Es una autoridad mundial en física cuántica, un campo cuyas aplicaciones cambiarán nuestras vidas -aunque hasta a él le resulte difícil ahora precisar cómo. Juan Ignacio Cirac (Manresa, 1965), director de la división teórica del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica, está enfrascado además en el diseño del primer ordenador cuántico, en abierta competencia con muchas empresas del sector (Google, Microsoft, Intel) que ya están fichando científicos e invirtiendo cantidades millonarias en su desarrollo. La rara combinación de matemáticas, filosofía y tecnología que se conjugan en su especialidad le deslumbró mientras estudiaba en la Complutense de Madrid, y luego le llevó a Colorado (EEUU), a la Universidad de Castilla-La Mancha y a Innsbruck (Austria) antes de recalar en Munich, desde donde sigue con interés la campaña electoral española. Pertenece a la primera generación de científicos españoles que pudieron estudiar fuera gracias a las becas y ayudas; en los últimos siete años estas han ido adelgazando hasta poner en riesgo de inanición a nuestra comunidad científica.
No le sorprenderán los últimos datos: según el INE, la inversión pública en I+D cayó un 1,5% durante 2014...
La ciencia nunca ha sido una prioridad verdadera para los políticos en España: ni con este gobierno ni con otros. Cuando llegó la crisis, una de las primeras cosas que olvidaron fue la ciencia. No digo que lo hagan arbitrariamente, tendrán sus razones, habrá otras prioridades… pero eso tiene incidencia en el país. Es natural irse fuera a aprender nuevas tecnologías y hacer contactos: lo que ha cambiado es que las posibilidades de volver son mínimas, se congelan las plazas de funcionarios, no pueden pagar, no hay equipos, no son tan competitivos, los chicos jóvenes lo tienen más difícil. A partir del 2000 España sí tuvo varios grupos de investigación a nivel mundial que podían competir con grupos alemanes, americanos o japoneses: ellos siguen teniendo la financiación de siempre y los españoles compiten ahora en condiciones de desventaja.
¿Cómo saber si las promesas de renovar la apuesta por el I+D de los programas de todos los partidos son serias?
La prueba del algodón es si han consultado con científicos. No conmigo, con los científicos españoles que trabajan aquí y saben cuáles son los problemas. Sería bueno que llegaran a un acuerdo entre todos, que la educación, la investigación y la ciencia no sean un concurso de belleza sino que den lugar a acuerdos estables, en vez de cambiar temarios con cada cambio de gobierno. Si quieres mejorar tu país, no tienes por qué ganar las elecciones tú: tienes que contribuir a que el país mejore.
La ciencia básica debe estar financiada por el sector público
¿Sigue siendo un ejemplo el modelo alemán de financiación pública y privada?
A mí me gusta mucho el sistema alemán. La investigación básica se realiza en universidades e Institutos como el mío, el Max Planck. Tenemos una financiación extraordinaria en buenas condiciones. Somos pocos, pero quieren tener una pata en el largo plazo, porque saben que de ahí saldrán tecnologías disruptivas que cambiarán la sociedad. La ciencia básica debe estar financiada por el sector público, porque es de gran riesgo y a largo plazo, y una empresa normalmente no se puede permitir el lujo. Y la investigación aplicada se hace en colaboración con muchas empresas. En EEUU el 50% de la investigación básica es militar aunque no tenga aplicaciones directas en el sector. En España fallan los dos lados.
¿Cómo va su ordenador cuántico?
Yo sigo dedicando una parte de mi trabajo a la investigación básica, abstracta, y otra a la aplicada que es el ordenador cuántico. Hace 20 años era una entelequia y ahora hay empresas privadas e iniciativas europeas para desarrollar este tipo de ordenadores. Como Google, que le va a dedicar mil millones de dólares en los próximos diez años; Microsoft lo hace desde hace cuatro o cinco, Intel acaba de anunciar también una inversión millonaria; Lockheed Martin, que acaba de invertir 100 millones, Bosch también tiene interés. Están ocurriendo cosas porque hay algunos visionarios y otros que se dan cuenta de que algo está pasando y no quieren quedarse atrás.
¿Cómo cambiará nuestras vidas?
Me gustaría contestarte yendo hacia atrás. Hace 50 años, cuando los primeros ordenadores empezaban a aparecer, parecían muy útiles para los científicos, pero no para la gente de la calle. Incluso hay declaraciones del entonces presidente de IBM diciendo que sólo había diez personas en el mundo interesadas en tener un ordenador en casa. Pues bien, cuando lleguen los ordenadores cuánticos, seremos capaces de hacer las cosas mucho más rápidamente, pero no sabemos aún cuáles son las necesidades. Está claro que servirán en el ámbito científico, tecnológico, en el desarrollo de materiales, de químicos, de fármacos… pero tardaremos en descubrir en qué otros campos concretos.
Pero la revolución a la que estamos asistiendo no va a ser solo en los ordenadores, va mucho más allá. La electrónica, por supuesto: además de ordenadores, están los teléfonos móviles, equipos de sonido, de radio… Esta pequeña revolución de la información cuántica tendrá aplicaciones en otros campos más allá de la computación. Es el caso de las comunicaciones: cuando enviamos mensajes secretos muchos de ellos se pueden descifrar -y hay casos sonados-. La física cuántica permite sistemas de comunicación que no se puede interceptar, porque la información no va por ningún sitio físicamente. Habrá aplicaciones relacionadas con la precisión: los relojes, las distancias, los navegadores, el GPS. Habrá algo que sepa dónde y cómo te estás moviendo, sin necesidad de un satélite. Y eso nos permitirá detectar mejor las cosas sin necesidad de verlas. Sabemos que habrá sensores y radares más exactos, pero no imaginamos aún cuál será su aplicación. Es el eslabón que falta. Cuando esté más desarrollada, los emprendedores, las empresas, empezaran a descubrir su aplicación.
¿Pero existe ya una tecnología cuántica aplicada?
Si, hay empresas que venden sistemas de comunicación o de sensores cuánticos. La segunda revolución cuántica puede tardar en concretarse tres, cinco o diez años, pero poco a poco ya está ocurriendo.
¿Cuál es el desafío que más te apasiona como físico?
Desde el punto de vista general, a todos los físicos nos apasiona cómo funciona el universo. Hay detalles, teorías.. pero no unificadas. ¿Qué había antes del Big Bang? Es un desafío abstracto muy importante. Ha habido grandes avances en el último siglo, pero todavía estamos lejos de contestar a muchas preguntas.
Y desde la física cuántica, a mi me interesa entender cómo surgen los fenómenos complejos a partir de fenómenos sencillos. Sabemos que estamos hechos de átomos, que se unen y forman moléculas, luego células… sabemos la estructura. ¿Cómo es posible que esos cien átomos combinados den luz a la vida, o que unos materiales conduzcan electricidad y otros no? ¿Entender desde lo pequeño lo más grande? No sabemos cómo hacerlo: las grandes preguntas tecnológicas vienen de esa incógnita. Es una pregunta que se puede formular incluso matemáticamente, y somos muchos los científicos apasionados con hallar la respuesta, y estamos avanzando. Es una de mis obsesiones.
Cirac con su equipo en el Instituto Max Planck. Foto: ©Thorsten Naeser/MPQ
¿Siempre tuvo claro que quería ser científico?
A mí me gustaban las ciencias; se me daban razonablemente bien las matemáticas y la física, tenía curiosidad. Pero también me gustaba la arquitectura, la ingeniería y me gustaba muchísimo leer. Pero la pasión vino cuando me topé con la física cuántica en tercero de carrera: ahí fue el cambio. Si te gustan las matemáticas -el pensamiento abstracto-, la filosofía y la tecnología -hacer cosas que funcionen y entender cómo funcionan-, la física cuántica es una mezcla de la tres. Muy profunda filosóficamente, difícil matemáticamente, pero con aplicaciones muy originales. Eso me destapó la pasión.
Leer a los filósofos te da una forma de pensar muy productiva
Entonces, ¿es importante la filosofía para un científico? Ahora hay un debate serio en España porque ha dejado de ser asignatura troncal en 2º de Bachillerato.
¡Claro que es importante saber filosofía! No es que me ayude en el día a día, pero te da una cultura que te permite pensar de manera lógica… Leer a los filósofos te da una forma de pensar que es muy productiva. Porque la cultura no es simplemente el disfrute mental de algo, es importante para formarse. ¿Por qué exagerar y decir ahora nada de filosofía, todo matemáticas? Todo es importante para la formación, también leer literatura.
¿Qué le recomendaría a un chaval de 15 años, que tiene que decidir si tira o no por ciencias?
Es importante aprender ciencia para que no te engañen. Hoy en día la sociedad da a los científicos un sello de calidad: si te quieren convencer de algo, dicen que eso lo dice un físico cuántico. Y estudiar ciencias te da autoridad. Si trabajas en ello, puedes ser más crítico y no dejarte engañar por estas aseveraciones. Para una chica o chico de quince años, si les gusta y disfrutan con ello, que se metan en ciencias mejor que en una carrera de ciencias aplicadas, porque la carrera científica siempre les permitirá dar el cambio a lo más aplicado, y viceversa es difícil. Si les gusta, se les da bien y trabajan mucho, les saldrá bien.
¿Cuántas mujeres hay en su equipo?
Siete de 25. Es mucho en mi campo, pero en general hay muy pocas.
¿Y cuáles cree que son las razones?
Hay varios motivos. Si miras las estadísticas, en España el problema existe pero no es tan grande como en Alemania o el norte de Europa, que es un escándalo: solo un 10% de mujeres estudian física, mientras que en España son el 50%. Si aquí hay pocas profesoras en universidades científicas, allí poquísimas. Creo que son varias causas. Por ejemplo: desde que son pequeñas, no ven mujeres científicas en televisión, no hay mujeres premios Nobel de ciencia, y así asumen que debe ser sólo para señores. Es verdad también que la vida científica requiere esfuerzos difíciles de compaginar con la familia: la etapa más productiva es entre los 20 y los 35 años, y aunque se empieza a distribuir el trabajo familiar en la pareja, aún no es suficiente. Y es curioso pero en Alemania la visión de la mujer es muy antigua: se ve fatal que una mujer trabaje cuando tiene hijos. Te crees que los alemanes son más liberales pero es así, la carrera en Alemania queda completamente interrumpida para las mujeres.
El cerebro es la máquina más prodigiosa del universo, y estamos lejos de entender cómo funciona
Además de la física cuántica, ¿qué otros campos cree que van a transformar nuestro futuro?
Hay varios; claramente la investigación del genoma, que está empezando ahora pero ya nos permite identificarlos, cambiarlos, recortarlos, experimentar… eso va a cambiar la atención médica en el futuro porque tiene aplicaciones enormes.
Otro es la neurología: el cerebro es la máquina más prodigiosa del universo y estamos lejos de entender cómo funciona. Y saberlo nos ayudará no sólo a curar o prevenir enfermedades, sino a diseñar otras máquinas igual de eficaces, y tal vez a entender preguntas más fundamentales: ¿Cómo pensamos? ¿Existe la consciencia? Cuando percibimos algo, ¿es un mecanismo químico o hay algo más?
Está el Big Data. Acaparamos tal cantidad de datos que si logramos analizarlos de manera eficiente podremos obtener información completamente diferente a la que tenemos ahora. Quizá ya no haga falta analizar un problema, sino gestionar los datos para encontrar la solución.
Y la nanotecnología, por supuesto, que nos permitirá diseñar desde materiales hasta fármacos. La química fundamental está cambiando: algo que se consideraba despectivamente como 'cocina' ahora es más analítico, y saber cómo reaccionan las moléculas nos permitirá diseñar productos con nuevas propiedades.
¿Cómo es el día a día de un científico de su nivel?
En mi área, lo que ha cambiado es la multidisciplinariedad. En mi equipo hay informáticos, matemáticos, físicos químicos, físicos teóricos, experimentales de sólidos, también ingenieros. Nada que ver con la imagen del doctor Bacterio, un científico que está todo el día despistado, en su laboratorio, que se olvida de comer. La mayor parte del tiempo lo pasamos hablando y discutiendo, haciendo tormenta de ideas… Porque más importante que resolver un problema es averiguar qué problema resolver y con qué técnicas. La pregunta inicial que te guía no es siempre la más importante, nuestro objetivo no siempre está completamente definido. Buscas algo, te encuentras con otra cosa, recuerdas una investigación que quedó en punto muerto años atrás y vuelves a retomarla… Vas dando tumbos.
¿En inglés o en alemán?
Todo el trabajo científico, todas las discusiones, son en inglés, y en todos los centros de investigación es así, lo que es una ventaja fundamental. El alemán sólo lo utilizo para temas administrativos. Y siempre hay otra parte del trabajo que es sentarse a ordenar las ideas.
¿Y eso lo hace en el despacho o en el laboratorio?
Normalmente en el despacho, pero tengo un hábito un poco extraño. Muchas veces me despierto a las tres o las cuatro de la madrugada y no puedo volver a dormirme en dos horas. En vez de dar vueltas, me pongo a ordenar ideas, leer artículos científicos o literatura. Es un momento muy bueno para concentrarte.
Foto: ©Thorsten Naeser/MPQ