miércoles, 3 de enero de 2018

Descubiertos los ojos compuestos más antiguos conocidos en un fósil de trilobites

El ojo compuesto es el órgano visual de insectos y crustáceos como la mosca, la libélula, la gamba o la langosta, formado por numerosas unidades receptoras denominadas omatidios. "Sin embargo, en contraste con los modernos ojos compuestos de las abejas, libélulas y muchos cangrejos, estos antiguos ojos compuestos de trilobites no tenían lentes", explica Schoenemann, una de las investigadoras.
El fósil de trilobites, de hace unos 524-526 millones de años, uno de los más antiguos del mundo, fue hallado en Estonia. El atrópodo extinto, de la especie Schmidtiellus reetae, muestra la estructura celular del ojo compuesto y también su funcionamiento y los rasgos que lo diferencian de un ojo compuesto actual. Los resultados indican unas similitudes sorprendentes entre ambos. "El principio del ojo compuesto moderno probablemente se remonta a unos tiempos anteriores a los primeros fósiles descubiertos", sostiene Schoenemann.
El ligero desgaste del ojo derecho del trilobites ha permitido observar su interior: un típico ojo compuesto formado por unas 100 subunidades bastante distanciadas entre sí en comparación con las formas actuales. Cada una de estas subunidades u omatidios consiste en unas ocho células sensoriales, como en los ojos compuestos modernos, agrupadas alrededor de un rabdoma central, una estructura receptiva que dirige la luz
"Con aproximadamente 100 'píxeles', el rendimiento de este ojo de más de 500 millones de años no era excelente, pero le proporcionaba al trilobites información suficiente sobre el movimiento en su campo visual, por ejemplo cuando se aproximaban los depredadores. Apenas distinguía la distribución de la luz en sus alrededores y tenía dificultades para evitar los obstáculos que aparecían en su camino", concluye Schoenemann.
La investigación de la estructura y el funcionamiento del ojo compuesto más antiguo que se conoce, de un fósil de trilobites de casi 530 millones de años de antigüedad, han sido descritos en un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), firmado por Brigitte Schoenemann (Universidad de Colonia) y sus colegas Helje Pärnaste (de Tallin, Estonia) y Euan Clarkson (Universidad de Edimburgo).

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