“¿Estamos solos es el universo? ¿Hay vida fuera de la Tierra?”. Estas dos cuestiones son las grandes preguntas que los científicos tratan de desentrañar. Son esas dudas que traen emoción a las conversaciones, incluso entre las personas que no se dedican a la ciencia. Y todo el mundo tiene su propia teoría.
Sin embargo, para responder a estas preguntas es esencial buscar vida extraterrestre. Sabemos ya que en el sistema solar es difícil encontrar vida. Aunque no hay que descartarlo todavía porque quizás en Marte, Ío o Europa se puedan hallar microorganismos bajo su superficie.
Pero ¿entonces cómo estamos buscando vida fuera de la Tierra para responder a estas grandes incógnitas?
Hasta ahora hay dos formas: detectar nuevos exoplanetas y las ondas de radio. Pero, una nueva técnica podría usarse para buscar vida: los satélites artificiales. ¿Cómo funciona cada una de estas técnicas? En otras palabras, hoy analizaremos cómo se busca vida extraterrestre.
Exoplanetas
Con el lanzamiento de TESS el paso año se habló mucho de la búsqueda de exoplanetas, es decir, planetas similares a la Tierra, pero fuera del sistema solar. ¿Y qué tienen que ver con la búsqueda de vida extraterrestre?
Sabemos que en la Tierra ya hay vida, así que lo mejor es buscar planetas parecidos a ella en los que los científicos esperan encontrar vida. En la próxima década se pondrán en marcha diversos telescopios, tales como el instrumento James Webb o el Extremely Large Telescope (ELT, en inglés) para tratar de detectar lo que los científicos llaman biomarcadores: “Si encontramos ozono, dióxido de carbono, metano… Son gases que están asociados a procesos biológicos”, explica a HipertextualHéctor Socas-Navarro, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).
Estos grandes telescopios podrían encontrar vida en los próximos “diez o veinte años”, señala Socas. “Aunque para ir hasta ese planeta sería difícil porque podría estar a 50 años luz”, comenta el investigador.
Tal vez para el ser humano con saber que están ahí sea suficiente o, quizás, el próximo gran paso sería buscar la manera de llegar. Sobre todo si la vida que hay no es inteligente, que sería lo más probable en el caso de encontrar indicios biológicos.
Ondas de radio y satélites
Es muy difícil encontrar vida inteligente, pero si la hay se puede determinar gracias a los tecnomarcadores, es decir, gracias a la tecnología como pueden ser las ondas de radio o los satélites artificiales que orbitan alrededor de un planeta, como pasa en la propia Tierra.
Los investigadores no descartan que haya vida inteligente, por eso se buscan señales de radio: “En nuestro día a día estamos enviando señales de radio todo el tiempo, estas se dispersan por el universo, aunque son como una luz, cuanto más se aleja uno, menos nítida es”, explica Socas-Navarro. Por esto, es más difícil encontrar vida con las ondas de radio. Aunque, si sabes dónde buscar, podría ser más fácil porque puedes enfocar las escuchas a un lugar en concreto. Mientras encontramos esa región hay que desarrollar otras teorías.
En los años sesenta se planteó una, las esferas de Dyson, que señalaba que si había vida inteligente fuera de la Tierra podríamos saberlo buscando una megaestructura alrededor de las estrellas que capte la energía de este para, después, utilizarla ellos. Sin embargo, no parece demasiado acertada y menos hoy en día: “Teniendo en cuenta que la energía más rentable es la fusión nuclear, es poco probable que hagan megaestructuras alrededor de su estrella”, explica el investigador Socas-Navarro.
La propuesta de este investigador del IAC es otra: fijarse en el cinturón de Clarke, llamado así en homenaje al escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke, pionero en el concepto de la órbita geostacionaria. Pero ¿qué es el cinturón de Clarke y por qué puede ser una muestra de que hay vida inteligente?
El cinturón de Clarke es todo aquello que se pone en la órbita geoestacionaria, es decir, donde tenemos los satélites de comunicación, por ejemplo. En esta zona “no puede haber nada de forma casual”, explica Socas, de ahí la importancia de esta propuesta. En su estudio calcula que si unos extraterrestres inteligentes tuvieran una población de objetos por encima del 0,01%, podríamos ser capaces de detectarlos con las sondas que ya tenemos buscando planetas como el satélite TESS.
Pero ellos también nos podrían detectar a nosotros: “En los últimos 20 años, los satélites que hemos puesto en la órbita geoestacionaria han crecido de forma exponencial, así que para 2200 es probable que, si seguimos a este ritmo, nosotros también podamos ser detectados”, ilustra el investigador. Por este motivo se ha abierto un nuevo debate: ¿Deberíamos dejar que nos encuentren o, por el contrario, es mejor que nosotros busquemos sin ser detectados?
Aunque el debate está abierto, lo cierto es que la sonda Voyager 2 ya nos delata ya lleva grabaciones y datos sobre los seres humanos. Preguntado por esto, Socas señala que estos satélites “van a la deriva” y que la probabilidad de que alguna civilización extraterrestre los encuentre “es cero”.
Autora: Desireé Pozo
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