sábado, 16 de enero de 2016

La mente ordena los números de manera espacial

Piense en un número. Ahora en otro mayor. Imagínese que los ve. Si ha colocado la cifra menor a la izquierda, acaba de confirmar una observación mil veces repetida: las personas tendemos a ordenar los números espacialmente de izquierda a derecha. Al parecer, se trata de una tendencia innata: también los bebés presentan esta preferencia. Y las crías de animales, según publicó un equipo de la Universidad de Trento dirigido por Rosa Rugani.
Los investigadores entrenaron a polluelos de tres días a rodear, para encontrar comida, un panel con cinco puntos gruesos. Después del aprendizaje, reemplazaron el cartel por otros dos. Si cada uno de estos exhibía un par de puntos, los pollitos se dirigían primero hacia el panel izquierdo en un 70 por ciento de ocasiones; pero si los indicadores mostraban ocho puntos cada uno, propendían a encaminarse a la derecha. Parecía que preferían ver los números pequeños a la izquierda, y los mayores, a la diestra.
El experimento se repitió a continuación con otros polluelos, a los que se entrenó con 20 puntos; luego se les puso a prueba con paneles de 8 y 32 puntos. En ambas ocasiones, las crías se orientaron hacia la izquierda para los números menores y hacia el lado contrario en el caso de los mayores. Los investigadores eligieron el número 8 como cifra menor en un contexto y como mayor en el otro, con el fin de comprobar que el efecto dependía de las magnitudes relativas y no de una preferencia absoluta.
Aunque estos hallazgos confirman que esta tendencia es innata, resulta fácil de modificar mediante la experiencia. Una persona que crezca en una cultura en la que se escriba de derecha a izquierda aprenderá con rapidez la tendencia espacial contraria.
Los autores sugieren que sus resultados están relacionados con la asimetría cerebral: el hemisferio derecho preside el procesamiento visuoespacial, por lo que la atención tiende a orientarse hacia el lado izquierdo. Asimismo, la asignación numérica espacial podría deberse a un mapa físico de los números en el cerebro, como se ha constatado en la corteza parietal posterior derecha humana, pero no en el cerebro de animales. 
Fuente: Science, vol. 347, n.o 6221, págs. 534-536, 2015

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