Julio de 2004 en la Sierra de la Demanda, en Burgos. El paleontólogo santanderino Fidel Torcida (1962) recorre sus terrenos arcillosos junto a algunos compañeros del Colectivo Arqueológico Paleontológico de Salas de los Infantes. Pasean como han hecho por allí miles de veces. En un terreno comunal llamado El Oterillo, entre las localidades de Barbadillo del Mercado, Pinilla de los Moros y la Revilla. A poco más de cinco kilómetros se encuentra el Museo de los Dinosaurios de Salas de los Infantes. Más lejos, a 76 kilómetros, Atapuerca, donde se halla uno de los yacimientos más importantes de la especie humana.
Es un lugar de inclinaciones, laderas de monte y arcilla blanda. Acuden allí cada mes de julio para probar suerte con sus excavaciones. Buscan dinosaurios. "Lo peor de estos sitios es que en muchas ocasiones los esfuerzos son inútiles", confiesa Fidel Torcida. Aquel sofocante día les acompañaba Alejandro Canete, un amigo con el que a veces pasean. De repente, Canete da con un escalón en un arroyo. Un escalón que, en realidad, eran huesos. El agua discurría sobre ellos erosionándolos, destruyéndolos. "Ahí vimos las primeras astillas del animal, lo que nos dio la pista de que algo grande se encontraba bajo el cauce", recuerda Fidel Torcida. Bajo sus pies se hallaba el dinosaurio más alto de Europa.
Han tardado años en tener el puzle de los huesos, pero ya lo saben todo sobre su dinosaurio jirafa. 35 toneladas, 27 metros de longitud y un cuello con el que alzaba la mirada a 17 metros del suelo. De la familia de los saurópodos, vivió en un período agitado. En el Cretácico, cuando los continentes no paraban de moverse, hace unos 125 millones de años. Muchos de su especie (dinosaurios de enormes proporciones con cuello largo, cabeza pequeña y una cola robusta) migraban de Gondwana (lo que hoy se conoce como África) a la Placa Ibérica. Remarca Fidel Torcida que este ser milenario y herbívoro es un ser distinto. Autóctono. El Europatitan Eastwoodi, como así lo conoce la ciencia, nació y murió en territorio ibérico. Un auténtico pata negra. Lo hizo junto al Tastavinsaurus, localizado en 1998 en Peñarroya de Tanstavins, en Aragón, a 400 kilómetros de El Oterillo. "Iberia recibía un gran número de dinosaurios procedentes de África, pero en esas tierras podían estar mucho tiempo aislados y sus animales evolucionaban con sus rasgos característicos. En estos casos es llamativo porque el fémur o las vértebras de Clint son singulares respecto a los de otros lugares", explica el paleontólogo.
"Un éxito de la evolución"
Este dinosaurio alcanzaba ramas donde otros nunca llegaron a morder. Ni siquiera el más grande hallado hasta la fecha en Europa: el Turiasaurus riodevensis, de 35 metros de longitud, hallado junto a la localidad de Riodeva, en Teruel, que no erguía el cuello tanto como él. Le llamaron Clint Eastwood. Un homenaje al actor que en 1966 protagonizó la película de Sergio Leone El bueno, el feo y el malo en las proximidades del municipio de Salas de los Infantes. Esta curiosidad ha terminado por captar aún más la atención de los medios.
El saurópodo ibérico fue una obra de ingeniería natural, "un éxito de la evolución biológica, porque contaba con huesos esponjosos llenos de agujeros como panales de abejas que le permitían no morir aplastado por su propio peso", comenta su descubridor.
Aunque era herbívoro, su enorme tamaño colosal intimidaba a los carnívoros que ansiaban su carne. Sólo después de muerto pusieron sus mandíbulas sobre él, según atesora Fidel Torcida: "En una parte aparecieron dientes de dinosaurios carnívoros que fueron allí a carroñear. Al morder los pierden. Había dientes bonitos, uno en especial, que se rompió en mil cachitos cuando lo estábamos limpiando".
Dar con este animal fue producto del azar y la épica. La de un equipo de arqueólogos y profesores de instituto que esperan a acabar las clases para pasar sus vacaciones excavando sin descanso. Fue dos años después de su anterior hallazgo, cuando el arqueólogo Alberto Bengoechea (1960, Zaragoza), paseando aburrido en ese momento, dio una patada a algo que resultó ser el fémur de otro saurópodo. De ahí salió el Demandasaurus Darwini, otro dinosaurio jirafa de 12 metros de longitud. "Así se da a veces con estos descubrimientos, sin querer", expresa Bengoechea a Crónica con tono hilarante.
Fidel Torcida lidera ese grupo de unas 20 personas en el que numerosos voluntarios de diferentes regiones y países se van turnando cada año. Suyo es el estudio publicado el 28 de junio sobre el Europatitan eastwoodi con el que lo presentaron al mundo. Lo hizo junto a sus compañeros paleontólogos Pedro Huerta Hurtado, Miguel Moreno-Azanza , Diego Montero y José Ignacio Canudo. Desde 2002 sólo han parado dos veranos. Fidel Torcida es profesor del Instituto Comercio de Logroño. Aprovecha sus vacaciones para perderse entre huesos del Cretácico, una pasión que reconoce sacrificada. "No puedo trabajar de manera constante. Antes lo hacía por la noche, pero al final no duermes", admite resignado.
El entusiasmo por los dinosaurios le llegó en la preadolescencia. Fue con 13 años, cuando se formó el Colectivo Arqueológico-Salense. "Surgió a través de la intermediación de un cura joven con ganas de colaborar. Él nos puso en contacto con otro chaval del pueblo que se dedicaba a la arqueología". En aquel experimento en 1975 Fidel Torcida coincidió con su amigo Alberto Bengoechea, con el que 42 años más tarde acabaría dando con el dinosaurio más alto de su continente.
"Iba a ser una catástrofe"
La excavación apenas había llegado a mediados de julio de 2004, cuando dieron con un algo grande. Un bloque de tres metros que contenía dos vértebras de 1,15 metros del cuello intactas, tal y como estaban en el animal en vida. Fue tan revelador como frágil y costoso de manejar. Tanto que a punto estuvo de acabar en tragedia, recuerda Fidel: "Era tan delicado que no lo podías trabajar en el campo. Tuvimos que construir una estructura metálica en torno al bloque y llevarlo en camión hasta el museo. Había una cuesta que no podía subir. Entonces se puso una pala excavadora con unas cadenas tirando del camión. El camión empezó a inclinarse y a punto estuvo de volcar. Yo veía que aquello iba a ser una catástrofe".
En esos tres veranos fueron esclavos de la rutina. "Normalmente excavábamos mañana y tarde. Comíamos en algún restaurante del pueblo y alquilábamos una casa rural para alojar a los restauradores, donde se preparaban sus cenas y desayunos". Es el mismo abecé que siguen estos días, desde el 8 de julio, cuando iniciaron la búsqueda de nuevos fósiles en el municipio de Torrelara.
No hubo grandes dispendios con el Europatitan Eastwoodi. 12.000 euros por campaña. Al principio, procedentes de la Junta de Castilla y León, después de la Fundación Dinosaurios. ¿Y ayuda ajena? Sí, la de algunas decenas de voluntarios... Y del ejército. "Nos mandaban a unas diez personas que nos ayudaban a transportar los bloques con unos toldos perforados y un aljibe isotermico".
En 2005 apareció más material. La cadera, los dos pubis y los dos isquiones juntos. Las costillas estaban tan bien colocadas que parecía que estaban viendo la caja torácica. Lo peor fue dónde meter algo tan grande. El museo no contaba (ni cuenta) con espacios suficientes para algo así. Hoy, muchos de esos restos descansan entre despachos. O en los escasos seis metros cuadrados del taller de restauración, donde "hay que hacer maravillas para moverse", aclara Fidel Torcida esperando a que una mejora económica sirva para exponer el hallazgo en el pueblo.
Al año siguiente, en 2006, finalizaron las excavaciones sin saber con exactitud lo inédito del cuello en el animal. Todo quedó en stand by... hasta el verano pasado. "Fue cuando supimos sus características. Hasta entonces pensábamos que era un dinosaurio semejante al Tastavissaurus. Las cervicales estaban sin trabajar porque no todos los años podemos contratar gente para limpiar fósiles", asevera. La incógnita no fue resuelta hasta que Ferrán Guinovart, el restaurador del grupo desde hace dos años, descubrió la grandeza de esos huesos.
Pocos días después se reunieron en una asamblea para ponerle nombre. "Clint Eastwood", dijo Fidel. Su compañero Diego Montero lo vio bien desde el principio. Él es la enciclopedia andante sobre la película. Tiene relación con la Asociación Sad Hill, una iniciativa para reivindicar el valor cultural de la zona con la película dirigida por Sergio Leone. Por eso agradece que el nombre del actor los ayude a difundir la ciencia.
En cambio, Alberto Bengoechea va más allá de la anécdota cinematográfica. Es consciente de que con lo que ya tienen del Europatitan Eastwoodi en el museo es suficiente. Pero no se conforma y le pone suspense a los veranos próximos. "Ahí tiene que haber algo más", dice con ansia de volver.
El dinosaurio ibérico
17
metros de alto medía el 'Europatitan eastwoodi'. Es el más alto de Europa. De ancho, desde la cola a la cabeza, medía otros 27 metros. Sus dimensiones y la capacidad de colocar su cuello en posición vertical le hacen superar al dinosaurio que hasta ahora era considerado el más alto de Europa, el 'Turiasaurus riodevensis'. Además, a diferencia de este saurópodo, probablemente procedente de África, el apodado como Clint Eastwood es autóctono de los territorios de la actual Península Ibérica.
125.000.000
es su edad. Vivió a principios del periodo Cretácico, en la era del Mesozoico. En aquel entonces, las temperaturas -mucho más cálidas que hoy-, los niveles superiores de dióxido de carbono y la humedad dieron lugar a una gran cantidad vegetación y a la aparición de estos animales.
35
son las toneladas que pesaba. Gracias a sus huesos esponjosos llenos de agujeros como panales de abejas, esta singular especie descubierta en Burgos evitaba morir aplastado por su propio peso. El aspecto negativo es que esto podría hacerle más frágil.
15
es el número de vértebras de su enorme cuello. En conjunto, conformaban el más alto del continente europeo. Aunque no todas tenían el mismo tamaño, las vértebras descubiertas tienen unas medidas colosales de hasta 114 cm de longitud y 90 cm de alto.
3 años
fue el tiempo que tardaron en desenterrar sus huesos en la Sierra de la Demanda, en Burgos. Fue durante los meses de julio entre los años 2004 y 2006. Posteriormente, se dedicaron a limpiar y restaurar el material conservado.
36.000 euros
se destinaron a las tres campañas de excavación (12.000 euros cada una). Aunque al principio fue la Junta de Castilla y León la que aportó el montante, en fechas posteriores tuvo que ser la Fundación Dinosaurios de Castilla y León la que terminó de financiar el proyecto.
100
personas contribuyeron a rescatar a los restos del 'Europatitan Eastwoodi'. Aunque el grueso del Colectivo Arqueológico Paleontológico de Salas de los Infantes lo formaron una veintena de personas, decenas de voluntarios y el ejército se sumaron a la excavación.
Angel Perianes
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Quin és el teu Super-Comentari?