 km/hora [tardó ocho meses y medio]. Lo más cerca que Marte y la Tierra pueden estar, lo que se denomina oposición en perihelio, es unos 59 millones de kilómetros», añade Rodríguez Manfredi, investigador principal del instrumento que el CAB está desarrollando para Mars2020, el futuro rover de la NASA.
Cuando viajen personas, se elegirá una ventana de lanzamiento que permita reducir el viaje a menos de cinco meses para minimizar los riesgos para la salud.
«La radiación espacial es dañina para los humanos y su impacto, al igual que ocurre con la energía nuclear, es proporcional al tiempo que estén expuestos porque se va acumulando. Hay maneras de protegerse pero hacen la nave mucho más pesada. En la Tierra utilizamos plomo, pero lanzar al espacio plomo te impide hacer otras cosas. Cuanto más ligera hagas la nave, menos protege de la radiación. Y todo esto hay que resolverlo. No estamos seguros de cómo se haría», confiesa Álvaro Giménez Cañete, director de ciencia y exploración robótica de la ESA.
«Lo más complicado es aterrizar en Marte y despegar de nuevo», asegura Giménez. Por ello, ve más viable «hacer primero un vuelo tripulado de ida y vuelta a Marte, sin aterrizar, como se realizaron las primeras misiones a la Luna, para probar tecnologías y hacer investigaciones durante unos días en órbita con medidas reales». En cualquier caso, no cree que esta misión sin pisar Marte se pueda hacer antes de los años 30: «Aunque no se aterrice, es complicado y tienes que hacer las cosas paso a paso. En total, calcula, ese viaje podría durar alrededor de un año, la mitad de lo que haría falta si se incluyera el aterrizaje.
Otra cuestión a resolver, añade este experto de la ESA, «es el de la telemetría, es decir, cómo mandamos los datos de vuelta a la Tierra. Contamos con redes de antenas gigantes como la de Cebreros, pero no son suficientes porque cuando haya astronautas será más complejo todavía. Tenemos que mejorar las comunicaciones para ver qué ocurre en la superficie. A un rover puedes dejarlo durmiendo, pero no puedes abandonar a un astronauta», señala. Pese a todo, Giménez se muestra «optimista» y cree que se logrará hacer esa misión tripulada, «porque hay interés en lograrlo».
Uno de los retos de la exploración marciana, repasa Javier Gómez, «es usar los recursos que hay en Marte para sobrevivir». Y es que es poco práctico enviar toda la comida, agua y oxígeno para que 5 o 6 personas sobrevivan durante meses. «Uno de los experimentos de la NASA que hará el vehículo robótico Mars2020 será coger el CO2 de la atmósfera para generar oxígeno, que puede servir para tener una atmósfera respirable e incluso combustible para los cohetes. Pero también habrá que ver cómo sacar el agua del subsuelo, cómo recoger minerales e incluso construir hábitats usando el suelo y las rocas de Marte», enumera. «De momento, no se ha planteado ningún experimento para sacar agua del suelo».
El plan es mandar previamente a Marte en naves no tripuladas lo que necesiten los astronautas. También habrá que enviar por adelantado el vehículo que utilizarán para regresar, como ocurre en la película Marte. Un sofisticado traje que, como narra la novela, puede tener múltiples usos, es otro elemento imprescindible. Les protegerá de la radiación y del frío extremo, con temperaturas que bajan de los -93º C. Y también de las tormentas de arena, como la que hace abortar la misión en la película: «Los pequeños tornados son muy comunes y, obviamente, complican la vida porque ensucian los paneles solares y por tanto, la obtención de energía. Además, hay grandes tormentas», explica Ricardo Amils, científico del CAB.
La alimentación es otro capítulo fundamental. En la ficción, Mark Watney se afana en cultivar patatas en un improvisado invernadero. En la vida real, las agencias llevan años haciendo experimentos para intentar producir alimentos frescos y mejorando los productos envasados de muy larga duración. Recientemente, los astronautas de la ISS probaron una lechuga cultivada en ausencia de gravedad.
En la novela de Weir, las misiones a Marte del Programa Ares son llevadas a cabo por la NASA. Entre los tripulantes de la misión Ares 3 que protagonizan el libro sólo hay uno que no es de la agencia de EEUU, el alemán Vogel, que representa a la Unión Europea. Sin embargo, será tan caro que pocos creen que EEUU u otro país pueda llevar a cabo en solitario un viaje tripulado a Marte. "La colaboración internacional será necesaria para hacer realidad esa misión y Europa puede jugar un papel decisivo", explica Thomas Reiter, quien confía en que algún astronauta europeo formará parte de la primera tripulación que pise Marte.
«Se trata de un viaje muy largo, así que hay una serie de aspectos que hay que considerar y resolver, tanto desde el punto de vista tecnológico como de la psicología humana. Obviamente, el presupuesto también es importante. Pero creo que se terminará haciendo esa misión», explica Alaudin Bhanji, Jefe de Proyecto de Deep Space Network, la Red del Espacio Profundo de la NASA, durante su visita a Cebreros.
Y es que, al inhóspito ambiente marciano se suman los riesgos y las tensiones que podrían surgir entre los astronautas durante el largo viaje. Estarán meses aislados en una nave viendo siempre a las mismas personas. Su carácter y su capacidad para soportar el estrés, trabajar en equipo y resolver conflictos será decisivo para el éxito de la misión.
Una de las pocas personas que han vivido una experiencia parecida en la Tierra es el ingeniero italo-colombiano Diego Urbina, uno de los seis participantes en la misión Mars500, realizada conjuntamente por la ESA y Roscosmos, la agencia rusa. Este experimento psicológico simuló en Moscú durante 520 días las condiciones de rutina y aislamiento de un viaje a Marte: «Para mí el reto más grande fue estar aislado de la sociedad, aunque como Mark Watney, descubrí que el ser humano es muy flexible, y puede resistir más de lo que esperamos».
Naturalmente, la misión se simplificaría si los astronautas no regresaran. Una posibilidad que defienden veteranos astronautas y cosmonautas como Buzz Aldrin o Valentina Tereshkova y rechazan tajantemente las agencias espaciales.
Mars One es un controvertido proyecto que está reclutando personas para establecer la primera colonia en Marte a finales de la década de la década de 2020. De las 200.000 personas que se presentaron, pagando cuotas de inscripción que, según detalla un portavoz, oscilan entre los 5 dólares para los residentes en países como Afganistán y los 73 dólares que pagaron en Catar, han quedado 100. En 2016 la lista se reducirá a 24 aspirantes.
Mars One estima en 6.000 millones de dólares el coste de mandar el primer grupo de humanos a Marte, aunque los expertos del sector dudan que puedan llevarlo a cabo en ese plazo y con ese presupuesto. «Creo que es poco realista y, además, están las consideraciones éticas», reflexiona Thomas Reiter, el jefe de los astronautas de la ESA. «No me parece bien mandar personas a Marte y no traerlas de vuelta, aunque haya gente dispuesta a hacerlo».