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El origen de toda migración parece derivar en la búsqueda de mejores condiciones en algún aspecto de la vida (comida en tiempo de escasez, lugar seguro para la reproducción...). A su vez, alcanzar esas condiciones idóneas en un lugar específico acarrea un gran esfuerzo por parte del individuo, en lo que a ojos de los humanos puede rozar lo imposible. ¿Cómo comenzaron su viaje las golondrinas o los milanos negros, que cada año pasan meses entre búfalos y leones? Ya vimos no hace mucho lo que es capaz de hacer la cigüeña blanca, pero hay ejemplos mucho más clamorosos en lo más pequeño. No hablemos ya de cebras, ballenas o charranes árticos, bajemos la mirada hasta los mismísimos insectos: ¿Cómo se ha podido originar por ejemplo la migración de la mariposa monarca, que cada año recorre miles de kilómetros desde el norte de Canadá hasta Méjico?
La respuesta podría estar en los cambiantes factores climáticos de la tierra, y por qué no, en la casualidad. Que una especie sea arrastrada por unas corrientes u otra causa similar a un lugar, y que encuentre en éste las condiciones óptimas para su desarrollo en una época determinada, hace que dicha especie tenga querencia por repetir el éxito. Por supuesto hay otras estrategias alternativas a tan largo viaje para pasar la época más desfavorable del año, como puede ser la hibernación. A todos nos viene a la mente un oso durmiendo el crudo invierno tan calentito en su madriguera...
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Hoy nos ocupamos de la mariposa esfinge colibrí (Macroglossum stellatarum), una mariposa que elige ambas estrategias de supervivencia; aunque existen poblaciones residentes en la franja mediterránea que en invierno entran en un estado de semi hibernación en una grieta entre las rocas, en las ramas de los árboles o en los edificios, saliendo momentáneamente de su letargo a libar cuando las condiciones meteorológicas le son propicias, otras muchas deciden migrar en verano a Centroeuropa y países escandinavos (donde muy pocas sobrevivirán al periodo invernal), e incluso otras decidirán pasar el invierno en el norte de África.
Distribución de la población migradora (azul estival, amarillo invernal) y población no migradora (verde) (vía) |
En muchos lugares esta migración hace que lleguen grandes poblaciones por oleadas. Este caso se dio en Inglaterra en los veranos del año 2000 y 2006, cuando lo difícil fue no verla libando en parques y jardines. Una estrategia que resulta efectiva, siendo ésta la única especie de su género que sobrevivirá el invierno como adulto.
Es fácilmente reconocible, volando en un batir frenético de alas apenas perceptible para la vista y acompañado de un zumbido audible hasta situarse delante de las flores, inspeccionando el objetivo antes de terminar bebiendo el néctar con su larguísima espiritrompa (que puede llegar a medir hasta dos veces su propio cuerpo), en una conducta muy parecida a la de los colibríes que le dan nombre. Es un claro ejemplo de una evolución convergente. Esta especie se siente especialmente atraída por flores que suministran gran cantidad de néctar, tales como los Jasminum, Buddleja, Nicotiana, Tulipa, Primula, Viola, Syringa, Verbena, Echium, Phlox o Stachys. Así que si quieres disfrutar de su maravillosa presencia, ¡ya sabes lo que tienes que plantar!
Individuo mostrado dorsal y ventralmente (vía) |
Mariposa en reposo (vía) |
La coloración exterior de sus alas anteriores la hace pasar inadvertida en reposo posada en la corteza de los árboles, al ser éstas de color marrón con líneas onduladas negras que la cruzan. Pero en el dorso tanto de las anteriores como de las posteriores profesan un color anaranjado con un leve borde negro, dándole vistosidad al animal en vuelo. El abdomen es aplanado, terminando en unas escamas negras y blancas que hacen que parezca tener una cola similar a la de los pájaros en vuelo. Tiene ojos grandes, y sus antenas se van engrosando hacia el extremo.
Otro dato curioso es que es una mariposa diurna, y no solo sale al amanecer o atardecer cuando sí es más proclive, sino que es también capaz de salir tanto a pleno sol como hasta bajo la lluvia o el frío, algo muy raro en este tipo de especies. Su envergadura ronda los 4,5 cm, y aunque posada se le parezca, no hay que confundirla nunca con una polilla.
Estudios recientes indican que tiene un sentido visual excepcional, y una gran capacidad para diferenciar los colores (Kelber, 1996). Además sorprende que tengan capacidad de memoria, pudiendo visitar los mismos parterres todos los días aproximadamente a la misma hora (Pittaway 1993, Heinig 1981a, 1984), siendo un estupendo y fiel polinizador de jardín.
Individuo en reposo (vía) |
Tras un cortejo en el que macho y hembra volarán verticalmente por acantilados o edificios, y durante el cual incluso no dejarán de alimentarse dado el gran desgaste energético que supone su rápido aleteo, realizarán entre dos y cuatro puestas anuales, siendo más promiscuas las poblaciones residentes en zonas templadas donde los adultos podrán encontrarse durante cualquier época del año. La puesta, que consta de unos 200 huevos, siempre se realizará en plantas del género galium o en menor medida rubia, donde los huevos pasarán inadvertidos por su forma esférica y color verde o amarillo pálido, tan parecidos a los botones florales de dichas plantas.
Huevo solitario que simula un botón floral del género galium (vía) |
La hembra pondrá un huevo en cada brote floral, por lo que la puesta puede llevar un tiempo considerable. Pasada la semana será cuando nazcan las larvas, de color verde, bordeadas de dos rayas grises y con un típico cuerno azulado-violáceo (en función del estadío en el que se encuentre) en la parte trasera de su cuerpo. Durante veinte días se alimentará de la planta hospedante totalmente expuesta, por lo que esta fase de su vida será crucial para su supervivencia. También tendrá querencia por plantas de, además del género galium, los géneros rubia, stellaria, asperula, buddleja, primula, centranthus, viola verbena, echium, stachys y scabiosa. Pasado este periodo, se encerrará en una pupa traslúcida de unos 35 mm, de un color pardo claro y terminación afilada.
Larva (arriba) y pupa (abajo) (vía) |
En América del Norte, a los miembros del género Hemaris se les ha dado igualmente el nombre de polilla colibrí. Este género, también de la familia Sphingidae, aún siendo distinto, tiene un aspecto y un comportamiento similar al Macroglossum stellatarum.
http://www.plantarteentuoasis.com
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