jueves, 24 de noviembre de 2022

lunes, 21 de noviembre de 2022

Resistencia a los Antibióticos

Existe una terrorífica amenaza global, presente y futura, acechando en cada rincón del planeta. Es incluso mucho más preocupante y dañina que la malaria o el VIH y sin embargo, pasa desapercibida a gran parte de la sociedad. Se trata de la resistencia a los antimicrobianos (RAM), que ocurre cuando los cambios en los microorganismos hacen que los medicamentos utilizados para tratar infecciones se vuelvan menos efectivos.

Un informe reciente calcula que la resistencia bacteriana a los antimicrobianos estuvo asociada con 5 millones de muertes en el año 2019, incluidas 1,27 millones de muertes atribuidas de forma directa. Estas cifras colocan a la resistencia bacteriana a los antimicrobianos como una de las principales causas de mortalidad en todo el mundo.

Más muertos que por accidentes de tráfico

No es un problema menor que afecte únicamente a los países más desfavorecidos, ni mucho menos. En los EE. UU. acontecen cada año más de 2,8 millones de infecciones resistentes a los antimicrobianos y, como resultado, más de 35 000 personas mueren. Y en Europa 33 000 personas fallecen anualmente como consecuencia de infecciones hospitalarias causadas por bacterias resistentes a los antibióticos. Según los últimos datos, 4 000 de estas muertes se registran en España, cuatro veces más que las provocadas por accidentes de tráfico. 

Además, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos ha estimado que el coste que supone la resistencia bacteriana a los antimicrobianos, relacionado con los sistemas sanitarios de los países de la Unión Europea, es de alrededor de 1 100 millones de euros anuales y provoca 3 billones de euros de pérdida del Producto Interno Bruto (PIB).

La situación podría empeorar. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), si la tendencia continúa, para el año 2030 la resistencia a los antimicrobianos podría llevar hasta a 24 millones de personas a la pobreza extrema. Y algunas previsiones auguran que, si el escenario no mejora, en el año 2050 las infecciones bacterianas serán la principal causa de mortalidad a nivel mundial y se llegará a alcanzar una cifra de muertes cercana a los 10 millones de personas cada año, superando en número a los accidentes de tráfico, el cáncer y la diabetes. Además de reducir en un 3,8 % el PIB anual mundial. 

¿Por qué es tan devastador? En esencia, porque cada vez más enfermedades comunes son intratables debido a las resistencias, incluidas las infecciones del tracto respiratorio, las infecciones de transmisión sexual y las infecciones del tracto urinario. 

El abuso de antibióticos en la producción animal es uno de los desencadenantes

Aunque el fenómeno de la resistencia a los antimicrobianos es un proceso natural observado desde que los antibióticos de primera generación empezaron a ser aplicados contra las infecciones microbianas, el uso persistente de los antibióticos, la automedicación y la exposición a infecciones en los hospitales han acelerado el desarrollo de bacterias multirresistentes. 

Existen evidencias sólidas que indican que la liberación de compuestos antimicrobianos al medio ambiente, combinada con el contacto directo entre las comunidades bacterianas naturales y las bacterias resistentes, están impulsando la evolución bacteriana y la aparición de cepas más resistentes. 

El uso indebido o excesivo de antibióticos en la producción animal es un hecho preocupante. Aproximadamente el 75 % de los antibióticos no son absorbidos por los animales y son excretados por el organismo a través de las heces y la orina, pudiendo contaminar y dañar directamente el medio ambiente circundante. 

En África, la Unión Europea y los Estados Unidos se estima que entre el 50 y el 80 % de todos los antibióticos son aplicados a los animales, principalmente para promover su crecimiento y prevenir infecciones bacterianas. Las estimaciones prevén que los antibióticos utilizados en animales destinados al consumo humano aumenten un 11,5 % en 2030.

ESKAPE, el sexteto de bacterias más peligroso

El problema de la resistencia a los antimicrobianos no se extiende de manera uniforme a todas las bacterias. La Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América (IDSA) identificó seis especies como especialmente peligrosas debido a su virulencia y a sus posibles mecanismos de resistencia a múltiples fármacos. Agrupadas bajo el acrónimo ESKAPE, se trata de Enterococcus faecium, Staphylococcus aureus, Klebsiella pneumoniae, Acinetobacter baumannii, Pseudomonas aeruginosa y Enterobacter spp..

Este grupo de bacterias patógenas parece tener cierta facilidad para “escapar” de la acción bactericida de algunos antibióticos. Además, la OMS ha clasificado las bacterias patógenas multirresistentes en tres grupos de prioridad: grupo 1 (prioridad crítica), grupo 2 (prioridad elevada) y grupo 3 (prioridad media)

Buscando nuevos antibióticos

La falta de tratamiento contra las bacterias multirresistentes podría retrotraernos a una época en la que millones de personas morían de neumonía o salmonelosis. Sin antibióticos eficaces para la atención y prevención de las infecciones, el éxito de tratamientos como el trasplante de órganos, la quimioterapia o la cirugía se vería comprometido. 

Las bacterias no son el único problema. A finales de octubre de 2022, la OMS publicó un informe con los patógenos fúngicos prioritarios que incluía un catálogo con los 19 hongos más peligrosos para la salud pública. Los patógenos fúngicos constituyen una amenaza importante, ya que son cada vez más comunes y resistentes a los tratamientos. De hecho, actualmente solo se dispone de cuatro clases de medicamentos antimicóticos y hay muy pocos candidatos en fase de desarrollo clínico.

El “Plan de acción mundial sobre la resistencia a los antimicrobianos” apunta a que la resistencia antimicrobiana se acelera por el uso indebido y excesivo de los antibióticos, así como por la falta de prevención y el control deficiente de las infecciones. Y establece cinco objetivos estratégicos: 

  1. Mejorar el conocimiento y la comprensión de la resistencia a los antimicrobianos. 

  2. Fortalecer la vigilancia y la investigación. 

  3. Reducir la incidencia de infecciones. 

  4. Optimizar el uso de medicamentos antimicrobianos. 

  5. Asegurar una inversión sostenible en la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos.

Es evidente que el descubrimiento de nuevos antibióticos y moléculas eficaces es crucial para combatir la resistencia bacteriana. Por desgracia, la elaboración de un nuevo antibiótico puede tardar entre 10 y 15 años, y costar más de 1 000 millones de euros.

Aún así, hay esperanzas. Recientemente, un equipo de la Universidad de Ginebra ha descubierto que la edoxudina, una molécula antiherpes identificada en los años 60, debilita la superficie protectora de la bacteria Klebsiella facilitando su eliminación por parte de las células inmunitarias.

Del mismo modo, científicos de la Universidad de Bath han desarrollado y probado con éxito la actividad contra Staphylococcus aureus multirresistente de tres nuevas poliaminas lineales basadas en espermina y norspermina

También, el grupo dirigido por Andrew G. Myers de la Universidad de Harvard ha desarrollado una plataforma para fabricar, a partir de las lincosamidas, una amplia gama de nuevos antibióticos análogos totalmente sintéticos. Tras probar más de 500 análogos encontraron un compuesto prometedor, la iboxamicina, eficiente frente a cepas que son resistentes a otros antibióticos conocidos.

Solucionarlo está en nuestras manos

Algunas acciones generales pueden ayudar a reducir la necesidad de antimicrobianos y minimizar la aparición de resistencias

Entre las más obvias están fortalecer la prevención y el control de infecciones en los establecimientos de salud, las granjas y las instalaciones de la industria alimentaria, garantizar el acceso a los servicios de agua limpia, saneamiento e higiene, aplicar las mejores prácticas en la producción alimentaria y agrícola, disminuir la contaminación y garantizar una gestión adecuada de los residuos y el saneamiento.

A título individual podemos utilizar antibióticos solo cuando hayan sido recetados por un profesional sanitario certificado, no exigir antibióticos si su médico le informa de que no los necesita, seguir los consejos de los profesionales sanitarios cuando use antibióticos y no compartir nunca ni usar los antibióticos sobrantes de tratamientos anteriores. 

También podemos (y debemos) prevenir las infecciones lavándonos las manos con regularidad, preparar los alimentos de manera higiénica y mantener el calendario vacunal actualizado. 

La anguila: el animal más misterioso podría extinguirse antes de que logremos entenderlo

 Hay pocos animales que despierten una fascinación semejante a la de la anguila (Anguilla anguilla). Ese pez con cuerpo de serpiente, cubierto de una resbaladiza baba y con una sorprendentemente agilidad, casi imposible de asir, que pasea discretamente su fama de carroñera por los fondos oscuros. Ese que sirvió para pagar impuestos, alimentó a la fauna y las gentes de Europa y el norte de África y sustentó una de las pocas pesquerías comerciales de agua dulce de esta parte del mundo. Pero lo más intrigante ha sido siempre su origen. ¿De dónde salen? 

Esta pregunta es el enigma de la anguila, que ha cautivado a naturalistas a lo largo de la historia. Aristóteles, Plinio, Aldrovandi y hasta Sigmund Freud se devanaron los sesos intentando explicar la mera existencia de unos animales que parecían no reproducirse. Cada uno aportó propuestas a cada cual más imaginativa, generación espontánea incluida.

El avance clave en la resolución del enigma se lo debemos al esfuerzo y empeño de Johannes Schmidt, que se embarcó durante los primeros años del siglo XX buscando el origen de las anguilas europeas. 

Poco antes, a finales del siglo XIX, el italiano Giovanni Grassi había descubierto que unos pequeños y transparentes peces marinos con forma de hoja, conocidos como Leptocephalus brevirostris, eran en realidad formas juveniles de la anguila, a las que hoy llamamos larvas leptocéfalas. 

Al aproximarse a las costas europeas las leptocéfalas se transforman en angulas, forma con la que penetran en los ríos y humedales. El hallazgo de Grassi dejó claro que las anguilas venían del mar. Pero el mar es muy grande.

En un primer momento se pensó en el Mediterráneo como lugar de reproducción de la anguila, pero Schmidt capturó larvas leptocéfalas en el Atlántico y observó que éstas se iban haciendo más escasas al adentrarse en el Mediterráneo. También se dio cuenta de que el tamaño de las larvas era variable y pensó que el área de origen de las anguilas sería en el que se hallaran las leptocéfalas más pequeñas.

Se embarcó en la titánica empresa de pescar leptocéfalas a lo largo y ancho del Atlántico Norte, anotando la posición y el tamaño de cada una de ellas, y buscando siempre las más pequeñas, cada vez más cerca de un área al este de Florida. 

En 1923 publicó su trabajo y desde entonces decimos que las anguilas se reproducen en el mar de los Sargazos. Aunque resulte sorprendente, desde el trabajo de Schmidt hemos aprendido muy poco más sobre el área de reproducción de la anguila y su viaje hasta allá.

Nunca nadie ha capturado una anguila adulta (con órganos reproductores) en el mar, mucho menos en torno al mar de los Sargazos, donde tampoco se han detectado sus huevos fecundados.

El gran viaje de la anguila

Cuando el desarrollo tecnológico lo permitió diversos equipos instalaron emisores en anguilas próximas a iniciar su viaje, con la esperanza de que indicasen su área exacta de reproducción. 

Así aprendimos cosas fascinantes del viaje de las anguilas. Por ejemplo, que no comen en todo su viaje marino de miles de kilómetros. O que en su constante nadar cambian de profundidad entre día y noche, con diferencias de más de mil metros.






































Anguila europea. Miguel ClaveroAuthor provided

Los animales marcados en Irlanda y Escandinavia siguieron la ruta prevista hacia los Sargazos. Lo mismo que hicieron los que salieron desde el sur de Francia, cruzando el estrecho de Gibraltar. Pero los emisores que marcaban todas esas rutas apenas se alejaron de las costas europeas.

Casi cien años después de la publicación del trabajo de Schmidt, un equipo internacional ha dado otro histórico paso en la resolución del enigma de la anguila. 

Por primera vez se ha conseguido seguir el viaje de la anguila hasta su supuesta área de reproducción, que ha resultado coincidir con la propuesta por Schmidt en 1923.


Para ello se marcaron anguilas de las Islas Azores, el territorio más cercano a los Sargazos de toda el área de distribución de la especie. Estas anguilas se ahorran varios miles de kilómetros de viaje si las comparamos con las británicas, las danesas o las italianas, con lo que sería más probable seguirlas hasta su destino final. Y así fue. De las 26 anguilas marcadas, 5 se internaron en el mar de los Sargazos y una llegó justo al área de reproducción marcada por Schmidt.

Sin embargo, el enigma de la anguila no está resuelto. Hemos confirmado que las anguilas nadan hacia donde suponíamos que lo harían. Pero seguimos sin conocer el lugar exacto de reproducción, su profundidad, su separación del lugar en el que se reproduce su especie hermana (la anguila americana, Anguilla rostrata), cómo hacen para reproducirse allí y el aspecto que tienen las anguilas cuando, después de un larguísimo viaje, dedican las pocas energías que les queden para reproducirse, antes de morir. 

Lo peor de todo es que puede que nos quedemos sin anguilas antes de acabar de desentrañar su enigma.

Un pez en peligro crítico de extinción

La anguila está inmersa en un colapso poblacional. Desde 1980 su abundancia se ha derrumbado más de un 95 % y hoy se la considera una especie en peligro crítico de extinción, el nivel máximo de amenaza. Nuestros abuelos no se lo habrían creído. 

En la península ibérica la anguila ha perdido un 85 % del territorio que ocupaba históricamente, por el efecto barrera de los embalses. Hoy nos resulta exótico que la gente pescase anguilas en Palencia, Soria o Albacete, pero antes de la proliferación de embalses era habitual. 

Cuando las presas sí permiten el paso de las anguilas aguas arriba el resultado puede ser aún peor, ya que el viaje aguas abajo a menudo supone atravesar turbinas de generación hidroeléctrica, con pocas posibilidades de supervivencia.

La pesca de la anguila es una industria centenaria, pero la explotación comercial es más reciente: la pesca de la angula en el Guadalquivir se inició en los años 70. Esto puede haber conducido a una severa sobreexplotación de la población.

La lucha para salvar a las anguilas

El Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES) propuso el pasado 3 de noviembre una veda absoluta para la anguila en todos los hábitats, todos los estadios de vida y para cualquier fin a partir de 2023.

Sería muy importante que instituciones regionales, estatales y europeas implementasen estrictamente estas moratorias.

La avidez de los mercados asiáticos por la anguila (tras el derrumbe de las especies locales) ha hecho que el comercio ilegal de anguilas europeas y americanas se parezca más, por sus enormes márgenes de beneficio y sus canales de distribución, al tráfico de drogas que a una actividad pesquera. 

La facilidad del transporte de angulas en bolsas de plástico permite el desarrollo de esta actividad ilegal. Los análisis genéticos demuestran que la carne de anguila europea, cuya exportación está prohibida, es frecuente en comercios asiáticos. Desde oriente, a menudo hace el viaje de vuelta a Europa

El trasiego internacional de anguilas ha facilitado además la difusión de parásitos que pueden dificultar el viaje a los Sargazos de los animales que aún quedan. 

Por si fuera poco, invasiones biológicas incipientes suponen una amenaza adicional para la anguila. Resultan especialmente preocupantes las del siluro y la jaiba azul.

Conocer el enigma de la anguila y acabar de desvelar uno de los misterios más longevos de la historia natural es un objetivo precioso. Pero mucho más preciosa es la anguila en sí. Perderla sería perder un animal único, con un papel único en los ecosistemas que ocupa, además miles de años de fascinación, misterio, sustento y cultura humana. Es importante que no pase. Hay que intentarlo.