Los cachalotes no solo se agrupan por sus lazos familiares, sino también en estructuras sociales de mayor nivel jerárquico. Y no solo se comunican mediante un lenguaje misterioso para los observadores humanos, sino que –según sabemos ahora— ese lenguaje presenta variaciones locales, o dialectos, que parecen importantes para la cohesión de esos grupos suprafamiliares. Los rasgos de una sociedad compleja, que un día creímos únicos de nuestra especie, existen también ahí, debajo del agua, ocultos a nuestra mirada y a nuestro oído, e indiferentes a nuestra vanidad como especie.
¿Cómo han podido saber esto los científicos? Como dijo Carl Sagan, las conclusiones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias. Mauricio Cantor, de la Universidad Dalhousie en Halifax, Canadá, y sus colegas de las universidades de Colorado en Boulder, Filipinas en Quezon City, California en Santa Barbara y Notre Dame en Indiana, han tomado datos pacientemente durante 18 años para alcanzar esta conclusión extraordinaria.
Cantor y sus colegas han tomado sus datos junto a las islas Galápagos, donde residen comunidades nutridas de cachalotes (Physeter macrocephalus). La elección de este cetáceo no es casual, porque es el animal con el mayor cerebro del planeta Tierra. Las hembras forman unidades sociales basadas en la línea genética materna (unidades matrilineales), con una docena de miembros. Estas unidades forman la base de asociaciones de mayor entidad (clanes), donde la genética deja a menudo de importar.
Según ponen en evidencia los nuevos datos, cada clan se puede distinguir por la similitud del repertorio de clics, o “codas” en la jerga, de cada uno de sus individuos, incluso aunque varios clanes compartan un entorno submarino donde no existe ninguna barrera física que los separe. El trabajo se presenta en Nature Communications.
Los datos y los modelos matemáticos indican que los dialectos son seguramente el resultado de la transmisión cultural
Una cuestión importante es si esos clanes, con sus dialectos, son producto del azar, es decir, de las peculiaridades de la historia de sus unidades componentes. Los datos y los modelos matemáticos de Cantor y sus colegas indican que esto es muy improbable, y que los dialectos son seguramente el resultado de la transmisión cultural: los individuos de un clan aprenden las codas de otros cachalotes que se comportan de manera similar a ellos.
“Nuestros resultados”, explican los científicos, “indican que unos procesos similares a los que generan las culturas humanas complejas no solo entran en juego en sociedades no humanas, sino que también crean estructuras sociales de niveles múltiples en la naturaleza”.
Las sociedades multinivel no solo se conocen en los cachalotes, sino también en los primates (incluido el que escribe), los elefantes africanos y las orcas. Los científicos están interesados en este tipo de sociedades, entre otras cosas, porque consideran posible que estén sometidas a un tipo de evolución que también presentaría múltiples niveles. La selección natural no se aplicaría aquí solo a los individuos, sino también a grupos mayores de varios niveles jerárquicos, como las unidades matrilineales y los clanes. Los modelos matemáticos se formularon hace mucho, pero son difíciles de someter a prueba.
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