Corría 2014 cuando se inició el proyecto sobre las dos especies de mamíferos Aeorestes villosissimus (cenizo suramericano) y Lasiurus blossevillii (rojo sureño), pero los expertos chocaron con un gran problema: cómo atraparlos.
Murciélago de Galápagos
En 2017, tras 21 días de trabajo con redes a 20 metros del suelo (para sorprenderlos en vuelo), solo lograron capturar tres, por lo que la falta de especímenes y de un experto en esos animales obligó a paralizar el estudio, dijo a Efe el director del Parque Nacional Galápagos, Danny Rueda.
Fue la incorporación en 2019 de una experta de la Universidad de Idaho (EE.UU.) la que permitió la reanudación del proyecto, y con la llegada este año de una estudiante de doctorado y el apoyo del biólogo ecuatoriano Rodrigo Cisneros, comenzó la captura de los murciélagos con un ligero, pero determinante, cambio en la altura de la red.
Bajaron la malla de hilo fino a unos diez metros, colocaron cebos y capturaron más de 60 murciélagos en 39 días, dejando atrás los intentos de subir las mallas atadas a globos de helio o de usar luz ultravioleta para atraer insectos a fin de tentar a los murciélagos.
Una vez capturados, ahora estudian las medidas morfométricas de la especie: el tamaño de cada parte de su cuerpo, el pelaje para analizar metales pesados, los tejidos del ala y las heces para usarlos posteriormente en análisis de ADN y de salud.
Monitorizar sus movimientos
Vuelven a volar a los veinte minutos y, a seis de ellos, les han colocado una pequeña antena, que funciona tres días, para hurgar en sus movimientos, comportamiento y condiciones de vida.
Sin embargo, se alegra de que “por fin” tengan un método para capturarlos y estudiarlos, investigar su tamaño poblacional, conocer sus detalles, su rol en el ecosistema y poder aplicar medidas para cuidar el estado poblacional del murciélago nativo de las llamadas “islas encantadas”.
Por lo pronto, se sabe que son “muy pequeñitos y casi todo pelo”; que los rojos pueden medir hasta 13 centímetros y pesar entre 7 y 10 gramos, mientras los grises pueden llegar hasta 15 centímetros y pesar hasta 16 gramos.
Pero aún falta conocer cuál es ese rol: “¿Es polinizador de las especies emblemáticas de flora de Galápagos?, ¿Ayuda a controlar especies invasoras?”, se preguntó.
Investigación científica
Incógnitas que los científicos tratan de desvelar ahora con un proyecto cuya fase de investigación durará tres años con etapas que incluyen captura, método, morfología, salud y análisis de ADN.
Hasta el momento, los estudios se han realizado en las islas Santa Cruz y San Cristóbal, avanzarán este mes a Floreana y en noviembre a Isabela, para ir en 2021 a islas no habitadas donde requerirán otro método de captura pues, allí, no hay luz artificial.
Docente investigador de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), Cisneros explicó a Efe que buscan conocer el comportamiento migratorio de los murciélagos pues, por ejemplo, “no es lo mismo que haya un constante flujo de genes dentro de las islas, a que cada isla tenga su población aislada y completamente cerrada”.
“El alimentarse de sangre es una cualidad de muchos organismos y, dentro de los murciélagos también hay especies concretas, muy puntuales, que se alimentan de sangre” de ganado, pero ninguna está en Galápagos, aseguró Cisneros.
Este experto consideró “injusto” atribuir a todas las especies de murciélagos ese rol alimenticio de sangre, y pidió diferenciar los diferentes roles de esos mamíferos voladores, como por ejemplo, el de la polinización.
Por ello, el proyecto de investigación también contempla la socialización de la información con la comunidad, para desmitificar creencias, y mostrar algunos servicios ecosistémicos que brindan, como mantener bajas las poblaciones de insectos, evitando que se conviertan en plagas.
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