Un grupo de aves batiendo al unísono sus alas es un espectáculo grandioso para el ser humano. Las aves obtienen de sus compañeras protección frente a los depredadores y ayuda en la navegación. Un nuevo estudio demuestra que las palomas pagan un precio muy alto por volar juntas, incluso en pares. Con todo, siguen haciéndolo.
Algunas aves, como los gansos, vuelan en V para ahorrar energía aprovechando las corrientes de aire creadas por sus vecinas de viaje. Pero las especies de menor tamaño, como las palomas, se agrupan en bandadas desorganizadas que carecen de este beneficio; un estudio de 2011 reveló que las palomas baten las alas incluso más rápido, es decir, realizando un mayor esfuerzo, cuando vuelan en grupos densos.
Para estudiar más de cerca este fenómeno, científicos de la Universidad de Oxford y de la Royal Holloway de la Universidad de Londres registraron la frecuencia del aleteo de las palomas y su ruta de vuelo al viajar en solitario o en pareja. Observaron que las aves batían las alas una vez más por segundo cuando iban en pares. Ello suponía un aumento de la frecuencia del 18por ciento respecto al vuelo en solitario, además de una diferencia muy superior a la detectada entre los grupos dispersos y densos del estudio de 2011. Sin embargo, la mayoría de parejas se mantuvieron juntas. El nuevo estudio se publicó en junio en la revista PLOS Biology.
Los autores del estudio plantean que, en su intento por seguir juntas, las aves baten más rápido sus alas para mejorar el control y la estabilidad visual. «Lo cierto es que vuelan a gran velocidad», explica la autora principal Lucy Taylor. «Vuelan muy rápido y sin chocarse con nada, lo cual es sin duda una gran proeza.» Los dispositivos de seguimiento de las palomas indican que las mayores frecuencias de aleteo les proporcionaron mayor estabilidad, aunque Bret Tobalske, de la Universidad de Montana, opina que se necesita una medición más directa (como la que ofrece una cámara sujeta a la cabeza del ave) para poder hallar una respuesta definitiva. «Es una investigación novedosa e importante que parte de estudios previos», explica Tobalske, que investiga el vuelo de las aves y no participó en ninguno de los dos estudios.
Taylor cree que el mayor gasto energético que entraña pasar de volar en pareja a volar en bandada será mucho menor que el que requiere dejar de volar en solitario para hacerlo en pares, ya que, al fin y al cabo, los nuevos pormenores de agruparse nacen del hecho de viajar en pareja. «Hay que coordinarse con otro», comenta. «A mayor número de aves, mayor será la necesidad de coordinación.» Aun así, Taylor opina que el experimento debería ampliarse para examinar qué cambios se producen a medida que la bandada aumenta en número.
Con todo, emparejarse también aporta beneficios. Los investigadores descubrieron que las rutas de las palomas eran más directas cuando viajaban en pares. Además, cada miembro de la pareja logra percibir mejor la cercanía de un depredador, y tiene una oportunidad de que la elegida por él sea su compañera.
Las palomas aceptan el precio energético de estos beneficios porque, como bien dice Tobalske, «nada es gratis en esta vida»
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