domingo, 22 de noviembre de 2020

Glauconita, un indicador paleoambiental

 La glauconita es un mineral de coloración verdosa, una arcilla rica en potasio y hierro que se forma principalmente en entornos marinos de poca profundidad (de menos de 500 metros), en condiciones de escasa oxigenación y temperaturas inferiores a los 15°C. Su creación está promovida por la actividad microbiana en la interfase que existe entre el agua y el sedimento del fondo. Debido a las circunstancias particulares en las que se forma, los geólogos la utilizan como indicador de un ambiente pretérito de baja sedimentación y de ciertos cambios en el nivel del mar.

En las últimas décadas se había identificado este mineral en secuencias sedimentarias del océano Antártico. Su origen es anterior a una de las principales transiciones climáticas de la historia de la Tierra, la del Eoceno-Oligoceno, hace entre 34 y 33,6 millones de años. En dicha transición se produjo la apertura de los pasos oceánicos australes más importantes: el paso de Drake y el estrecho de Tasmania. Dicha apertura posibilitó la libre transferencia de masas de agua entre los océanos Atlántico y Pacífico y dio lugar al desarrollo de la corriente Circumpolar Antártica, la cual contribuyó al aislamiento térmico y a la formación del casquete de hielo continental.

A pesar de tener constancia de la presencia de glauconita en la región, no se habían evaluado las implicaciones paleoambientales derivadas del estudio de su génesis y evolución. Nuestro trabajo, publicado en la revista Scientific Reports, describe ahora un importante evento de glauconitización en el océano Antártico hace 35,5 millones de años, lo que ofrece pistas importantes sobre la historia del clima en el continente durante la Era Cenozoica. La formación de glauconita marca así el inicio de proceso de subida del nivel del mar en el norte del mar de Weddell en el Eoceno tardío. Los resultados derivados de este trabajo proporcionan nuevas ideas sobre los cambios en las condiciones paleoceanográficas de la Antártida.

<p class="EpgrafeDECERCA">En el grano menos evolucionado se observa un entramado de estructuras globulares y de formas cocoides típicas de la actividad microbiana (<em>arriba</em>), muy distintas a las estructuras laminares del grano evolucionado (<em>abajo</em>). (<em>Imágenes de microscopía electrónica de barrido de alta resolución.</em>) [CORTESÍA DE ADRIÁN LÓPEZ QUIRÓS]

En el grano menos evolucionado se observa un entramado de estructuras globulares y de formas cocoides típicas de la actividad microbiana (arriba), muy distintas a las estructuras laminares del grano evolucionado (abajo). (Imágenes de microscopía electrónica de barrido de alta resolución.) [CORTESÍA DE ADRIÁN LÓPEZ QUIRÓS]


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