Una de las premisas básicas del veganismo, en oposición a una dieta omnívora, es que las plantas carecen de sistema nervioso central y, por lo tanto, no pueden experimentar dolor ni ser conscientes, lo que evita su sufrimiento.
En este sentido hay que destacar, en el aspecto estrictamente ideológico y no en el ámbito dietético, que si se pretende medir el sufrimiento de un organismo en base a un sistema nervioso central propio del reino animal, se deja de lado que las plantas pueden tener un sistema propio, diferente al animal. De hecho se ha demostrado que las plantas sienten que están siendo mordidas y transmiten esta información a otras.
Las células nerviosas de los animales se comunican entre sí gracias a un aminoácido llamado glutamato que, después de ser liberado por una célula nerviosa, ayuda a desencadenar una ola de iones de calcio en las células adyacentes. Esta información se transmite a otras y el mensaje llega a todo el cuerpo.
En el estudio, publicado en Science, un equipo de científicos, liderados por Simon Gilroy, descubrió que al cortar una hoja de la Arabidopsis (una planta de la familia de la mostaza), se observaba el mismo patrón de glutamato y calcio que en los animales. ¿Significa esto que sienten dolor? No exactamente, solo quiere decir que se dan cuenta del peligro para su bienestar y lo trasladan a otras plantas.
Tampoco significa que son conscientes sin lugar a dudas pero (y se trata de un pero que precisa más investigación científica) sí muestra que el daño que le provoca arrancar una hoja no pasa desapercibido, que lo ven como un peligro y que son capaces de enviar una señal de ello por su cuerpo y también a otras plantas.
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