Algunos pequeños roedores campestres construyen nidos de hierba para mantener abrigada y segura a su camada. Otros no son tan esmerados y crean hogares más precarios. En fecha reciente se ha descubierto un gen que regula la construcción del nido, uno de los pocos que se sabe que influye en la conducta parental de los mamíferos, incluida la especie humana.
En un estudio publicado en Nature, el genetista Andrés Bendesky, de la Universidad Harvard, y sus colaboradores trabajaron con dos especies de roedores genéticamente afines pero con un comportamiento procreador dispar: una subespecie del ratón playero (Peromyscus polionotus subgriseus), que es monógamo, y el ratón ciervo (Peromyscus maniculatus), que es polígamo. Ambos cuidan también a sus crías de modo distinto. Los primeros construyen nidos más elaborados que sus congéneres promiscuos y dedican más tiempo a acicalar y acurrucar a sus crías y a vigilar que no se extravíen del nido en sus primeras andanzas. En el estudio, estos comportamientos parentales no dependieron del cuidado recibido en su infancia: cuando las crías de una especie eran acogidas por los progenitores de otra, en la edad adulta seguían mostrando los mismos hábitos de crianza de sus progenitores biológicos y no los de los adoptantes.
En busca de la base genética de tales conductas, Bendesky y sus colaboradores cruzaron las dos especies de ratones en dos ocasiones hasta obtener casi 800 nietos. Entre los descendientes de la segunda generación destacó un gen vinculado con la construcción del nido. El gen regula la vasopresina, hormona que, como la oxitocina, tiene un efecto acusado sobre los comportamientos sociales y de apego de los mamíferos y las aves. Los investigadores prosiguieron con dos experimentos: en uno inyectaron vasopresina en el cerebro de los progenitores de ambas especies silvestres; en el otro, manipularon genéticamente las neuronas de la vasopresina en el cerebro de ratones domésticos (Mus musculus) para excitarlas. Ambos grupos de ratones crearon nidos precarios, lo cual apunta a que la vasopresina y el gen responsable de su síntesis desempeñan una función esencial en su construcción.
Los resultados sorprendieron a Oliver Bosch, biólogo de la Universidad de Ratisbona, ajeno al nuevo estudio. En su propia investigación con ratas y topillos, la vasopresina promovió ciertas conductas maternales. Puede que la hormona cumpla funciones diferentes antes y después del nacimiento de las crías, dependiendo de si los progenitores se están preparando para su llegada o cuidan de ellos. «Tal vez permanezca reprimida al inicio, para posteriormente surtir efecto y fomentar el comportamiento maternal», opina. No es extraño, pues, que el proceder de los ratones nos confunda.
Andrea Marks para IyC
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