Los silbidos «personales» que un delfín profiere para identificarse ante sus iguales y para transmitir información sobre sí mismo destacan por ser una de las formas
más complejas de comunicación animal que se han estudiado. Nuevas investigaciones cuantifican ahora el grado de variación de esas llamadas en función del individuo y de la situación.
Un experto sabe reconocer con el tiempo el silbido de un delfín al escuchar sus llamadas a los compañeros. El sonido varía ampliamente, pues los delfines acostumbran a repetir tramos en bucle, a modificar el tono y a añadir o quitar segmentos cortos. Un estudiopublicado hace poco en Frontiers in Marine Scienceha evaluado todos esos cambios a partir de una base de datos con casi un millar de silbidos grabados de unos 300 individuos a lo largo de cuatro décadas.
Los autores midieron la variabilidad de los silbidos identificadores y la compararon con los de otras especies animales, sobre todo aves, mediante un cálculo estadístico que incluía 21 aspectos del sonido, como la duración, la frecuencia, el tono o el ritmo. Cuanto más variaban los aspectos de cada llamada en un individuo y más variaban las llamadas entre los individuos, más alta era la puntuación alcanzada por la especie. En un artículo reciente, los sonidos identificadores del delfín mular presentaron la mayor gama acústica, seguidos por los de las alondras; todavía no se ha llegado al consenso sobre el lugar que ocupa la especie humana.
El cálculo resulta adecuado para comparar especies, según la bióloga marina Laela Sayigh, del Instituto Woods Hole de Oceanografía, autora principal del estudio con delfines. Pero matiza que esos 21 aspectos apenas ahondan en la complejidad real de los silbidos. «Es verdaderamente fantástico» que, con esa medición burda, «los delfines resulten ser los comunicadores con más peculiaridades individuales», se maravilla.
A Pavel Linhart, ecoetólogo de la Universidad del Sur de Bohemia, que no ha participado en dicho estudio pero dirigió la comparación entre las especies, le alegra saber que se haya decidido medir esa variabilidad.
El estudio de por qué los delfines modifican su seña identificadora no ha hecho sino comenzar, pero entre las razones posiblemente destaque la expresión del estado de ánimo. Los trabajos por venir contribuirán a descifrar los silbidos comunes que estos cetáceos también intercambian, explica Sayigh. «Nuestro conocimiento del tema está en pañales.»
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