La NASA prevé enviar a la primera mujer y al siguiente hombre a la Luna en 2024. La misión, enmarcada en el programa de exploración lunar Artemisa, será un banco de pruebas clave para poder preparar otro objetivo mucho más ambicioso: poner al primer humano en la superficie de Marte en la década de 2030.
Para ello, antes la agencia americana ya trabaja para enfrentarse a ese desafío y, en ese sentido, acaba de publicar un “mapa del tesoro” del planeta rojo que podría ser clave para solventar uno de los principales escollos de las misiones espaciales tripuladas:
El mapa, publicado en la revista Geophysical Research Letters, muestra dónde se encuentran las reservas de agua en forma de hielo bajo la superficie de planeta, algunas a tan solo 2,5 cm de profundidad. El agua líquida no puede durar en la superficie marciana. Al haber muy poca presión, se evaporaría.
El estudio señala Arcadia Planitia, una región ubicada en el hemisferio norte, como el lugar idóneo para aterrizar una futura misión por la enorme cantidad de depósitos de agua accesible que esconde, a menos de 30 cm del suelo marciano.
“No hará falta una excavadora para extraer el hielo, se podrá usar una pala”, asegura el investigador Sylvain Piqueux, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA en la web de la agencia americana.
Por el momento, “seguimos recogiendo datos sobre el hielo subterráneo en Marte, con el objetivo de identificar los mejores lugares para que aterricen los astronautas”, añade.
Para elaborar este mapa, la agencia americana ha usado los datos captados por el Orbitador de reconocimiento de Marte (MRO) y Odisea de Marte, dos sondas que constantemente monitorean la superficie del planeta rojo y que son capaces de detectar las diferencias de temperatura en el suelo marciano ocasionadas por la presencia de hielo subterráneo.
Han cruzado esos datos con otros previamente obtenidos por la nave espacial robótica Phoenix, que levantó hielo, y también con las fotos captadas por el MRO desde el espacio de impactos de meteoritos que han excavado el hielo. Así, han logrado mapear los depósitos de agua helada accesibles y la profundidad a que se encuentran.
“Cuanto más buscamos hielo cercano a la superficie, más encontramos”, asegura Leslie Tamppari, del JPL. “Observar Marte con múltiples sondas durante un periodo de años continúa proporcionando nuevas formas de descubrir hielo”, concluye.
“No hará falta una excavadora para extraer el hielo, se podrá usar una pala”
Hasta el momento, todas las misiones espaciales tripuladas han llevado un cargamento con las provisiones necesarias para el viaje y los astronautas de la Estación Espacial Internacional (EEI) reciben periódicamente suministros enviados desde la Tierra. No obstante, en misiones de mayor duración, como la de Marte, en las que solo el viaje de ida al planeta rojo supondría al menos siete meses, eso resulta inviable.
Los humanos necesitamos grandes cantidades de agua -un recurso pesado- para sobrevivir, lo que haría aumentar el tamaño de las naves, lo que, a su vez, incrementaría la necesidad de combustible y el presupuesto de la misión. Para hacernos una idea, cada kilo que se envía a la EEI cuesta decenas de miles de euros.
Por eso, que los astronautas puedan autoabastecerse usando agua marciana es clave de cara a futuras misiones humanas e incluso para los planes de establecer una base marciana de Elon Musk, al frente de SpaceX. No solo serviría para hidratarlos sino que también permitiría obtener hidrógeno y oxígeno para fabricar combustible para lo cohetes, lo que facilitaría que hubiera viajes regulares a Marte y rebajaría los costes de las misiones.
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