La sonda espacial Voyager de la NASA puede estar a miles de millones de kilómetros de distancia y tener más de 40 años, pero aún están haciendo descubrimientos importantes, como revela una nueva investigación.
Un estudio publicado hoy en el Astronomical Journal describe una forma completamente nueva de explosión de electrones, un descubrimiento hecho posible por las intrépidas sondas Voyager. Estos estallidos están ocurriendo en el medio interestelar, una región del espacio en la que la densidad de la materia es extremadamente delgada. Como señala el nuevo estudio, algo extraño les está sucediendo a los electrones de los rayos cósmicos que se abren paso a través de esta área remota: están siendo reflejados e impulsados a velocidades extremas mediante el avance de las ondas de choque producidas por el Sol.
Este proceso, en el que las ondas de choque empujan o impulsan partículas, no es nada nuevo. Sin embargo, lo nuevo es que estas explosiones de electrones están apareciendo mucho más adelante del avance de la onda de choque, y que están sucediendo en una región del espacio supuestamente tranquila. El astrofísico Don Gurnett de la Universidad de Iowa, Estados Unidos, fue coautor del estudio.
Lanzadas en 1977, las sondas Voyager 1 y Voyager 2 han realizado un trabajo increíble para el mundo, y todavía permiten realizar un trabajo científico significativo después de tantos años. Pero en lugar de estudiar los volcanes activos en la luna Io de Júpiter o tomar fotos gloriosas de los anillos de Saturno, estas sondas ahora están estudiando las aguas inexploradas más allá de la heliopausa, la zona entre el plasma solar caliente y el medio interestelar más frío en los confines del sistema solar.
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