Los geólogos e ingenieros conocen bien los ángulos de reposo de los diversos materiales. Si dejamos caer arena veremos que, grandes o pequeñas, las dunas tienen siempre la misma forma: si la arena está suficientemente seca, la pendiente de duna formará un ángulo de unos 34 grados con la horizontal. Algo parecido ocurrirá su la montaña fuera de trigo, de arroz o de azúcar.
La estructura de las dunas es independiente del tamaño del grano. Pero el viento o la presencia de polvo o de humedad cambiarían estos resultados.
Curiosamente la probabilidad de avalanchas es prácticamente insensible a longitudes y tiempos: tan probable es que al echar un grano sobre una duna se produzca un alud de muchos granos como que se de la caída de unos pocos. Y no sabemos el porqué.
Las causas que se consideran para que se produzca un corrimiento de tierra o alud eón:
- Terremotos para grandes movimientos de tierra
- Grandes tormentas o lluvias muy abundantes que provocan licuefacciones con la parte soluble
- Inestabilidades del talud terroso o una marcada pendiente de la montaña
- Casos de deshielos (que provocarían el mismo efecto que grandes cargas de agua).
- Una creciente densidad en las zonas montañosas sin planes de urbanismo.
- Eliminación de la vegetación (deforestaciones) en las zonas de ladera que eliminan el agarre de las raíces a la tierra.
En algunos casos la presión pequeña produce una avalancha y en otros se limita al movimiento de pocos granos y eso dificulta la predicción de algo que no es superficial, pues ha llegado a provocar unos 42 millones de euros a nivel mundial además de miles de muertos.
Por ahora una de la pocas soluciones se encuentra en el "Marco de Acción de Hyogo" gestionado por la ONU.
Para saber más: "The self-organizing sons pile" de A. Metha y G. Baker. New Scientist nº 1773 (15 junio 1991) pp 40-43
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