Las peculiares estratagemas de las plantas carnívoras llevan siglos captando la atención de curiosos y del público en general. Dentro de este grupo vegetal, cuyos mecanismos de captura han evolucionado varias veces de forma independiente, destacan algunas rarezas. La llamativa Nepenthes gracilis, del sudeste asiático, aprovecha la energía cinética de la lluvia para tender su trampa a los animales. Un nuevo estudio publicado en Biology Letters demuestra que la estructura de su jarra, una hoja modificada, hace que la inusual estratagema funcione.
La jarra presenta una tapa horizontal rígida que deja expuesto un envés nectarífero, donde se posan los insectos atraídos por el señuelo. Cuando una gota cae sobre la parte superior de la tapa, esta se inclina hacia abajo y lanza al incauto a los jugos digestivos acumulados en el fondo de la jarra. Anne-Kristin Lenz, de la Universidad de Bristol y autora principal del estudio, y sus colaboradores analizaron cortes transversales de las jarras con la tapadera en posición levantada, bajada y neutra mediante tomografías de alta resolución. Los resultados revelaron un punto débil estructural en el cuello de la jarra al que los investigadores denominaron muelle de torsión. Cuando una gota golpea la tapa, el punto débil se dobla y obliga a descender a la tapa, de modo similar a un trampolín. El punto débil hace que el cuerpo de la jarra se doble y regrese a la posición inicial siempre del mismo modo, de forma que la tapa vuelve a levantarse sin rebotar demasiado, a diferencia de las oscilaciones erráticas que experimenta cualquier hoja golpeada por la lluvia. Los autores también descubrieron que una planta jarra estrechamente emparentada, Nepenthes rafflesiana, carece de este mecanismo.
Aunque las trampas pluviales de momento parecen exclusivas de N. gracilis, se espera que los trabajos futuros ahonden en la amplia diversidad de tácticas de caza observadas entre las plantas carnívoras
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